El Acebuche despide a doña Ana: “Siempre te echaremos de menos”

La enfermera se jubila tras 37 años en la prisión almeriense

Ana, en el centro, en su despedida.
Ana, en el centro, en su despedida. La Voz
M. R. Cárdenas
12:50 • 23 jun. 2024

"Se jubila doña Ana". Esta es la frase que más se ha escuchado durante los últimos días en el interior de la prisión de Almería, el Acebuche, donde tras 37 años de trabajo ha puesto fin a su vida laboral la enfermera que está "para todo".



El cariño de los 'habitantes' del centro penitenciario almeriense ha sido la tónica en las casi cuatro décadas de trabajo de Ana, quien llegó aquí al inicio del verano de 1987 con 24 años desde Portugalete, en el País Vasco, donde acababa de terminar su carrera de Enfermería. Allí dejó a su madre y hermanos para trasladarse a Almería, poco tiempo después de haber despedido tristemente a su padre.



Los inicios de una Prisión nueva, recién inaugurada, no fueron fáciles para esta enfermera, quien en poco tiempo logró aprender de forma acelerada a coser autolesionados,  tratar con los presos y a ganarse el respeto de internos y compañeros. Un respeto que se mantiene más de 30 años después tras una vida de dedicación a su trabajo.



Al poco tiempo de llegar, Ana se casó con Paco Iglesias, a la postre sindicalista de CSIF, con el que tuvo tres hijas, cubriendo siempre la ausencias del padre sindicalista y dedicándose en cuerpo y alma a su familia y a su trabajo.



"Está para todo"



Fueron pasando los años y en poco tiempo pasó a ser ya doña Ana, la enfermera que está para todo. Un mérito que le reconocen tanto los internos como los compañeros. "Y ya no se oye por enfermería más que eso preguntárselo a Ana", explican sus compañeros, quienes les organizaron una emotiva despedida como reconocimiento a sus años de dedicación y trabajo.



Para Almería también fue tirando de parte de familia vasca,  trayéndose a su madre y a su hermana. Porque Ana, doña Ana, es una almeriense más, que vende Almería allá por donde va.



Por desgracia también tuvo que despedir para siempre a su madre, a la que había dedicado años de su vida atendiendo para que no le faltara de nada, y triste también el tener que despedir a su querido cuñado José. Asimismo, tuvo que despedir para siempre a su compañero médico Carlos y a su amiga enfermera Mila.


Pero lo más importante, como siempre destaca ella y aseguran sus compañeros, en esta tierra ha pasado los mejores momentos: ha visto convertirse a sus hijas en fabulosas médica, ingeniera de Caminos y arquitecta y ha disfrutado de muy buenos momentos con sus compañeros y amigos


Y ahora llega la hora de la jubilación de la supervisora doña Ana. "Nunca un cargo ha esta también definido como el de doña Ana, lo supervisa todo tanto en enfermería  como en su familia y grupo de amistades. Ana, es hora de tu merecida jubilación, descansa y disfruta mucho de tu nieta y de ese nieto que viene en camino. En la prisión siempre echaremos de menos a Doña Ana", recordaron sus vecinos.


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