“Es el techo de cristal, pero acabaremos rompiéndolo en pedazos”

72ª promoción de la Escuela Judicial. Perfil medio: mujer de 28 años y cinco eternos inviernos de estudios conventuales. Y ojo, un dato demoledor: el 75 por ciento ni ha tenido ni tiene familiares que hayan ejercido una profesión jurídica.

Entre los 160 nuevos jueces y juezas –sí, sobre todo, juezas: 119 mujeres y 41 hombres-, hay seis almerienses, dos de ellas entre las diez primeras. La número nueve de España es Adriana del Mar Álvarez López, que se va al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número dos de Huércal Overa con funciones de Registro Civil. Y la número seis es Andrea Martín Pérez, nueva decana del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 3 de Huércal-Overa.

El miércoles pasado, en Barcelona, en un acto presidido por el Rey con la presencia del presidente del Consejo General del Poder Judicial, recibían sus despachos. Detrás, en la trastienda, lo que hay son padres que madrugan y unos hijos sobresalientes. Hoy proponemos un café con Andrea. Tiene 27 años y ya es decana. Esta es la España (y Almería) que, a veces, no se cuenta.

328 temas. Casi 9.000 horas de estudio. ¿Qué le decía el subconsciente?

Para una oposición de ese calibre, el opositor tiene que confiar en que se puede conseguir. Imaginaba que una plaza podría llevar mi nombre.

Asústeme con sus horas de rutina como opositora.

En un principio, mi jornada era una cualquiera laboral con ocho horas de estudio. Cuando aprobé el primer examen, se transformaron en 12/13 horas.

Imagínese ahora que va por el tema 187. ¿Le surgían dudas sobre el 35? ¿O del 78?

Las dudas siempre están. Por eso, es importante los repasos y tener en cuenta la llamada Curva del Olvido. Explicarla daría para otra entrevista.

¿En qué lugar secuestró el washapp? Porque eso es casi jurisprudencia.

El whatsapp y todas las redes sociales se guardaron para un ratito al mediodía y por las noches. El resto del día estaban silenciadas.

Artículos, títulos, números. ¿Firmó algún pacto con los subrayadores?

¡Claro que firmé un pacto! Me faltó ser embajadora de los Stabilo.

¿A qué se parecía el ritual de cantar?

Mis cantes eran martes y viernes. El ritual era similar a los entrenamientos y un partido de futbol. El día de los cantes era pura concentración para darlo todo en el campo; en este caso, con el preparador.

Has sido la primera opositora que cantaba con un oyente canino (Pastor se llama). ¿Qué recuerda de esa relación?

Mi perro fue mi compañía constante en este camino tan solitario. Tanto, que a veces pensaba que era él el que me sacaba a mí a pasear.

Inspiración, talento, esfuerzo titánico. ¿Qué hay detrás de este sueño?

Detrás de este sueño está una mujer que piensa que, dentro de su pequeña parcela de actuación, puede hacer que el mundo sea mejor y más justo; y, sobre todo, detrás de esto veo una familia y unos amigos que la han apoyado de principio a fin para conseguirlo.

¿Lo de la oratoria viene por su madre (locutora de radio, no jueza)?

¡Por supuesto! Llevo la radio innata. Además de ejercer durante muchos años de profesora en una escuela de música.

¿Tuvo algún momento de flaqueza durante el proceso?

En un proceso tan duro, siempre hay momentos difíciles de gestionar emocionalmente, pero hay que ser consciente de que es una situación extrema y excepcional en la vida.

¿Cómo fue el primer juicio de Andrea?

Tranquila, segura y con la ley en mano para cualquier consulta.

Y entre los temas que superó, embargos o fianzas. ¿Cómo se defiende con pasión un terreno tan árido?

Con mucha seguridad y mucha memoria fotográfica, entendiendo los temas y defendiéndolos con confianza.

Siete de cada diez nuevos jueces son mujeres. ¿Hay alguna razón primera?

La razón primera viene desde la misma oposición, somos más mujeres las que optamos por prepararla. A pesar de ser mayoría, altos cargos judiciales son ocupados por hombres. Es el techo de cristal, pero acabaremos rompiéndolo en pedazos.

De ustedes han dicho algunos políticos que son hijos de la élite.

Hay ideas preconcebidas al respecto muy alejadas de la realidad. No provenimos de la élite, ni de familias relacionadas con la judicatura, como también se ha asegurado. Nadie nos ha regalado nada, ni ha sido fácil.

Me da que trabaja más de ocho horas. ¿Se lleva expedientes a casa?

¡Claro! El trabajo de un juez es, a veces, más de casa que del juzgado.

¿Cuánto hay de peso moral al redactar una sentencia?

El primer y fundamental deber moral de un juez es fundamentar y motivar bien su decisión, y solamente pueden ser aceptables las justificaciones fundadas en criterios racionales y objetivos de justicia.

¿Alguna vez ha sufrido eso de no querer que la oposición acabe?

La oposición es muy adictiva, pero, una vez superada, tomas distancia de la situación y te asientas en la nueva y mejor vida.

Vamos, que no tiene tiempo para tocar el piano.

Para el piano siempre se dispone de tiempo, es mi necesaria e imprescindible desconexión.

¿Qué melodía sería imprescindible en su teclado?

Nuvole Bianche de Ludovico Einaudi.

27 años. Jueza. Pianista. ¿Y la docencia?

Me encantaría retomar la docencia, disfruto muchísimo y es compatible con la judicatura. Así que no descarto volver a las aulas próximamente.

Y ahora, decana en Huércal-Overa. ¿Produce vértigo?

Desde luego, aunque la vida del juez siempre es tomar decisiones. Si decidir, en la vida cotidiana, es lo más difícil, imagínate cuando en tus manos está el futuro de una persona, de su familia o de una empresa.

La sensación de no poder fallar.

Decidir siempre genera tensión, pero al menos a mí nunca me dio vértigo; el miedo es paralizante y un juez debe decidir y, en lo posible, acertar. Hay que ser sereno y tener sentido común. Afortunadamente, soy muy tranquila. Lo del sentido común y jurídico, lo dejo al criterio de compañeros, abogados y usuarios de la justicia. Así que comienzo este nuevo destino con ganas e ilusión, mucha ilusión.