Socorrismo: “A veces haces bien tu trabajo, pero la persona no sale adelante”

Desde la playa de San Miguel hasta la Fabriquilla del Cabo de Gata, trabajan 51 personas

Auri López y Juan Damián Jover, en el puesto de socorrismo El Palmeral, en Almería.
Auri López y Juan Damián Jover, en el puesto de socorrismo El Palmeral, en Almería. La Voz
Elena Ortuño
18:36 • 09 jul. 2024 / actualizado a las 21:46 • 10 jul. 2024

En la playa de Almería, cuando un walkie-talkie suena, la acción comienza. Un socorrista da el aviso: una persona se ahoga. Pasan apenas un par de segundos antes de que el coordinador de playas dirija el operativo de salvamento. El socorrista se tira al agua y comienza a nadar hacia el objetivo. Mientras, el equipo de rescate se sube a una moto de agua para acudir lo antes posible y traer a la persona de vuelta a la arena.






El coordinador se llama Juan Damián Jover y lleva desde 1996 en el oficio, casi ocho como líder del equipo. La patrona de rescate, conductora de la embarcación de salvamento, es Auri López, una joven que se mueve desde hace tres años por el mundo del socorrismo. Ambos pertenecen a una maquinaria perfectamente engrasada con un objetivo común: salvar vidas.






Una carrera que no siempre se gana



En lo que llevamos de 2024, en Almería han muerto tres personas por ahogamiento, una cifra que contrasta con los 12 almerienses fallecidos por la misma causa en 2023. De hecho, fue el año pasado cuando Andalucía se posicionó como la comunidad autónoma con más bajas por ahogamiento de España. Y es que, aunque el socorrista siempre intenta darlo todo, no siempre surte el efecto deseado.






Debido a sus años en la profesión, Damián se ha encontrado “de todo”: desde algo tan sencillo como picaduras de medusas o golpes hasta rescates múltiples en el agua y paradas cardíacas. Aunque el coordinador afirma haber culminado con éxito muchas intervenciones, también reconoce que no siempre ha sido así.


Subraya la importancia de cuidar la salud mental en momentos tan duros como esos: “Cuando un socorrista hace bien su trabajo y la cosa no sale, se tiene que ir a casa tranquilo, porque ha dado todo lo que estaba en él”.


Todo socorrista debe estar preparado para un susto durante su turno, ya que los casos complicados no les llegan en función de la experiencia de aquel que esté sentado en la silla del socorrista, conocida, en la jerga del oficio, como ‘sierra’. 


Auri recuerda un día de verano en 2023 en el que divisó a un hombre flotando en el agua. Se quedó así, bocabajo, cerca de la orilla. Pensábamos que estaba ya muerto. Yo estaba sacando ya el desfibrilador para ponérselo, porque no contestaba”, relata. Sonríe con ironía al revelar que al final al hombre lo único que le pasaba es que iba un poco “pejudicado”.


A pesar de los episodios narrados, Auri niega con rotundidad que el oficio sea muy duro: “A veces se hace complicado soportar tanto calor, pero no, para mí no lo es”. Y es que al hablar de su trabajo, transmite vocación: “Yo buscaba algo relacionado con el deporte, pero también quería ayudar a la gente. ¿Qué trabajo había? Socorrismo. Yo soy como un pececillo al que le encanta el agua, así que sabía que esto era lo mío”, reconoce.


Preparados para salvar vidas

Cuando Auri llega por la mañana al puesto de socorro, comienza preparando todo el material. Antes, se echa crema solar y se cala una gorra para evitar los efectos de las altas temperaturas. Comunica el tiempo a través de una tabla en la aplicación Almería Ciudad, donde los vecinos pueden consultar el clima y el color de la bandera de su playa favorita. Finalmente, antes de comer, debe realizar lo que llama “su punto al agua”, que consiste en ir a la boya y volver para mantenerse en forma.


Además de la preparación física, los socorristas cuentan en cada puesto con material básico: “La lata de rescate, que aporta flotabilidad tanto a nosotros como a los usuarios en el agua, las maletas de oxigenoterapia y el desfibrilador semiautomático, de cara a uno de los escenarios más feos, que son las paradas cardíacas”, enumera Damián.


El coordinador señala que en un oficio tan crítico como el suyo es mejor pararse a pensar y luego actuar que la rapidez: “Lo importante es mantener la mente fría, porque muchas veces si vas con prisa te dejas mucho por el camino. Parar, pensar y actuar es la fórmula correcta”, asegura. 


Añade además que la preparación real llega una vez se inicia uno en el oficio: “Salimos de los cursos pensando que ya somos socorristas, pero cuando empezamos a trabajar y suceden cosas, nos damos cuenta de que no lo somos tanto como habíamos pensado. Es entonces cuando empezamos a mejorar y a convertirnos en uno de verdad”.


Para apoyar su afirmación, pone un ejemplo: “No es lo mismo preparar una RCP (reanimación cardiovascular) con un muñeco que hacer una en mitad de la playa con una persona real y rodeado de familiares y gente que viene a olisquear”.


La controversia de las banderas

Un amanecer ventoso en verano resulta para unos una maldición que les impide bañarse y para otros, una oportunidad. Los amantes de deportes como el kitesurf esperan con ilusión los días en los que la bandera amarilla ondea por el viento. La duda siempre está ahí: ¿qué significa en realidad la tela amarilla?


“El color amarillo quiere decir precaución, precaución porque el agua está en malas condiciones o bien por el oleaje o bien por el viento y las corrientes”, explica el coordinador que incide en que, aunque no se prohíbe el baño, se aconseja a los bañistas que no se adentren demasiado en el mar. 


Cuando no hay socorrista

Desde la playa de San Miguel hasta la Fabriquilla del Cabo de Gata, 51 personas trabajan conjuntamente para vigilar el territorio almeriense que se extiende hasta el horizonte. En julio y agosto, ese medio centenar de trabajadores se encuentra en las playas todos los días de la semana desde las 12.00 hasta las 20.00 horas, un horario que se limita mínimamente durante las dos primeras semanas de septiembre, de 12.00 a 19.00, y algo más las dos últimas, cuando actuarán solo los fines de semana.


A pesar del gran despliegue de este año, hay playas, como la del Alquián, donde los almerienses no se bañan bajo la atenta mirada de un socorrista. Ante esto, Damián llama a la calma: “Si alguien avista a una persona que necesita ayuda, puede marcar el número del 112. La emergencia se me comunicará automáticamente a mí y yo movilizaría al patrón de rescate con su moto de agua desde la playa más cercana”, explica. 


Después de una jornada intensa, tanto Auri como Damián se sienten satisfechos. Terminan la entrevista animando a los jóvenes a probar el oficio: “Sí es cierto que no es un trabajo para todo el año, pero es muy bonito y, como cualquier empleo que trate de salvar vidas, es muy gratificante”.


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