Envuelta en un impoluto manto blanco, con su hijo a cuestas y sobre una barca que recuerda a aquellos que representa, la patrona de los pescadores ha recorrido este martes las calles de La Chanca entre vítores y lágrimas de emoción. La reina de los mares ha celebrado su 80 aniversario arropada por los suyos: almerienses de toda la vida que han demostrado una vez más su devoción a la Virgen del Carmen acompañando descalzos al trono y gritándole: “Guapa, guapa y guapa” y “Viva la Virgen de Pescadería”.
Una salida y un recorrido triunfales
A las 18.00 horas, una trompeta ha silenciado el murmullo de los vecinos, congregados en la plaza de la Iglesia de San Roque, todos con abanico en mano por las altas temperaturas. Pronto se le han sumado el resto de los instrumentos de la banda de Nuestra Señora del Mar, que ha entonado el himno de España rompiendo así la espera de los almerienses. La Virgen, imponente y bella, ha abandonado por fin el templo para salir a la calle con sus protegidos.
El trono se ha despedido de su hogar por la calle Hipócrates y se ha adentrado después en la de Cordoneros, una avenida que, ataviada con banderas almerienses y con telas que hondeaban al viento, se ha abarrotado de debotos para ver a la Virgen. “El agua susurra que la mar es tuya” y “De Cordoneros al cielo” han sido algunas de las proclamas que rezaban las pancartas.
El trono, portado por los miembros de la Hermandad de la Virgen del Carmen, ha bajado lento hasta el puerto, no sin antes ser agasajado por los pétalos de rosa tirados desde los balcones y por la apasionada danza de una de las profesoras de la Escuela de Baile Flamenco María la Rabota, que se ha dejado la piel rodeada del emocionado público almeriense.
Los aplausos, la viveza de los colores, los petardos y las obras musicales como ‘Sones de Mar’, especialmente escogida para la ocasión, han encumbrado una procesión que ya prometía momentos inolvidables. Y es que con el mantra “Vamos al cielo con nuestra María”, el capataz ha animado a sus costaleros a ascender el trono durante todo el trayecto, un camino que no se ha hecho fácil debido a un incesante calor que parecía empujar a la Virgen al mar.
El embarque
La estampa de la llamada reina del mar llegando al puerto de Almería se ha grabado en las retinas de niños, ancianos, mujeres y hombres, todos unidos por un motivo común: su adoración a una misma mujer. La embarcación escogida para adentrarla en las aguas saladas de la capital ha sido el Pérez Segura, capitaneado por Andrés Pérez, un experimentado hombre de mar.
En los alrededores, dos contenedores repletos de arena han ido llenándose de velas encendidas, imagen de ‘la promesa’ de los almerienses más piadosos. Piden a su Virgen por el bienestar de sus familiares.
Una vez en el muelle, el trono se ha detenido para dejar salir de sus entrañas a los costaleros, con las frentes perladas de sudor, pero con caras de satisfacción por haber servido a su Hermandad. Dos de ellos han sido los encargados de levantar a la reina del mar para depositarla, con mucho cuidado y esmero, en el gran barco que la esperaba.
A las 20.00 horas, el navío ha abandonado el muelle pesquero para surcar el mar y volver después, por tierra, a su hogar en San Roque, casa de la Hermandad.
Quedarán en el recuerdo de todos los asistentes los bellísimos ramos de flores depositados a los pies de la escultura, las decenas de barcas y motos de agua que han acompañado a la patrona desde que ha abandonado el muelle hasta su regreso y el ambiente festivo que han perdurado hasta que el sol se ha puesto.
De esta manera, ya vuelve a dormir en su hogar la Virgen del Carmen, cuya imagen, cuenta la leyenda y los marineros más longevos del barrio, fue encargada por la Cofradía de Pescadores. “De pie, caminando sobre las olas”, policromada e imponente.
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