La semana que Almería fue Pearl Harbor

La ciudad se convirtió en un decorado con el blanco como color oficial

El príncipe Juan Carlos de Borbón, hoy rey emérito, presidiendo el desfile de gala en los actos de clausura de la Semana Naval del Mar de Alborán
El príncipe Juan Carlos de Borbón, hoy rey emérito, presidiendo el desfile de gala en los actos de clausura de la Semana Naval del Mar de Alborán Manuel León
Manuel León
19:47 • 24 feb. 2024

Hay entre los jubilados almerienses que se sientan por las mañanas al sol de la Plaza del Educador un pasaje de la historia reciente de la ciudad al que vuelven una y otra vez con una pulcritud de datos y de recuerdos que resulta conmovedora. Se trata del relato de la Semana Naval de Almería que se celebró en julio de 1971 y que evocan estos pensionistas con una solemnidad entrañable, transmitiendo una imagen heroica de aquella ciudad y de ellos mismos con menos años, como cuando aflora la nostalgia por la Mili o por los años de internado en un colegio de curas, dulcificando los momentos vividos y olvidando  las hieles.



Lo cierto es que en ese tiempo del Tardofranquismo, Almería estaba en estado de gracia, con el turismo al alza, con los rodajes y con infinidad de nuevos proyectos hoteleros y residenciales que le hacían aparecer de cuando en cuando en aquel noticiero llamado Nodo que se emitía en el Hesperia como telonero de los largometrajes. Fueron siete días pletóricos -desde el 5 al 11 de julio- en los que Almería se llenó de buques de guerra, destructores, dragaminas, acorazados y fragatas, en los que la ciudad del sol se asemejó a una pacífica Pearl Harbor o a un decorado sureño y simpático para rodar escenas de Oficial y Caballero, reconciliándola con el espíritu de las Almería de las  regatas y de los balnearios.



El color reglamentario durante esa semana fue el blanco de los uniformes y de las velas, con cientos de marineros llenando la ciudad, los bares, las plazas, los prostíbulos; con miles de almerienses echándose a la calle para ver ese estallido de la primavera en pleno verano, para guardar cola a la espera de visitar el portaviones Dédalo, el Crucero Canarias o la joya de la corona, el buque escuela Juan Sebastián Elcano; con apretada muchedumbre avistando desde las playas del Zapillo los movimientos de los submarinos en la demostración anfibia. Fue una semana a la que a Almería llegaron cuatro ministros -Obras Públicas, Aire, Gobernación y Marina- los príncipes de España y un vicepresidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, sin intuir aún su trágico final. Fue como una vorágine de actividades culturales, de inauguraciones en el Parque, de conciertos en el Casino, de cenas en el Club de Mar, en la que, por unos días, los nativos olvidaron las necesidades sociales que aún planeaban en una ciudad, en una provincia, en la que aún no había estallado del todo la revolución del invernadero, en la que la carestía en barrios como La Chanca o El Quemadero aún no había siquiera estirpado la lacra de las casas cuevas.



Era, por tanto, un tiempo contradictorio, en el que los almerienses barrían la ciudad como se barre para la suegra, para que el pelotón de autoridades que nos visitaban -solo faltó el inquilino de El Pardo- vieran muchas bondades y pocas miserias.



Todo principió a través de la Corporación Municipal de Francisco Gómez Angulo, que quiso emular la moda de las semanas navales que habían empezado a proliferar en algunos puertos de mar de España como Barcelona, Santander o Cartagena. El Ayuntamiento hizo la petición al Gobierno y a finales de 1970 en la Plaza Vieja se recibió el telegrama de que la Marina Española había concedido a Almería el honor de organizar la Semana Naval del Mar de Alborán, dotándola con 50 millones de pesetas para mejoras sus carreteras y sus infraestructuras turísticas.



Se contaba como único antecedente con el Certamen Naval organizado en 1900 por la Sociedad Económica de Amigos del País de Almería que contó con la presidencia de honor del almirante Pascual Cervera y Topete, que venía lacerado por el desastre de perder Cuba y que encontró en este gesto de afecto de Almería el primer incentivo para la renovación de la Marina española tras el 98.  La reunión para la organización del evento tuvo lugar en el Ayuntamiento en febrero, presidida por el vicealmirante Gener Cuadrado y por el alcalde en la que se integró el delegado sindical, el presidente de la Cámara, el director del puerto y como secretario, Vicente Fernández-Capel Roselló.



Uno de los actos centrales fue la inauguración del monumento que la ciudad le  dedicó a los hombres del mar en el Parque, frente a la Comandancia, con la presencia del ministro de Marina, almirante Buaturone. Se trata del estanque con el remero y con un monolito en piedra al lado obra del escultor Marino Amaya donde aparece inscrita una frase del Génesis. Este bajorrelieve fue trasladado al Palmeral donde aún permanece. Otras actividades que contribuyeron a animar la ciudad durante esos días fueron los desfiles de militares, la salida de buques hasta la Isla de Alborán, el vuelo de escuadrillas de helicópteros, las galas y cenas de oficiales en el Casino, los conciertos de la Banda de Música de Infantería de Marina en la Plaza Vieja, el Salón de Fotografía, la entrega de melladas a los caballeros aspirantes, la exposición de temas navales en la Escuela de Artes, corridas de toros y las verbenas populares y fuegos artificiales en La Alcazaba con la actuación de Karina.



Fue tal la afluencia de visitantes que se llenaron los escasos hoteles y el delegado de Información y Turismo, Martínez de los Reyes, emitió un bando para que las familias con habitaciones vacías en sus casas pudieran  ofrecerlas a precio estipulado. 


La Semana fue clausurada por los príncipes de España con la jura de bandera y los despachos a 116 nuevos oficiales con miles de almerienses en la explanada del Puerto y, tras ello, con un acto final en el Cervantes con la plana mayor de la Marina española y con las cámara de NODO grabando imágenes que quedaron grabadas para siempre en la memoria de esos jubilados de la Plaza del Educador con tintes de epopeya homérica. 


Temas relacionados

para ti

en destaque