Uno de los peluqueros más populares de Almería se jubiló en la fecha emblemática del Día Internacional del Trabajo. Lleva en el barrio desde 1969 cuando tenía 11 años. Empezó a trabajar de aprendiz con su primo Juan en peluquería Uclés en el barrio de Villagarcía. En 1987 montó su negocio en la calle Jaúl, junto a pollos San Juan y desde 2006 ha ejercido su oficio en calle Motril. Su éxito profesional ha venido marcado por su empatía, la sonrisa de zorro viejo. En Almería nos conocemos todos y sabemos que en el negocio, en el barrio o en el asiento de abonado de la UD Almería, aparece como él mismo.
Juan José García García nació en 1958 en la calle Zagal, barrio de la Plaza de Toros. Mientras dialogo con Juanjo, llega un hombre con sentido de humor. Juan Pardo Cabezas (Almería, 1950) afirma que conoce a Juanjo desde los tiempos en los que se pasaban necesidades y hasta veíamos como se robaban algarrobas y observábamos los bidones grandes de vino manchego que desde la estación de tren se trasladaban al barrio de la Plaza de Toros. Juan González Soria (Almería, 1940), extrabajador de Caja Rural, comenzó a ser cliente de Juanjo desde siempre y muestra su retranca: “Juanjo me pela, y ya mañana veremos, pero lo echaré de menos”. Hasta finales de los años 60 del pasado siglo, en peluquerías del mundo rural, había peluqueros que te ponían una inyección o te extraían un diente.
Casado con el amor de toda su vida Piedad son padres de Juan José García Ortiz, guardia civil. “Ellos y mis tres nietas me dan tranquilidad y energía. Mi futuro es el de ayudar, ser servicial, apuntarme viajes al Imserso a ver si tengo suerte. Vivir la vida y esperar lo que Dios depare”, manifiesta. Las peluquerías no son centros sociales, ni hogar de pensionistas. La vida va deprisa. Merece la pena plantearse cómo eran las peluquerías en tiempos en los que la vida pasaba por la lectura de periódicos, discutir la actualidad y desahogarse. “Antes éramos más sociables y ahora prima el individualismo, la inmediatez. Se echa de menos la relación y las confesiones de las personas. Algunas personas mayores se refugian para la digestión y luego se van a caminar. Ahora todo el mundo va a lo suyo. Ahora llegas, te sientas, callas, te coges el teléfono móvil, mensajes, internet, y te crees más listo que el mundo entero”.
Juanjo lo tiene claro: “Yo soy un clásico de toda la vida porque trabajo con navaja y tijera. Y maquinilla cuando lo pide el cliente. No hay nada más. El corte de pelo de ahora no dura nada, cada diez días hay que pasar por la peluquería, dice”. Hay niños que quieren el corte de pelo de un famoso futbolista. Juanjo mira al futuro y anima a los jóvenes. “La evolución del barrio es enorme y en cuanto a peluquerías está todo multiplicado. Todo el que se mete en un negocio, si pelea sale adelante porque el sol sale para todo el mundo cada día. Siempre hay que ser profesional y si te equivocas, pedir perdón”.
Habla con afecto del tradicional bar Los Cármenes. “Eran mis vecinos y allí estaban los hermanos Aguilar. Eduardo, Antonio que ya no están. José Luis Aguilar sigue en la brecha como persona leal”. Pasa tanta gente por el establecimiento que tiene palabras para los más fieles. Son muchísimos. El lunes me despedí de los médicos Luis Castillo y de su hijo.
De Maastricht, la del Tratado, la ciudad menos neerlandesa y menos nórdica de País Bajo, me ocurrió una anécdota que tiene mucho que ver con el peluquero que ahora se jubila. Mientras cenaba, en compañía del presidente de los empresarios José Cano y los periodistas Martín Navarrete y Pedro Manuel de la Cruz, entre otros, llegó la tuna de Medicina de Alicante. Al instante se dirige un tuno hacia mí expresivo: “Es usted el periodista con el que coincido varias veces en la peluquería de Juanjo. Qué alegría”. Ese muchacho que se identificó como el hijo del cirujano Ferrer es en la actualidad un reputado médico. Manuel Ferrer, experto en cirugía de la obesidad, del cáncer gástrico y cirugía de la vesícula biliar, es miembro de la Asociación Española de Coloproctología. Eminencia. El político de Gádor Eugenio González me confiesa que perdido arrobas, gracias a Ferrer. Ahora recorre el Andarax en bicicleta, junto a su primo el médico Antonio Rodríguez. La anécdota que me ocurrió de Maastricht ya la conoce medio Almería.
Mas de una vez, he realizado piezas periodísticas en su peluquería. Una vez le llevé al gran Alfredo Relaño, quien salió encantado. Para muchos periodistas, Juanjo ha sido la prolongación del pasillo de la casa para muchos colegas desde los tiempos de los añorados Luis Carranza de TVE y Abelardo Alzueta. Le informo que el mejor amigo de Carranza, el reportero de TVE presentará su libro de experiencias por el mundo en Almería, el 18 de septiembre, posiblemente, en la sede de la Asociación de Periodistas.
Personas arraigadas en el barrio llegan para corte de pelo y afeitado. Carmelo Cazorla Lozano, abonado del Almería como Juanjo, confiesa que jugó en el Sabadell y en otros equipos catalanes como Campoamor, coincidiendo con Eladio aquel lateral del Barça que cubría a Amancio. Mecánico soldador, tuvo el bar Tahiti donde se convirtió en íntimo amigo de leyendas como el mundialista Florencio Amarilla y de Francisco González, conocido por Larache. Participa en la conversación Jesús Manuel Porcel Román, con más de 20 año como albañil y ahora conserje del Residencial Mirador de Nueva Almería y que nos habla del afecto que le tomó a Fernando Soriano, que ahora triunfa en el Dépor. Un vecino asoma la cabeza y suelta: El futuro entrenador estará será uno de nuestros vecinos. Francisco, Fran, Salmerón y Héctor Berenguel. Juanjo ya mira al futuro con sueños renovados.
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