Se acerca el comienzo oficial de la primavera, época en la que arranca la temporada alta de comuniones y bodas en la provincia de Almería. Estas celebraciones dinamizan la hostelería, las tiendas de ropa y también las lavanderías. Si una persona busca en Google lugares de la capital a los que llevar sus prendas a lavar, aparecen más de una veintena de referencias, la mayoría de tipo autoservicio, de franquicia, pero todavía aguantan al pie del cañón varias de las de toda la vida, comercios en los que el trato cara a cara con el cliente es pilar fundamental.
Una de las tintorerías con más solera de Almería, Nieto, se encuentra en Avenida Cabo de Gata. Fundada el 13 de enero de 1997 por Antonio Martínez y María Nieto, este negocio familiar superó una dura crisis económica, la pandemia y planta cara a la competencia de lavanderías automatizadas en las que el personal humano brilla por su ausencia. "Tradicionales como la nuestra quedan muy pocas en la ciudad", afirman estos especialistas en prendas delicadas que ahora afrontan una de los mejores períodos del año para su comercio.
"Enero y febrero son meses flojos, pero ahora con el arranque de la temporada de bodas y comuniones tenemos una subida de clientela", asegura Martínez, que detalla que durante todo el año "nuestro perfil de cliente más asiduo es el que trabaja en oficina o gente de negocios que tiene que usar traje a diario. También nos traen sus camisas para que las planchemos". A las celebraciones citadas se une el cambio de tiempo, cuando los almerienses aprovechan para guardar la ropa invernal y colgar en los armarios ropa más acorde con la climatología primaveral y pensando ya en el verano.
Desde Alhama a la capital
Este emprendedor matrimonio remanece de Alhama de Almería y, después de meses haciendo kilómetros cada día para ir del pueblo a la capital, y viceversa, decidió comprar un piso en la ciudad, en un barrio de El Zapillo que es su zona de influencia y donde no tardaron en asentarse. De hecho, él fue Hermano Mayor del Gran Poder y forman parte de la asociación de comerciantes de este popular y extenso vecindario almeriense en el que tienen clientes muy fieles.
Comenzaron con un pequeño local hace 27 años, mudándose en agosto de 2010 justo a otro que había al lado, al que dejó libre la mítica Marisquería Veracruz, referente de la hostelería almeriense que desapareció, en gran parte, por culpa de la crisis. El espacio de la cocina de este restaurante ahora está lleno de lavadoras y maquinaria industrial en las que cada mes se lavan cientos de prendas que pasan por las manos de Antonio, María y también de Eva, que pertenece a su familia y se encarga del planchado.
"Nosotros comenzamos a trabajar en la lavandería de un familiar, aprendimos y decidimos emprender por nuestra cuenta en este sector al que llevamos vinculados más de 30 años", detallan desde Lavandería Nieto, un exitoso comercio que, sin embargo, tiene un futuro incierto. Con 55 años de edad, el matrimonio recalca que "no habrá relevo generacional". Tienen dos hijos, el mayor estudió Química y la pequeña está en Bachillerato. "Mucho tendría que cambiar el panorama para que ellos sigan con la lavandería", reconocen.
Pero la familia Martínez Nieto todavía tiene mucha mecha e ilusión por seguir recibiendo con los brazos abiertos a los almerienses. Trabajan todos los días a excepción del sábado tarde y los domingos, hacen algunos servicios a domicilio, "sobre todo para personas mayores que les cuesta desplazarse" y ofrecen la posibilidad de recoger, limpiar y almacenar alfombras que en septiembre devuelven a sus propietarios, muchos de ellos clientes desde hace décadas, con los que existe un vínculo especial que difícilmente se da en las lavanderías de autoservicio.
Los duros años de pandemia
Encarando sus tres décadas de vida, Lavandería Nieto ha tenido momentos de esplendor pero también ha sufrido, como muchos otros comercios, épocas de incertidumbre: "La pandemia fue la peor época, porque nosotros no hicimos ropa de hoteles ni de hospitales. Bajó un 80%. Estar abiertos sin clientes fue muy duro. Las ayudas fueron un cuento chino. Por suerte, todas las bodas que se habían suspendido por el COVID-19 se celebraron posteriormente de golpe, así que tuvimos doble trabajo después".
La constancia, el sacrificio y la profesionalidad han sido clave para que este negocio familiar siga en pie durante tantos años, a pesar de que su ubicación "no es buena para que pueda venir un cliente en su coche. Sobre todo ahora que han quitado un carril de la Avenida Cabo de Gata". Antes los vehículos paraban un minuto en la puerta y la gestión se hacía de una forma rápida: dejar la prenda y marcharse. Ahora difícilmente se da esa estampa en la entrada de esta lavandería en la que han recibido un mantón de manila de incalculable valor, han restaurado un vestido de novia de una madre que se lo dio a su hija e incluso un manto de la Virgen de 200 años de antigüedad.
En esta tintorería se conjugan las buenas virtudes de un comercio tradicional, levantado sobre los cimientos de la ilusión, en el que se derrocha el trato cercano, familiar, donde se tiende la mano al cliente cara a cara, sin necesidad de ranuras para echar una moneda, ni inertes carteles que expliquen cómo lavar las prendas en media hora.
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