Compran el edificio de La Bilbaina (calle Real) para vaciarlo

Se trata del antiguo almacén de coloniales de la familia Ruiz que conservará la fachada

Trabajos de demolición interior del edificio esta semana.
Trabajos de demolición interior del edificio esta semana. La Voz
Manuel León
23:33 • 21 may. 2024

Tras varios flirteos de empresarios promotores para construir apartamentos con bajo comercial, la actual empresa propietaria del viejo edificio donde estuvo el almacén de coloniales La Bilbaína, ha iniciado el vaciado del inmueble respetando la fachada.



La idea de la propietaria es vender el solar vacío, ya demolido, para que otra empresa sea la que construya y promueva. La comercialización de la finca la lleva a cabo la empresa Expertosinmobiliarios. 



El edificio, entre las calle Real y Gravina, está provocando estos días cortes de tráfico para evitar riesgos, con una grúa actuando en sus muros. 



La bilbaína fue una de las grandes casas de ultramarinos de antes y después de la Guerra en el centro de la capital. Se trata de una amplia casona, ya derribada, de 564 metros de planta y 938 construidos que da a dos calles, con un nivel 4 de protección de fachada, frente al arco ahora cerrado por obras que comunica la calle Real con la de Braulio Moreno.



Perteneció este señorial inmueble a la familia Ruiz que tenía vivienda en la parte de arriba y abajo el célebre almacén de coloniales.



Pero su origen se remonta a más de un centenar de años, cuando en esos bajos abrió academia de preparación de bachilleres el profesor Juan González Bodín, en 1891. Después tomó el relevo Juan Martínez que regentó un almacén de licores. Hasta que en 1902 se estableció  el comercio de comestibles finos La Isla de Arosa, al lado de la oficina del consignatario Luis Campos, cuando aún se le llamaba la tienda de ‘las Puertas Coloradas. Fue a partir de 1910 cuando el establecimiento fue traspasado, con el mismo tipo de negocio y con el nombre de ‘La Bilbaína’, a Manuel Ruiz Esteban, oriundo de Canjáyar, quien falleció muy poco tiempo después, en 1913, dejando el negocio en manos de su viuda, Matilde Sánchez, y de su hijo primogénito, Manuel Ruiz Sánchez.



Con los años, el establecimiento, que contaba con una nutrida nómina de dependientes detrás del mostrador, pasó a manos de Manuel Ruiz Abad, en tercera generación, hasta que con los nuevos tiempos y las nuevas costumbres comerciales fue languideciendo hasta su cierre definitivo hace varias décadas. 




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