“¡Jaqaypiña Urqupiña! ¡Jaqaypiña Urqupiña!” gritaba en quechua una pequeña campesina de Cota a sus vecinos. Con esas palabras, la niña quería decir: "¡Ya está en el cerro!", refiriéndose a la ‘Mamita’. Según la tradición, una mujer con un niño recién nacido se le apareció junto a un río y jugó con ella durante varios días. Aquella misteriosa figura no era una mujer común, sino una revelación mariana. Cuando la niña relató la experiencia a sus padres y al resto de la comunidad, la mujer desapareció, dejando tras de sí una imagen celestial que todos pudieron ver. Desde aquel día en el siglo XVIII, Bolivia venera a la Virgen de Urkupiña, patrona de la Integración Nacional.
En honor a esa revelación, cada 15 de agosto, Bolivia se engalana y sale a las calles para celebrar a la Virgen. Pero este pasado sábado fue una excepción, cuando las calles del centro de Almería se inundaron de música, color y el espíritu de todas las regiones de Bolivia. Un gran desfile, que comenzó en la Rambla Obispo Orberá y concluyó en el parque de las Almadrabillas, reunió a más de 700 bailarines y 29 fraternidades folclóricas y culturales bolivianas llegadas desde diversas partes de España, todos rindiendo homenaje a la ‘Mamita’.
Este evento, que celebra la unidad y el sentido de pertenencia, permitió que la comunidad boliviana compartiera con los almerienses un pedazo de su identidad nacional. La ciudad fue testigo de un espectáculo vibrante y diverso, que conectó los Andes y el Altiplano con los almerienses.
Inspiradas en el Carnaval de Oruro, las fraternidades desfilaron por Almería con brillantes tocados de plumas, máscaras de diablos y coloridas ‘polleras’. Las cholas mostraron con orgullo sus mantos y trenzas, coronadas con sus característicos sombreros de ala corta. Grupos de 'Salay' de Cochabamba y 'Tinkus' de Potosí danzaron al compás de la música tradicional, acompañados por el retumbar de tambores y el sonido de la 'sikuriada', evocando el espíritu de la Pachamama y las raíces profundas de la tierra.
La 'Wiphala', la emblemática bandera de siete colores que representa a los pueblos andinos, y la bandera de Bolivia, desfilaron junto a la española en un gesto simbólico de hermanamiento y unidad. Según los organizadores, este pasacalles no solo fue una celebración para el pueblo boliviano, sino también "una expresión de agradecimiento y afecto hacia los españoles por haber acogido a la comunidad boliviana en su nuevo hogar".
La marcha, que inició con algunos minutos de retraso respecto a la hora acordada, se llevó a cabo conforme a lo planificado por los organizadores y las autoridades. Aunque la convocatoria estaba prevista entre las 14:30 y las 15:30, al principio las calles de Almería no mostraban gran concurrencia. Sin embargo, esto cambió a medida que avanzaba el evento. Desde las terrazas de las cafeterías, el público aplaudía al paso de las comparsas, y poco a poco, los espacios se fueron llenando de espectadores que disfrutaron del pasacalles.
El momento culminante de la jornada se vivió en el Parque de las Almadrabillas, lugar donde culminó el pasacalles. En este parque almeriense se instaló un escenario, donde la celebración continuó con un vibrante y colorido espectáculo ofrecido por el pueblo boliviano en honor a su 'Mamita'.
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