Era primera hora de la mañana y ya toda la planta baja del Museo del Realismo Español Contemporáneo estaba copado de actividad. Allí estaban desde el presidente de la Diputación Provincial, Javier Aureliano García, al equipo destinado para el evento desde la institución, el equipo del MUREC y los periodistas, esos que sin ser protagonistas de nada siempre andan en medio de los días históricos como el de este viernes. Y es que Almería es, desde ya, la capital del Realismo Español.
Con la ilusión del que ha invertido diez años de su gestión (y de su vida) para ese día, convencido de que “se ha cumplido un sueño”, iba de medio en medio un Javier Aureliano García que narraba apasionado cómo convencieron al maestro, al que el artista almeriense Andrés García Ibáñez llamó el “Sumo Pontífice del Realismo Español”, para que se implicara en el proyecto. Las veces que lo llevaron a ver las obras de rehabilitación para que fuera el propio Hospital de Santa María Magdalena el que enamorara un poco más de esta tierra al artista manchego cuyo nombre ya ha quedado ligado “para siempre a este museo”.
Y es que la apertura de puertas de las 11 salas que guardan las 269 obras que conforman la colección permanente se convirtió casi en un improvisado acto de homenaje para un emocionadísimo Antonio López y al grupo de Realistas de Madrid. Decía el artista que tras los muros del siglo XVI se encuentran “unas pinturas, unos dibujos y unas esculturas realizadas por familiares. Mari, mi tío Antonio y por amigos a los que he querido y admirado tanto. Trabajo de un mérito asombroso, llenos de talento y de imaginación. A la altura de lo mejor que ha dado el arte de nuestro tiempo en cualquier lugar y ver juntas esas creaciones tan preciosas es apasionante”. “Si yo viviera en Almería, lo visitaría todos los días sin cansarme”, sentenció.
Tampoco parece cansado de visitarlo la otra mente pensante de este espacio, Andrés García Ibáñez, quien dejaba claro que el MUREC zanja una deuda que tenía nuestro país con los realistas contemporáneos. “Siempre me he preguntado por qué el Realismo Contemporáneo no estaba contado en ningún museo” y de ahí nace este proyecto después de haber visto fracasar la iniciativa del primer amago de espacio para los Realistas de Madrid en Albacete. Fue entonces cuando pensó que el Hospital Provincial, entonces en rehabilitación, era un buen sitio para albergarlo. Antonio López se unió a la idea y Diputación “puso los medios” para que ahora sea una realidad en la que han colaborado muchos coleccionistas. Solamente Antonio López ha puesto a disposición más de 60 obras entre las que se pueden ver el primer dibujo de maestro y su primera pintura del año 1949, inéditos hasta ahora.
Rendido a los pies del “talentazo” del único Realista de Madrid que aún sigue vivo, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, dejaba claro que el de este viernes era “un día mágico y excepcional” porque la llegada del MUREC es “un nuevo hito para la cultura no sólo de Andalucía, sino que es un hito para toda España” que “hace de Almería la capital del Realismo Español Contemporáneo” siendo “un atractivo más” para todos los visitantes.
Visitantes que espera que “revitalicen el Casco Histórico” la alcaldesa de la capital, María del Mar Vázquez. Cree que será “una inyección para la actividad cultural y económica” y un “relanzamiento” de todo el entorno. Hizo repaso la regidora de la ciudad por el importantísimo cambio cultural vivido ya que “en los últimos 20 años se han abierto prácticamente todos los espacios museísticos de Almería” en los que de alguna manera, además, ha estado involucrado García Ibáñez.
Los otros protagonistas
Pero es cierto que en la jornada hay otros protagonistas que este viernes han estado en un segundo plano pero que son parte fundamental de lo que es hoy el MUREC. Así, los familiares de aquellos artistas coetáneos a Antonio López que no han podido ver el reconocimiento adecuado a su arte, han sido fundamentales tanto en la consecución de las obras que allí se exponen como en el respaldo que algunos de ellos mostraron acudiendo a la inauguración. Uno de ellos, Francisco López Quintanilla, hijo de Francisco López e Isabel Quintanilla, expone también una de sus obras en las salas del antiguo hospital y a su llegada mostraba su admiración no solo por el contenido de este museo sino por su continente. Y es que no todos los museos pueden decir que los muros que sustentas sus obras datan del siglo XVI.
Precisamente del continente, del edificio, su historia y la complejidad de su rehabilitación el que más sabe también estaba recorriendo de pasillo en pasillo desde el inicio de la mañana. Alfredo Garrido, el arquitecto provincial de cuyas manos ha salido el proyecto de restauración, no podía ocultar su satisfacción al contemplar el final de un camino que comenzó entre salas abandonadas, “algunas de ellas incluso estaban amenazadas con la ruina”, en el que ha habido curvas al descubrir complicaciones capaces de mover cimientos o descubrimientos con joyas históricas como las piezas que constituyen la escalera de Juan de Orea.
Pero el otro protagonista es quien se queda a partir de ahora solo ante el peligro. Juan Manuel Martín, director del MUREC, es el creador del proyecto museográfico, con la colaboración de Javier Pérez Rojas, director científico de las obras de la primera mitad de siglo, y de Antonio López y Andrés García Ibáñez, ha montado todas y cada una de las salas, conoce los cuadros y los redescubre cada día. Sabe que a partir de ahora tiene el reto de convertir el museo en un espacio dinámico, tiene claro que “la colección tiene que seguir avanzando, no puede ser algo cerrado” sobre todo mirando a los realistas que seguirán surgiendo. Y es que ahora toca que lo que es realidad siga teniendo sueños.
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