Paco León: los amores tardíos

En aquellos tiempos la afición del Almería soñaba cada temporada con que la directiva de turno le trajera algún fichaje importante, sabiendo de antemano que no había posibilidad alguna de hacer grandes inversiones y que a lo que se podía aspirar, como mucho, era a convencer a algún veterano con cierto nombre que en el camino de vuelta de su carrera deportiva dijera sí a la oferta del club rojiblanco.

La historia del fútbol almeriense tiene algunos casos de veteranos ilustres que cuando parecía que ya lo habían dado todo venían al Almería y se quitaban varios años de encima. Todos recordamos a Jeromo, aquel centrocampista que vino del Recreativo de Huelva con 30 años cumplidos y que acabó siendo  uno de los cerebros en el ascenso a Primera División con Maguregui.

En esa lista de veteranos ilustres que reverdecieron en Almería ocupa un puesto de honor el delantero Paco León,  que en diciembre de 1957 se incorporó al Almería junto a Vilariño para reforzar el equipo que entonces peleaba por conseguir el ascenso a Segunda División. 

Paco León era un obrero del fútbol, que después de una larga trayectoria que comenzó en 1943 en el equipo aragonés del Belchite, llegó a Almería para terminar sus años como profesional. En su amplio currículum figuraban algunos clubes importantes como el Osasuna, con el que había jugado en Segunda División, el Racing de Santander, donde estuvo cinco años, debutando en Primera, y el Cádiz, donde vivió dos temporadas exitosas.

En 1957, cuando ya había traspasado el umbral de los treinta años, donde en aquellos tiempos estaba establecido el límite del máximo rendimiento de un profesional, aceptó venir al Almería sabiendo que seguramente sería su última experiencia. El Atlético Almería de la temporada 1957-58 era uno de los grandes de su grupo de Tercera División y un serio candidato a conseguir el ascenso. Buscando ese objetivo la junta directiva que entonces presidía Francisco Gómez Angulo incorporó antes de Navidad a dos jugadores que habían jugado en categorías superiores y podían aportar al equipo ese punto de experiencia que tanto valor tenía para afrontar la dureza del campeonato de Liga y en el caso de lograrse el primer puesto, la promoción de ascenso, que para los clubes que venían de Tercera era una auténtica hazaña. Esos dos refuerzos fueron el central Vilariño, que llegaba con la fama de haber vestido la camiseta del Betis y la del Extremadura de Almendralejo, y el delantero Paco León, que según decían los expertos podía ser ese hombre gol que tanto necesitaba el Almería para fortalecer su línea de ataque.

La relación entre Paco León y la afición fue un flechazo a primera vista. Debutó el ocho de diciembre de 1957 en el estadio de la Falange ante el Recreativo de Granada, y aunque no logró marcar, se ganó el beneplácito del público por su decisión y su valentía a la hora de batallar con los centrales en cada salto.

Paco León era uno de aquellos delanteros que disputaban cada balón como si fuera el último en una época en la que los centrales no se caracterizaban, precisamente, por su exquisitez ni por sacar el balón jugado, sino por su contundencia y su dureza. León no tenía miedo y si lo tenía sabía disimularlo y en cada acción en el área se jugaba el físico intentando cabecear balones imposibles. Este tipo de futbolistas que no escatimaban esfuerzos gustaban mucho en Almería.

Su llegada al Almería fue un acierto. Venía con dudas, quizá a pasar lo que quedaba de temporada y retirarse si las cosas no iban bien, pero alcanzó un triunfo que no esperaba que culminó con el ascenso. Los goles de Paco León marcaron una época y su recuerdo quedó grabado con letras de oro en la historia del fútbol local.