El hombre que sabía demasiado

La otra cara de Rodrigo Valero

El fotógrafo Rodrigo Valero.
El fotógrafo Rodrigo Valero. La Voz
José Ángel Pérez
11:44 • 01 jul. 2024

Rodrigo Valero González nació circunstancialmente en Grenoble (Francia), pero presume y ejerce de sus raíces almerienses, concretamente del encantador pueblo de Turre. Licenciado en Bellas Artes domina distintas ramas artísticas como la pintura, la escultura o la fotografía. Como escultor destacan sus obras “Metamorfosis” (1993) en la Universidad de Almería o “Donantes de sangre” (2003) en la avenida Federico García Lorca.



Rodrigo Valero ha viajado mucho y ha dejado su impronta en salas de arte de Madrid, Barcelona, Lisboa, París, Milán, Múnich, etcétera, aunque lleva unos años atrapado por la fotografía y muy marcado por el sello de los grandes exponiendo de manera individual en el Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) en el festival PHotoEspaña 2023, de la mano de Meca Mediterráneo Centro Artístico.



Vamos a ver. ¿Usted qué pretende con lo que hace? ¿Que el ayuntamiento le ponga una calle, que hagan de su vida una serie para Netflix, que sus vecinos le hagan la ola? 



Jajaja… para nada, solo pretendo ser feliz con lo que hago, es pura necesidad existencial. Pero sí que es cierto, que ya tengo una calle con mi nombre en Arboleas, del que soy hijo adoptivo y que para mí es un honor.



He leído de refilón su biografía y no sé ni cómo empezar. ¿Qué es? ¿Monologuista, escultor, pintor, fotógrafo, sexador de pollos? Sáqueme de la duda.



Pues estoy en ello, buen amigo… en una búsqueda continua. Soy de culillo de mal asiento.



¿A dónde le lleva su mejor recuerdo?



Probablemente al día en el que fui padre, a pesar de la gran responsabilidad que me echaba encima. Pero…Divina responsabilidad.


Dicen las malas lenguas que su narcisismo es de nota. Que cada mañana antes de salir a la calle la media docena de fotografías que se hace, no se las quita nadie

Cierto, cierto, pero lo peor de todo, es que cada vez me veo menos joven…No lo entiendo. ¿Por qué será?


Perteneció al movimiento escultórico almeriense. Aquí en Almería ¿Dónde admirar alguna obra suya?

¡Que buenos recuerdos!  Expusimos incluso en la UNESCO en París. Lástima que desapareciera. Pues tengo esculturas monumentales en la misma Rambla de Almería, mi homenaje a los Donantes de Sangre (se la dediqué a mi fallecida y buena amiga Pilar Alemán). Con motivo de la creación de la Universidad de Almería se inauguró el proyecto ‘Metamorfosis’, la primera realizada en Silestone en el mundo y no hace mucho, otra escultura en Roquetas con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género. 


¿Cuál ha sido su oculta profesión frustrada?

Más que frustrada, oculta. Y es la música, que la estoy retomando con mucha ilusión. De jovencito hice mis pinitos en diferentes eventos, probablemente y quizás el más importante fue en Madrid de la mano de Paco Cañizares y Paola Dominguín. Toqué en una gala benéfica en la Sala Aqualung junto a Ketama, Martirio, Alejandro Sanz, Platón, La Unión. Para mi actuación llevaba a dos bailarines del Ballet Nacional… recuerdos fantásticos.


¿Es cierto que a usted la inspiración le viene comiendo migas con tropezones?

Caliente, caliente…  mejor con unas buenas gachas con caldo de pescado que me hace mi querida madre, la mejor cocinera del mundo conocido y por conocer.


De sus libros publicados, ¿cuál me aconseja leer sin tener que tomarme antes un par de Ibuprofenos?

Entre los siete libros que tengo publicados, probablemente los referentes a dos maestros con los que tuve la suerte de disfrutar en vida a través de la amistad, como son nuestro gran poeta Julio Alfredo Egea y nuestro querido y maravilloso fotógrafo Carlos Pérez Siquier. En ellos encontraremos textos de primeras espadas como son Pablo García Baena, Luis García Montero, Antonio Carvajal… Todo un lujo.


¿Eso de los libros fotográficos le da para comer o solo para un aperitivo?

En mi caso solo satisfacción, pero de la buena. Al no ser material nunca se acaba.


¿Usted como musico compondría una canción para Eurovisión, tipo ‘Zorra’, o eso le viene grande?

Me temo que no soy tan “bizarro”, y además carezco de empeño para ello.


¿En sus obras que se aprecia más? ¿La pureza de su alma o la brillantez de su calva?

Sospecho que solo la pureza de mi alma… o almas, habida cuenta que en mi proyecto artístico que se expuso en el CAF ‘Múltiplos del YO’ se pueden contabilizar 840 Rodrigos… jajaja. Acabé aborreciéndome.


¿Cuál ha sido el peor consejo que le han dado?

Son tantos… no suelo hacerles caso. Siempre que voy hacer un proyecto, aparecen algunas voces tóxicas desaconsejándomelo y lo único que consiguen es que me aferre tenazmente aún más a la idea. Si dependiera de ellos jamás hubiera hecho nada de nada. Recuerdo que Carlos Pérez Siquier con buen criterio me decía que hiciera oídos sordos y que siguiera mi intuición.


¿A quién no retrataría aunque le ofreciesen el oro y el loro?

A cualquiera que no respetase la vida. Recuerdo en una ocasión quedé con un ex convicto con delito de sangre, mató a dos hermanos porque le habían faltado el respeto. Y cuando le pregunté si estaba arrepentido, me respondió que, para nada, que volvería a hacerlo. Así que me negué a retratarlo. Sobra decir que se enfadó y me amenazó.


¿Quién le sugirió el proyecto de retratos del escultor Pedro Gilabert?

Fue Juan Grima que me comentó que había unas becas de investigación por parte del IEA. Se dio las circunstancias que el Tío Pedro y yo coincidimos en Grenoble cuando yo solo tenía un año, en casa de una sobrina suya amiga de mi madre. ¿Quién nos iba a decir que coincidiríamos en el futuro como escultores? Pedro Gilabert fue otra de las personalidades con la que disfruté y aprendí, tenía una imaginación desbordante.


Y después de Carlos Pérez Siquier... ¿qué?

Sin lugar a dudas se nos fue un maestro irrepetible, pero nos quedará todo su maravilloso legado y esa búsqueda continua por lo excepcional, junto a su enorme personalidad. Tenemos en él, un espejo en donde poder reflejarnos como todos los que amamos el espíritu del tío Perico de Arboleas.


¿A usted que le aportó la figura del insigne poeta Julio Alfredo Egea?

Bondad, sensibilidad, generosidad… lealtad. Un gran poeta y una gran persona.


Dígame una foto suya que le gustaría enmarcar.

Curiosamente en casa no tengo fotos mías enmarcadas, sólo una que me regaló y dedicó el amigo Siquier.


Y una cosa, Valero, ¿a su edad qué cosas le aburren?

¿Aburrirme? No sé lo que significa esa palabra… (risas). Eso se lo dejo para usted, amigo Pérez. Si soy claro, en esto de las entrevistas, no le veo yo a usted mucho futuro en esta especie de psicoanálisis que suele hacer a sus entrevistados.


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