Cuando en el casco histórico nos llega el rumor de que se van a construir nuevas viviendas para vecinos de verdad echamos las campanas al vuelo y lo festejamos como si fuera un acontecimiento extraordinario. Últimamente vivimos amenazados por el fantasma del turismo a granel que nos ha traído de la mano el invento de los pisos y de las casas turísticas que están dejando asoladas zonas vitales de nuestro entorno más valorado. Arreglar una casa, ponerla en valor y destinarla al alquiler turístico es un gran negocio para el propietario, pero una mala inversión para el casco histórico que se va quedando poco a poco sin esa masa vecinal auténtica que participa activamente en la vida del barrio, que se inquieta por sus problemas, que batalla por mejorarlo, que va a comprar a la tienda cercana. Destinar tanta vivienda al turismo está generando un desarraigo y una sensación de soledad que puede llegar a cotas extremas como está ocurriendo en el barrio de la Almedina.
El turista que viene cuatro días a una casa de alquiler deja dinero en las manos del propietario de la vivienda, pero no se compromete con el barrio. Por eso, cuando salta la noticia de que un promotor va a construir viviendas para vecinos y para familias, de los que se quedan a vivir para siempre, hay que festejarlo a lo grande. Esta semana se ha visto movimiento en el solar Cretácico de la Plaza de Marín, un escenario que lleva casi 25 años esperando la construcción de un edificio que unas veces por la crisis económica y otras por la crisis sanitaria se ha ido quedando en nada. Una valla publicitaria anuncia la construcción de doce apartamentos de uno y dos dormitorios, con local comercial y lo que es más importante aún, con plazas de garaje, que tal y como está el tráfico en el centro se han convertido en las piezas más cotizadas del negocio urbanístico.
Donde ya han entrado los obreros es en el solar donde estaba la antigua tienda de los Hermanos Segura. Se está trabajando en los cimientos y en un plazo de un año un nuevo edificio con viviendas y vecinos de verdad dará un impulso a la esquina de la calle de las Tiendas con la calle Perea. Detrás de este proyecto está el el promotor José Ortega, que después de terminar con éxito un edificio histórico frente a la iglesia de Santiago, se ha embarcado en otra aventura urbanística que contempla la construcción de doce apartamentos, un ático y un local comercial haciendo esquina. Las viviendas serán en su mayoría pequeñas, de cincuenta y sesenta metros y contarán con dos ventanas a la calle.
La aparición de estos dos nuevos edificios debe de servir para darle impulso a la manzana que se extiende entre la Plaza de Marín y la calle de las Tiendas y para que el Ayuntamiento de Almería se decida a acometer de una vez por todas una reforma que no admite más demoras, como es la remodelación del pavimento de la calle de las Tiendas, que no solo se ha quedado desfasado estéticamente, sino que en algunos puntos, sobre todo los que se corresponden con las terrazas de los bares, presenta un aspecto lamentable con una capa de grasa acumulada que resiste las acometidas de las mangueras de los funcionarios de la limpieza. De paso, no estaría de más poner un poco de orden y concierto en la zona que está ocupada por las mesas y las sillas de los bares para que los viandantes pueden transitar con holgura, teniendo en cuenta que estamos hablando del paso principal que une la Puerta de Purchena con el entorno de la Alcazaba.
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