Alegría, emoción y, sobre todo, amor. El barrio de Los Ángeles abrió las puertas de su Iglesia a dos personas que quisieron vivir uno de los momentos más felices. Porque han recorrido el mismo camino desde que se conocieron con 8 años y no todos los días se pueden celebrar las ‘Bodas de Oro’. Los protagonistas son Mari Gázquez (12/12/1944), y Jerónimo Fernández Narciso (29/12/1943). Ella nació en la Calle Regocijos y él Lepanto. Se dice pronto pero han cumplido más de medio siglo desde que se dieron el “Sí, quiero” allá por 1974. Familiares y amigos quisieron acompañarlos en un acto precioso.
Mari, que va a cumplir 80 años, se crio en El Quemadero y luego se fue a las Casas de la Renfe porque su padre era ferroviario. De ahí a Calle Granada, en las inmediaciones de la Escuela Maestría, y después en Cruz de Caravaca. Un buen día el destino quiso que Jerónimo se cruzara en su camino. Ella estudiaba en las Adoratrices, él era monaguillo allí, y empezó su bonita historia.
Inicios
“Jerónimo es una persona tímida, y por aquellos entonces pues quedábamos de vez en cuando, dábamos una vuelta, pero claro realmente no éramos novios, hasta que un día me escribió una carta declarándose. Recuerdo que yo tenía 22 años, noviamos unos tres años y entonces nos casamos, pero realmente nos conocimos con 8 años”, cuenta Mari a LA VOZ y Cadena SER.
Trabajo
Podían mantener contacto casi a diario porque Mari trabajaba en el laboratorio Lidfex de la Farmacia de la Rambla Alfareros, que era de Blas Fernández Fernández, y Jerónimo llevaba las recetas al despacho que estaba justo al lado del puesto de la que posteriormente sería su esposa. Él tuvo que marcharse a la Mili, y al regresar se incorporó en la Farmacia de Antonio Jesús Fernández Martínez, el hijo de Blas, y donde trabajaba Mari. “Nos sacamos el título de auxiliar de farmacia mediante unos cursos y Jerónimo y entonces se marchó con Martín Mestre al Barrio Alto. Yo me quedé en la Rambla Alfareros”, señala.
La boda
Con 28 años “ya éramos pareja formal y nos casamos el 21 de abril de 1974 en el salón de Los Ángeles -todavía no estaba terminada la Iglesia- porque mis padres vivían en Cruz de Caravaca y nos pertenecía allí. La pedida fue muy sencilla, sin obsequios. Mis suegros vinieron a mi casa, hablaron con mis padres y pusimos la fecha”. No hubo celebración, ya que “si la hacíamos nos quedábamos sin viaje de novios”. Fueron a Murcia, Alicante, Palma de Mallorca, y Barcelona.
Al volver de la luna de miel había que formar una familia y vino al mundo Esther María Fernández Gázquez (28/2/1975), que hizo magisterio y lleva 16 años de monitora en el Colegio Santa Isabel; y después Juan Jesús Fernández Gázquez (23/7/1978), que se ha dedicado a la electricidad.
La vida de Mari
Mari cuenta que hubo dificultades económicas y se reinventaron para dar de comer a sus hijos: “Estuve trabajando después de casarme, pero al tener a mi hija dejé la Farmacia para cuidarla. A los seis meses Jerónimo se quedó parado y no entraban ingresos. Nos buscamos la vida vendiendo productos por los pueblos para ir tirando y después me puse a cuidar a niños en algunas casas hasta que nació mi hijo Juan Jesús. Iba a trabajar con mi hija en el cochecito y yo con el embarazado muy avanzado, pero es lo que tocaba”.
Mari se considera una persona “inquieta”, con grandes objetivos en la vida, y se emociona cuando recuerda tantos años de trabajo en diferentes puestos: “Después pedí Colaboración Social al INEM y fui a Economía y Hacienda, de ordenanza; tenía mi puesto en la tesorería. Luego eché mi solicitud en Diputación y allí me jubilé, así que tengo una larga trayectoria. En Hacienda estuve 5 años y luego alrededor de 12 en Diputación. No tenía plaza fija pero iba firmando contratos y me siento orgullosa de lo que hice en mi vida porque luché mucho por mi familia. Me sentí muy querida”.
La vida de Jerónimo
Lo despidieron de su puesto de trabajo de toda la vida y el marido la jefa de farmacéuticos de Almería, que tenía una Farmacia en El Ejido, le ofreció un cargo “porque Jerónimo lo estaba pasando muy mal y quisimos levantarlo”, cuenta su esposa. Se dedicó a hacer guardias incluso de semanas enteras, luego solo medio día... Hasta que buscó nuevos retos profesionales en una gasolinera y una tienda de chucherías, ‘Don Glotón’. Él puso punto y final a su carrera laboral en Frenos Sánchez, donde se jubiló, “aunque para él la vida siempre ha sido la Farmacia”.
Día inolvidable
Los Ángeles se revolucionó con las bodas de oro de Mari y Jerónimo durante un sábado, 27 de abril de 2024, en el que quisieron celebrar con los suyos 50 años de esfuerzo y felicidad. Como gran sorpresa, recibieron la Bendición Apostólica del Papa Francisco. El matrimonio no se lo esperaba y tanto Mari como Jero se emocionaron. Mari lleva también más de 40 años de catequista en la Parroquia de Los Ángeles y ayuda a personas mayores que se quedan viudas. “Esta es mi locura, me encanta echar una mano a los vecinos, tomarme un café con ellos y que se desahoguen”, añadió.
Discurso de Mari Gázquez
“Qué fuerte, las bodas de oro. Y qué bonito llegar hasta aquí tan bien acompañados. Hace 50 años era el día de nuestra boda y cuánta ilusión y entusiasmo, empezábamos una nueva vida, pero no era de ese color rosa que esperábamos porque vinieron las dificultades, los problemas, las enfermedades, la carencia de medios, etcétera. Para enfrentarnos a todo esto se necesitaba mucho amor, una fe profunda, aceptarnos tal y como somos y ponernos en las manos de Dios”.
“Llegaron las bodas de plata, celebradas por don Manuel Pozo, aquí presente, y otros sacerdotes que ya están en presencia del señor. Vinieron mis hijos, ya muy crecidos, y el amor seguía latiendo. Muchas caídas, pero volvíamos a levantarnos con ayuda de familiares y amigos, y sobre todo con la ayuda de Dios”.
“Ahora, tras 50 años de matrimonio y con mucha lucha y sacrificio nos vemos mayores, canosos, achacosos, pero damos gracias a Dios porque seguimos juntos. Jero, de pocas palabras pero de muchos hechos. Ayuda en la cocina, me acompaña a todos los sitios, siempre juntos, el que me ha ayudado en catequesis, reuniones y convivencias. Un amor profundo a base de alegría, sufrimiento, dolor, respeto y perdón que ha valido la pena. Nos queremos más en esta etapa final. Jero, es cuando más nos necesitamos y tú los sabes. ¡Juntos hasta que la muerte nos separe. Te quiero, Jero!”.
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