Ana Martínez Labella es, ante todo, una periodista que un día de feria, entre foto y foto, dio el paso para entrar en el complejo mundo de la política. Ha sido jefa de gabinete en Alcaldía con Juan Megino, jefa de gabinete en la oposición, parte fundamental en la formación de un nuevo partido político, prensa en un pacto de Gobierno, en la disolución del partido y en la entrada de lleno en la vida política como concejal. Todo esto durante 26 años. Que no es poco.
Ahora su actividad se ha trasladado a Madrid como diputada nacional del PP.
Supongo que ha notado mucho el cambio. Madrid no es Almería ni el Congreso el Ayuntamiento.
Es ilusionante, al final somos muy pocos los almerienses los que podemos estar allí y ser una de ellos, es un orgullo.
Es verdad que se nota el cambio. Son otros ritmos, otra forma de trabajar. Yo siempre digo que he pasado de jugar en segunda división a jugar directamente en la Champions.
¿Y cómo se le dice adiós a su casa de 26 años?
Pues muy emocionada, todo el mundo lo vio. Se le dice adiós profundamente agradecida por todo lo que he podido disfrutar. La vida municipal es muy dura pero tiene algo que te hace disfrutar, que te engancha. El poder hacer el más mínimo gesto por un vecino, arreglarle una acera, ayudarle a quitar un contenedor y ver que mínimamente puedes ayudarle, eso siempre es muy gratificante. Luego ya, si puedes participar en grandes proyectos, eso es ya lo más de lo más.
Se marcha cuando empieza una de las obras que más ha trabajado: el soterramiento.
Cuando empecé en el Ayuntamiento, en el año 97, con Juan Megino, es cuando se empieza a hablar del soterramiento, con lo cual lo he vivido desde distintas facetas. Es verdad que como concejal de Urbanismo me tocó implicarme un poquito más, pero bueno, no dejamos de ser personas de paso y hay que agradecer a todos los concejales y alcaldes que han ido pasando para conseguir que el soterramiento sea una realidad. Pero sí, es verdad que lo siento como un poquito mío.
Cuando en el año 97 suena su teléfono para irse al Ayuntamiento, no era consciente de lo que iba a cambiar su vida.
Yo eché el currículum. Esa feria, estando trabajando en la caseta de La Crónica, me entero de que Abelardo Alzueta se va y decidí probar. Presenté el currículum, a María Rosa Granados, a Juan Megino como alcalde y también se lo llevé a Manolo Gómez Montoya, que era el concejal de Personal, para hacerme valer. Ni por asomo pensaba que me pudieran elegir, porque pensaba que era muy joven y con poca trayectoria.
Al final fui la escogida, y no, nunca pensé que pudiera ser a largo plazo. Yo siempre he ido pensando en que esto era una oposición cada cuatro años y he tenido muy claro que tenía que estar a la voluntad del político pero siempre lo he tenido muy claro.
Su vida ha sido movida: Alcaldía, elecciones perdidas, nuevo partido, victorias, disoluciones...
Siempre he estado en la montaña rusa, subiendo y bajando. Son experiencias de vida y todo tiene su aprendizaje.
Llegué siendo jefe de gabinete de Alcaldía y ahí fue un aprendizaje muy intenso. Solo fueron 18 meses porque cuando llegan las elecciones que, aunque ganamos, no lo hicimos con la mayoría necesaria para poder seguir ejerciendo el Gobierno.
Fue un aprendizaje muy intenso estar en la oposición, probablemente es donde más se aprende. Creo que todo el mundo debe pasar por oposición porque así se aprende muchísimo más.
¿Cómo vivió ese día en el que pierden el Gobierno?
Fue una noche muy triste y muy dura porque creo que se había trabajado muy bien. Siempre se habla del mantra del Paseo, pero yo creo que fue un cumulo de circunstancias y al final, faltó muy poco para revalidar la Alcaldía. Pero bueno, al final las cosas pasan porque tienen que pasar.
Creo que Juan como alcalde no se merecía ese premio, se había trabajado tanto... hacía unos meses habíamos traído los Juegos Mediterráneos, ya te digo, fue muy duro. También porque el PSOE hizo que fuera aún más.
¿El PSOE? ¿Por qué?
Me acuerdo cuando salimos del Ayuntamiento. Nos hicieron un pasillo donde se nos gritaba de todo y nada agradable. Yo me acuerdo que me fui llorando porque nos gritaban cosas muy desagradables que no se correspondían con la impresión que tú tenías en la calle.
Lo viví con una gran pena. Era una recién llegada a la política y entonces fue cuando descubría la cara amarga de la política. Es verdad que eso te hace ser más fuerte. Ya conoces las dos caras de la política.
Pierden y entonces les conozco yo. Recuerdo perfectamente aquella rueda de prensa en la que se marcharon del PP tras la elección de Luis Rogelio Rodríguez como alcaldable.
Ellos deciden ser consecuentes, no están de acuerdo con el nombramiento y ellos cinco deciden entregar su acta de concejal, que les honra. Ahora no se hace, pero yo creo que el acta, aunque es nuestra, tenemos que saber que es el partido el que nos da la oportunidad y hay que agradecérselo.
¿Tenían decidido ya montar un nuevo partido?
No. Se decidieron mucho más adelante, allá por el mes de septiembre, octubre.
¿Me está diciendo que las octavillas de aquella feria no eran de Megino?
Sí, eran suyas. Pero eran más un juego para ver cómo calaba en la sociedad. Que tampoco a mí me lo contaron en ese momento, me entero después.
Cuando ya me llaman para montar el partido fue por noviembre. Me llaman Juan, Esteban Rodríguez y Manolo Gómez, donde me llaman para ver si quiero formar parte. Yo creo que se lo debía a Juan. Una de mis grandes virtudes es que soy leal. Él había confiado en mí y por eso asumí el reto, esa aventura.
Y entonces se conviertes en jefa de prensa de Gial, en coordinadora...
El partido lo fundan los cinco pero estaban en su trabajo. Entonces no podían pagar a nadie más, así que, tienes que hacer las labores de gerente, de periodista... la chica para todo. Desde contratar la luz y comprar sillas, a hacer notas de prensa, ver los estatutos y hablar para saber cómo tenemos que lanzar jurídicamente todo. Fue absolutamente meritorio que pudiéramos sacar adelante el proyecto con tan poco tiempo. Fue un lío maravilloso.
¿Cómo recuerda aquellos cinco concejales de la capital de mayo de 2003?
El resultado fue mejor de lo que nosotros podríamos imaginar.
Alguien se tenía que quedar en la sede y fui yo mientras ellos estaban en el Gran Hotel. Es cierto que yo no estuve cuando llamó Luis Rogelio (Rodríguez) a Juan Megino para empezar a negociar, pero fue lo primero que me dijo cuando llegó a la sede.
Llegó el pacto y el choque de trenes entre ambos.
Era rivalidad pero no enfrentamiento. A veces los equipos y los que estábamos al frente de ellos teníamos tensión, esa es la realidad. Que sí, que a veces no nos contaban cosas para que Juan no fuese, había veces que no hacían la delegación de funciones cuando se iba Luis Rogelio, y cosas así, pero bueno, ya está.
A cada uno le tocaba defender lo suyo. Yo me peleaba mucho con mi homólogo, que era entonces Manuel Guzmán (ríe). Probablemente de aquellas peleas hemos terminado en una amistad excelente. Pero lo miro ahora y tengo hasta añoranza.
Cuatro años después se quedan en dos concejales. Y además, pasan por un momento de ‘desafección’ con Esteban Rodríguez.
Yo soy leal y entendía que hasta el último día que estuviera con Juan, tenía que estarlo. Después cuando pasé al PP fui y soy leal ahí. Cada uno es muy libre de decidir lo que él ha de hacer.
Se decide entonces disolver Gial. ¿Cómo decide dar el paso para esa especie de primarias para ir al PP?
Fue muy meditado. Creía que había llegado el momento en el que tenía que dar el paso. Ya mi capacidad de aprendizaje había llegado a un nivel muy alto, había pasado por muchos estratos y ya sí que me apetecía dar ese salto hacia una política más activa.
Lo hablé con mi familia, probablemente no era lo que más le apetecía. Recuerdo perfectamente que mi madre me decía que qué necesidad tenía de esa exposición. Mi marido siempre ha dicho que hiciera lo que yo creía que tenía que hacer, que era una decisión personal y que él siempre me iba a apoyar en lo que decidiese. Pero bueno, creo que en ese momento no me equivoqué.
Pues el comienzo no fue fácil. Sin dinero casi, en un pequeño despacho y con la Ciudad Digital de regalo...
Es verdad que no. Pero había sido la impuesta y lo entendí como una prueba, tenía que demostrar que era una persona del Partido Popular. Pero cuando superas todas las adversidades, estás en paz. Quiero decir que desde ese momento tuve una magnífica relación con el alcalde (Luis Rogelio Rodríguez) y él fue el que me dio confianza para seguir trabajando. Me preguntó que qué área me gustaba, le dije Cultura y me la dio.
De ese comienzo recuerdo que creamos la Noche en Blanco, la Noche en Negro, los locales de emprendedores... hicimos mucho con imaginación, la verdad.
Su gran momento fue quizá cuando se convierte en la concejal de todas las obras con Ramón Fernández-Pacheco. Nunca existió un área así antes.
Teníamos una sintonía mayor porque éramos los nuevos de la lista del 2011, él también había sido asesor...Es verdad que él es el que me da las grandes responsabilidades. Yo en Cultura fui tremendamente feliz, me encantaba Cultura y cuando me llama y me dice, “te voy a cambiar” intenté que no fuera pero me dijo que me necesitaba, y acepté. Creo que nadie ha confiado tan ciegamente en mí como lo ha podido hacer Ramón, y tengo que agradecérselo.
Llego a Urbanismo con cierto respeto, no es lo mismo llevar el gabinete de comunicación que ser la persona que toma las decisiones. Me acuerdo de la primera reunión que tuve con los empresarios del sector que iba como si pasara examen, mentalizada a decir poco y escuchar mucho. Luego vas cogiendo tablas y le agradezco mucho la confianza.
Se quitó entonces lo de la ‘niña de Megino’
Yo creo que todavía sigo arrastrándolo. Y ojo, que lo llevo con mucho orgullo. Yo siempre digo que Juan es mi mentor. De él aprendí, sobre todo, esa capacidad de trabajo y esa vocación de servicio público.
De cada uno de los alcaldes con los que he estado he aprendido. Con María menos porque hemos estado menos tiempo, pero con los tres alcaldes con los que he ejercido he aprendido muchísimo, cada uno con un estilo distinto de trabajo y no tiene nada que ver con el otro. Pero creo que es muy importante saber ver lo positivo de cada uno, ir cogiendo lo bueno e ir sumando a tu propia personalidad y estilo de hacer política.
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