¿Qué piensan los marroquíes de Almería y de los almerienses?

Carta del director

Youssef Rhalem, Abdelaziz Kaddouri, Hajar Nait, Pedro M. de La Cruz, director de La Voz de Almería, Saida El Aamri y Mohamed Lamnii.
Youssef Rhalem, Abdelaziz Kaddouri, Hajar Nait, Pedro M. de La Cruz, director de La Voz de Almería, Saida El Aamri y Mohamed Lamnii. La Voz
Pedro Manuel de La Cruz
08:43 • 14 jul. 2024

¿Le interesa saber cuántos almerienses de origen marroquí hay en la provincia? 63.783. Más de sesenta mil personas con los que nos cruzamos cada día en las calles, en las aulas escolares y universitarias, bajo los invernaderos, camino de negocios en los que trabajan, hacia las casas donde cuidan de personas con necesidades asistenciales o están en el paro, tras haber trabajado y cotizado. 



Uno de cada siete almerienses es marroquí. Hasta ahora casi siempre hemos sido los almerienses nacidos en nuestra provincia los que hemos hablado de nuestros vecinos del sur. Una vez que ya sabemos con cuantos vecinos llegados de la otra orilla del Mediterráneo convivimos, parece pertinente otra pregunta: ¿qué piensan ellos de Almería y los almerienses?



El pasado jueves me reuní con cinco jóvenes marroquís cuyos padres llegaron en patera o con visa y les pregunté. Lo que van a leer a continuación son sus respuestas, literales y sin ningún matiz. Sus opiniones son solo una muestra y reflejarlas no tiene otro objetivo que el de mirar la realidad desde el otro lado del espejo. Saquen sus conclusiones. Quizá se sorprendan.


 


Soy Abdelaziz y tengo 22 años. Aunque nací en Melilla, viví en Marruecos hasta los cinco años. En 2005, mi padre, que había emigrado a España en 1995 en busca de mejores oportunidades, logró traernos a toda la familia a la provincia de Almería, específicamente a un pueblo llamado Las Norias de Daza en El Ejido. 



  



Recuerdo mi infancia en el pueblo con mucha felicidad. Era un lugar multicultural donde se reunían personas de diferentes nacionalidades, y tenía amigos tanto españoles como marroquíes. Sin embargo, ya en el colegio experimenté situaciones extrañas, como compañeros españoles que te miraban raro y te trataban diferente por ser extranjero. Un ejemplo es cuando tocaba hacer actividades en grupo y nadie quería estar con los extranjeros. A pesar de esto, una vez que te conocían, te aceptaban y te integraban. 



  



Al terminar el instituto, comencé la universidad y me mudé a la capital, Almería. Sin duda, ha sido la mejor etapa de mi vida. He conocido a muchísimas personas maravillosas y he hecho nuevos amigos. En Almería, la mentalidad es más abierta, y los españoles no te miran raro ni te desprecian. Tuve que trabajar mientras estudiaba para poder pagarme la carrera y los gastos básicos, ya que vengo de una familia muy humilde. 

  

Es importante desmentir el mito de que los inmigrantes solo venimos a aprovechar las ayudas del Estado. En nuestra situación personal, casi no hemos recibido ayudas y, como muchos inmigrantes legales, cotizamos y pagamos la seguridad social como todos. Sin embargo, también hay inmigrantes sin documentos que son explotados en invernaderos por un salario miserable. 

  

Algunas experiencias de discriminación que he vivido o que me han contado incluyen la negación de la entrada a discotecas por ser extranjero, miradas discriminatorias en tiendas y cambiarse de acera al verte. A pesar de estos incidentes, la mayoría de mis experiencias en Almería han sido positivas. La gente es maravillosa, la ciudad es preciosa, con sus playas y desiertos, y es muy rica en cultura. 

  

Últimamente, en España, se suele juzgar a todos los inmigrantes por los delitos de una minoría. Como marroquí, también denunciamos estos actos, ya que nos perjudican a todos. En cuanto a la palabra "moro", depende del contexto y de la persona que la diga. Puede ser ofensiva si se usa para herir, pero entre amigos cercanos puede ser un término de cariño. 

  

Para terminar, quiero decir que mi vida en Almería no podría haber sido mejor. Me siento muy a gusto aquí y, si alguna vez me voy, seguro volveré. Les recomiendo a todos visitar Almería alguna vez en su vida. Les aseguro que se enamorarán de ella. 


Me llamo Mohamed y soy un marroquí de la capital de Marruecos, Rabat. Llegué a Almería por casualidad y, desde ese momento, pienso que el destino tiene los mejores planes para nosotros. Soy ingeniero agrónomo y vine a desarrollar mis conocimientos en Almería, conocida como la capital europea de la agricultura. Empecé con el castellano en el Centro de Idiomas de la Universidad de Almería, donde también seguí un máster en Ingeniería Agroalimentaria. 

  

Al principio, fue un poco difícil por el idioma y quizás también un poco por mi carácter, ya que soy un poco introvertido para conocer gente. Sin embargo, el clima, el ambiente y el encanto particular de Almería ayudaron, no solo a mí, sino también a la gente. Hay que destacar que los almerienses son abiertos y comprensivos. Hubo algunas situaciones incómodas o discriminatorias, pero quedaron anecdóticas en comparación con todo lo bueno que hay y que he vivido. 

  

Almería, con su sol, sus playas, su rica cultura y su gastronomía, junto con los almerienses, tiene un encanto especial y único. 

  

Por último, el rendimiento de Lamine Yamal en esta Eurocopa muestra la riqueza que aporta la mezcla de culturas en España y el enorme potencial que tiene. Si invertimos y consolidamos más este talento, su futuro será brillante. 


 

Soy de Marruecos me llamo Youssef. El 26 de noviembre del 2004 llegué a España, precisamente a Almería. Llevo casi 20 años aquí y la verdad es que me pasa algo curioso: cuando estoy en Marruecos (las pocas veces que he estado) no me siento marroquí, y en España no me siento español. Es un sentimiento frustrante. 


Almería es mi zona de confort. Amo esta ciudad, pero eso no quiere decir que lo tuve fácil al principio. El principal hándicap era el idioma; no saber defenderme en situaciones verbales, preguntar, responder, etc. Por culpa de eso sufrí bullying de algunos compañeros de clase. Sin embargo, después de dos décadas, ahora son conocidos que nos saludamos siempre que nos vemos. Pero ese sentimiento y recuerdo nítido nunca lo voy a olvidar. “Vamos a pegarle que no sabe hablar español” era una de las frases que más escuchaba. 


Cambiando de tema, pero no tanto, lo que más me gusta de Almería es la playa, la gente, el clima y el fútbol, y qué bien por Lamine Yamal, un inmigrante que está sobresaliendo. 


Lo que no me gusta son los inmigrantes ilegales que vienen aquí a robar y ensuciar nuestra imagen, y los que van buscando “tesoros” en la basura. 


 

Me llamo Saida y tengo 20 años. Llevo 7 años en España. En 2004, mi padre vino a España en patera para buscar un futuro mejor. Más tarde, en el año 2011, mi padre solicitó la reagrupación familiar, pero nos la rechazaron. Volvió a solicitarla por segunda vez con una abogada y nos aceptaron el visado. 

  

En el año 2018, mis hermanos y yo vinimos a Almería. Al principio, el hecho de venir aquí me resultaba difícil; tener que dejar a mi familia y amigos atrás en mi país fue muy duro, y empezar una nueva vida aquí no fue fácil. Pero una se acostumbra. Empecé a ir a la escuela, aprendiendo el castellano poco a poco, aunque encontré mucho racismo, sobre todo al no dominar el idioma. Años más tarde, empecé a estudiar. 

  

Mis hermanos más pequeños no notaron mucho el cambio porque no eran muy conscientes, pero al final nos hemos acostumbrado. También me gustaría hablar de las desventajas que he encontrado aquí. Por ejemplo, las miradas que recibo en el autobús, en la calle, o en alguna institución. El racismo en el instituto por parte de compañeros y profesores también ha sido una realidad. 

  

En el mundo laboral, nos juzgan por la forma de vestir, de ser y por nuestros orígenes. He sido descartada en puestos de trabajo por llevar el hijab, que todavía se ve como algo extraño. Usan el pronombre “mora” para referirse a la comunidad marroquí o árabe en general, y la mayoría de la gente lo usa como insulto.  

 

Sobre Lamine Yamal, me parece un buen jugador, especialmente con la edad que tiene. Espero que siga así y lo veo siempre adelante. 



 

Me llamo Hajar, tengo 23 años y vivo en El Puche. Llegué a España en 2008, cuando tenía 8 años. Cuando vine a Almería no sabía hablar español y me sentía un poco perdida, lo cual es normal. Sin embargo, con el tiempo fui aprendiendo el idioma e hice amigos. 

  

Aunque me resultó un poco difícil porque cuando empecé las clases, había una compañera que era mala conmigo. Al no saber hablar español, no podía defenderme, y lo peor es que era una de mis paisanas. En cuanto a Almería, llevo 16 años viviendo aquí y me siento una almeriense. Me gusta su clima, el solazo que suele tener, y su comida, como la paella, la sopa bullabesa, el ajo blanco, las migas, el salmorejo y el gazpacho. 

  

En cuanto a Lamine Yamal, me alegra bastante que sea un paisano mío. Con solo 16 años ha cumplido su sueño, lo cual me parece maravilloso. 


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