Amanecía el pasado martes 23 de abril soleado en Almería. Tras unos días de frío y helor, clareaba Almería con su fulgente sol brillando su luz tan radiante que tan solo apenas pueda ser igualada por la luminosidad de la pintura que el extraordinario valenciano Sorolla imprimía en sus lienzos. Y este tostado día será recordado, entre otras anécdotas, como ser el Día Internacional del Libro o cumplirse la onomástica de la muerte del soldado romano y mártir San Jorge allá en el siglo IV (año 303), por igualmente conmemorarse una nueva adaptación del anagrama de La Voz de Almería.
Esta mutabilidad, la octava en el largo caminar de la publicación almeriense, se hace coincidir con el arranque de campaña de onomástica de este noticiero asentado en el sureste de la península ibérica: La Voz de Almería cumple este lapso 85 años de vida, 85 primaveras de correspondencia con los almerienses, de vínculo con la ciudad, de ligazón con la integridad de la provincia.
A los veedores de noticias en prensa diaria, seguidores fieles de la cabecera elemental en el panorama periodístico de Almería, este cambio de emblema puede gustarles más o menos, pero lo cierto es que creo que era necesario. Se cumplen ahora once años de la última renovación que hizo la editora de este medio en su emblema, en su perfil. El de ahora es un cambalache que no solo muda la tipografía hacia otra más estilizada, más moderna y más memorable, salvo que además cambia el color. Es una vuelta al negro, el color referente de los noticieros tradicionales, remarcando, en rojo, el término “Voz”, en rojo y en Mayúscula.
El lozano emblema no solo es más original y fácil de recordar creando una conexión inmediata con los leedores, sino que tiene una espigada versatilidad, que le admite actuar en una línea, en dos, eliminando parte de su nombre, abreviándose…pero siempre la concurrencia puede adivinar qué es, cuál es el nombre, su contenido, su mensaje y, mayormente, su calidad, fiabilidad, honradez, lealtad e integridad.
Se trata de un logotipo que va a ayudar a alimentar la confianza y la lealtad de los lectores del diario, identificando y promoviendo la rectitud tradicional de este tabloide con la provincia almeriense, en alentar esa conexión que antes era diaria y que ahora es súbita, instantánea. El novedoso logo aúna esa relación del lector que cada mañana adquiere su diario en papel con el nuevo y coetáneo leyente de las noticias on line por su prontitud, inmediatez y simultaneidad. El nuevo logo nos identifica con la cotidianeidad de la información –visible con ese interesante punto rojo del logotipo al final- con la cita matinal regular del comprador de prensa escrita de calidad y casta –a través de su nombre en impresión redonda color negro-.
Creo que La Voz gana mucho con el cambio a este logotipo tan personal y creativo y, aun así, simple, si bien es cierto que para quien ha impulsado este trueque tan necesario ha debido ser un desafío muy grande del que sale airosa por la eficacia granjeada. Sospecho que esta original marca, por su simpleza, atemporalidad y relevancia ha llegado para avencindarse en el paisaje de los almerienses que ansían estar informados y que lo hacen –y seguirán haciendo- tanto a través de las páginas verídicas de gramaje del 43, como a través de las irreales planas que proporcionan las páginas web que leemos en nuestro Smartphone, Tablet o computadoras.
A los detractores del cambio de logotipo de La Voz, que incluso los hay, decirles que era algo ingenuamente necesario porque el diario debe avanzar, no puede anquilosarse y debe ir siempre avante y el nuevo logo lo va a conseguir, lo está consiguiendo. Se trata, igualmente, de un cambio que es el octavo en la larga vida de este rotativo que cumple ahora en 2024 los ochenta y cinco años de vida, tras su nacimiento como ‘Yugo’ y su posterior reemplazo como ‘La Voz de Almería’. En la imagen que acompaña este ensayo se pueden apreciar las variadas evoluciones que ha tenido el anagrama hasta llegar al actualmente utilizado. Y podemos curiosear como con la llegada del siglo XXI la editorial ya comenzó a asociar su imagen con el rojo, color que se refuerza, como podemos observar en la novedosa imagen actual.
La empresa busca con este color bermejo identificarse con la calidez y a la par pasión y seducción que intenta plasmar y reflejar en la comunicación de los sucesos diarios a todos los leedores. El rojo, un color de los más visibles y poderosos del espectro de pigmentos, que es muestra del poder, ese cuarto poder o influencia que tradicionalmente se identifica con los medios de comunicación. En suma, un color que pese a solo impregnar tres de las catorce letras que forman su nomenclatura, llenan y dan fuerza a esta imagen, como el contrafuerte del punto, también en rubí, cerrando el concepto. Pero no solo cerrándolo sino que afirmando esa calidad, honestidad, sinceridad y, sobre todo, lealtad y dignidad de la información que cada día transmite este medio de comunicación. Y punto.
Un nuevo logotipo, que viene para ser símbolo que reverbera la actualidad informativa, de este noticiario que ciertamente es el periódico de todos los almerienses no solo en papel sino además en los diferentes canales digitales por los que se muestra de talante instantáneo para implicar y hacer partícipes a todos los almerienses –tanto a los que están en esta tierra del sur como a los que están fuera por diferentes motivos personales o profesionales- de las coyunturas, realidades y circunstancias que el día a día nos muestra y que tan deseosos estamos de conocer y de ser partícipes. Enhorabuena por el cambio.
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