Donación de un hospital: el protocolo de Villalán

En el año 1551 el obispo realiza la donación del Hospital de Santa María Magdalena a la ciudad

Fachada del Hospital de Santa María Magdalena
Fachada del Hospital de Santa María Magdalena La Voz
Lola González
00:11 • 27 jul. 2024 / actualizado a las 20:11 • 28 jul. 2024

Corría allá por el año 1551. Era entonces obispo de la diócesis Diego Fernández de Villalán, el prelado que marcó el desarrollo de la ciudad tras la conquista cristiana y las terribles consecuencias del terremoto de 1522 que dejó asolada la ciudad. Debía tener por entonces este fraile franciscano 85 años, algo totalmente inusual en esos tiempos, y quizá por ello o por algún achaque de salud lógicos de su edad, decidió poner en orden sus ‘cuentas’ terrenales, que no eran pocas.



Es así como el 2 de marzo de ese año, el notario Diego López de Badajoz, da fe de uno de esos documentos que han pasado desapercibidos y que muestran otro trocito más de la historia de uno de los edificios históricos más importantes de la ciudad. Se trata del protocolo en el que el obispo Villalán hace la “donación de un hospital”, es decir, es el documento en el que el prelado dejaba claro qué debía hacerse con el Hospital de Santa María Magdalena “por siempre jamás”.



Custodia
Este documento, guardado en los protocolos notariales que custodia el Archivo Provincial, llega a las manos del investigador Juan Francisco Escámez hace unos días, y lo hace entre las casualidades que el trabajo de estos estudiosos de los archivos tienen a veces. Tal y como explica el propio investigador, este documento “no sólo recoge la donación, sino que en él se puede contemplar la opinión que tiene el obispo sobre el edificio, sus planes para él… Es un documento muy interesante”.



Y es que en el texto de este protocolo puede leerse que se trata de la “donación a la ciudad” de un hospital “muy pomposo” que había realizado “a sus propias expensas”, es decir, con sus fondos económicos. Lo hacía “por siempre jamás” para atender “a los probes (pobres)”. Explica a los siguientes obispos que se sucedan en el cargo que deben hacerse cargo del funcionamiento del hospital. 



Si algo queda claro en la lectura de este protocolo notarial es que para Villalán, que estaba en pleno proceso de la obra de construcción de la Catedral y que aún no había terminado los trabajos en el Hospital de Santa María Magdalena, este edificio se había realizado con una finalidad caritativa pero también estética, de ahí lo de “pomposo”, y es que estaba orgulloso de su obra.



Cierto es que esta donación forma parte de ese intento de poner en orden sus asuntos del obispo de Almería en ese año 1551. Explica el investigador Escámez Trujillo que “es entonces también cuando hace la donación de su biblioteca personal, manda redactar un inventario de los enseres de la Catedral Vieja para trasladarlos a la Catedral Nueva que sigue en construcción pero en cuya capilla del Santísimo Sacramento, que luego será la que elegirá (por esta devoción personal) para ser sepultado, lleva dando misa cada jueves desde el año 1544. De hecho, crea una memoria con 50 ducados para que el Cabildo Catedralicio siga oficiando misa cada jueves allí cuando él falte”.



Composición
Ahora que este edificio ha sido recuperado y rehabilitado, no sólo la parte levantada por el obispo sino también toda la sucesión de inmuebles que se fueron realizando con el paso de los siglos para ampliar los espacios en los que atender a los enfermos, este documento pone un detalle más en la construcción de su historia. Una historia que arranca con el mandato de que junto a la Catedral haya un nuevo hospital para atender a los almerienses y que el prelado asumió como propio poniendo su dinero para poder levantarlo. No en vano, dentro del edificio, casi pasando desapercibido porque no cuenta con un gran tamaño, se encuentra el escudo de Villalán presidiendo la que era la entrada principal para llegar a la sala de enfermos. 



No hay que olvidar que entonces la distribución del hospital era muy diferente a la actual y que la puerta de acceso se encontraba en lo que hoy es una ventana con arco de medio punto que conecta directamente con la sala que hoy preside una pintura que refleja la Magdalena Penitente que esculpiera Pedro de Mena. Al entrar por allí, era necesario pasar bajo el escudo del obispo Villalán para subir a la segunda planta, eso se haría a través de la escalera realizada por el arquitecto Juan de Orea.


Teniendo en cuenta todos los secretos que se escondían bajo los muros y techumbres de este conjunto de inmuebles, esta fecha, la de la donación del hospital a la ciudad es un hito más que sumar a la reconstrucción de la historia de este bien patrimonial.



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