Fue la vía que provocó el crecimiento de Almería hacia el este, la que ayudó a unir la ciudad con los alejados núcleos y cortijos que salpicaban todo el camino hacia la ya desaparecida Vega. La Avenida Cabo de Gata, con sus más de 3 kilómetros en paralelo a la costa, es una arteria almeriense clave que siempre está llena de vida. Pese a ello, como muchas otras importantes calles y zonas de la capital, también está sufriendo desde hace unos años lo que se podría considerar como una 'sequía comercial'.
Desde Ego Sport Center, donde comienza, hasta que muere pasando la gasolinera del río, en esta avenida se contabilizan cerca de 150 locales comerciales, de los que una treintena están cerrados y a la espera de compradores o inquilinos. Muchos llevan años, incluso décadas, en desuso. Los carteles de venta y de alquiler decoran cada vez más escaparates y puertas a pie de acera, donde antes había negocios históricos, que murieron por jubilación, y otros más contemporáneos, que echaron la persiana en poco tiempo porque no salían las cuentas.
Recorriendo la Avenida Cabo de Gata desde el Ego, hay que caminar hasta las terrazas de Las Almadrabillas para toparse con uno de estos locales que acumulan polvo en sus ventanales. Bajo el edificio Presidente se encuentra a la venta en el que estaba la 'Academia de Danza Alboreá', mientras que desde San Miguel a Villagarcía hay otros cuatro: antigua inmobiliaria 'Loft', 'La Casa de las Frutas', uno pequeño junto al número 102 y otro que está en calle García Cañas, a un paso de la avenida, en el que estuvo Mapfre.
Medio kilómetro con más de veinte locales 'huérfanos'
Este fenómeno de establecimientos sin uso que buscan nuevos emprendedores que le vuelvan a dar pulso es mucho más notable tras pasar la Habana Playa. Desde esta histórica cafetería y hasta la Plaza de El Zapillo se contabilizan más de una veintena. En este tramo, de unos 500 metros, hay ubicaciones en las que los comercios no han llegado a durar ni tres años, ganándose algunos de estos locales la etiqueta de "malditos" por la poca durabilidad de los negocios a los que han dado cobijo.
Centro de masajes, de estética, tiendas relacionadas con la informática y las telecomunicaciones. También de alimentación, de ropa, una inmobiliaria, una peluquería de señoras, otra de mascotas, una carnicería, un kebab e incluso un estudio de tatuajes son los últimos huéspedes de estos locales vacíos en pleno corazón de la Avenida Cabo de Gata, en este tramo que cada vez parece tener menos pulso comercial pese a que en el pasado albergó comercios de gran solera como 'Pincel' o 'Autoservicio Garrido'. Incluso está en venta lo que fue el popular 'Chamonix', un misterioso y polémico negocio que tuvo como último nombre 'La Comisaría'.
Tampoco hay que olvidar que en este medio kilómetro de la avenida está el edificio 'fantasma' que tuvo en sus bajos el famoso negocio de restauración 'Pollos San Juan'. Todo el inmueble está abandonado desde hace 18 años, a la espera de inversores que den vida a esta parte de la Avenida Cabo de Gata, que ha sido reformada recientemente para hacerla más accesible al peatón, pero que parece no ser atractiva ni rentable para el emprendimiento, pese a estar en una arteria principal, reformada, cerca del Paseo Marítimo y en un barrio que acoge a cientos de estudiantes durante el curso y a multitud de veraneantes en los meses estivales.
Menos negocios y más viviendas
De hecho, por todo el barrio, como en muchos otros de la ciudad, está proliferando la conversión de cocheras y locales a viviendas, que parece más rentable que abrir una tienda. Y es que la demanda de pisos cada vez es mayor en El Zapillo y la oferta muy reducida. Cada curso el desembarco de jóvenes que llegan para estudiar a la Universidad de Almería desde diferentes pueblos de la provincia, desde otros lugares de España y los Erasmus que proceden de multitud de países distintos, se nota. La mayoría quiere vivir a un paso de la playa de la ciudad y en verano dejan libres estos pisos para que sus propietarios puedan sacarle el doble (o el triple) durante junio, julio y agosto.
Siguiendo la Avenida Cabo de Gata, poniendo rumbo hacia el Auditorio Maestro Padilla, el local del bar 'El Bocaito' y donde se encontraba Adesso (que se ha mudado), ambos frente a El Palmeral, también languidecen a la espera de nuevos huéspedes, mientras que hasta la gasolinera solamente hay dos locales sin vida comercial actualmente: uno todavía en bruto en la siguiente esquina de la 'Capri' y en el que abrió 'La Nevera Azul', frente a la rotonda en la que desemboca la Avenida Nueva Almería.
Esta es la realidad en una de las arterias principales de la ciudad: cada vez más locales cerrados y vacíos, acumulando polvo y sin previsión de que nadie los resucite. Los letreros, aunque sin luz, se mantienen en comercios ya extintos, como el vestigio de un pasado comercial que se topó con una crisis, una pandemia y los innumerables riesgos que implica ser emprendedor.
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