Ni el perro, ni la niña: prohíben el paso a animales asistenciales en Almería

Un padre cuenta los problemas de acceso que tiene el perro del cual depende su hija

Aitana y su padre participan en una actividad formativa con Ananá.
Aitana y su padre participan en una actividad formativa con Ananá. La Voz
Víctor Navarro
09:58 • 17 sept. 2024

La familia de Aitana, una pequeña de 8 años a la que se le ha cambiado el nombre para proteger su identidad, se enfrentó el pasado sábado, 15 de septiembre a un incidente que pone en evidencia la discriminación y la falta de comprensión sobre la Ley. Aitana no camina sola. Siempre lo hace al lado de su padre y desde octubre de 2023, junto a un nuevo miembro de su familia. Un perro labrador de nombre 'Ananá' que vela por su seguridad. Con una discapacidad del 80% y un grado 3 de dependencia debido a un Trastorno del Espectro Autista (TEA), la niña requiere la presencia constante de su 'perro asistente'. Este can no solo está capacitado para ayudar a la menor a manejar sus emociones, sino que también juega un papel crucial en su seguridad diaria.



Según la normativa vigente, el animal es considerado una "ampliación' de la persona a la que asiste", explica David L., padre de la pequeña. Sin embargo, incomprensiblemente para la familia de Aitana, la presencia de Ananá no siempre es aceptada, y en ocasiones se le niega el acceso a ciertos espacios públicos y privados.



Imposible entrar a un local comercial de Pablo Iglesias



"El perro está legalmente registrado e identificado, y su labor está claramente definida. No hay motivo para impedirle el paso," comenta David L., quien el pasado domingo se encontró con la negativa de acceso en un local comercial de la Avenida Pablo Iglesias. Lo que debió de ser una compra rutinaria de clientes recurrentes, se volvió en una situación tensa cuando el hijo del propietario les bloqueó el paso alegando que el animal no podía entrar en el local. De poco sirvieron las explicaciones de David sobre la filiación del perro, el hombre se mantuvo en sus trece manteniendo su negativa "de forma intimidatoria", según recoge la denuncia presentada por el padre de Aitana en la Comisaria de la Policía Nacional por un "delito de odio, por motivo de discapacidad", según se establece en el artículo 2 de la Convención Nacional de Derechos de Personas con Discapacidad.



A Pablo Iglesias llegaron efectivos de la Policía Local de Almería, quienes tras identificar a la persona que cerraba el paso de la tienda, le comunicaron que se actuaría a nivel administrativo. Sin embargo, las diligencias policiales no sirvieron para deponer la actitud del hombre, quien mantuvo su postura de impedir el paso a David, Aitana y Ananá.



El padre de la niña expresa su frustración al señalar que cada actividad cotidiana se ha convertido en un verdadero "desafío". Aunque en situaciones similares siempre había optado por resignarse e irse, esta vez se sintió tan abrumado que tuvo que recurrir a la policía. "Estamos cansados de esta situación" comenta, reflejando el agotamiento y la desesperación acumulados por la familia de Aitana.



La llegada de Ananá trajo un cambio en la conducta de la niña



Ananá llegó a la vida de la niña a principios de octubre del pasado año, proveniente de la asociación Dog Point, especialista en perros de ayuda social. Hasta la llegada del perro, la vida de Aitana era una constante lucha. Su padre describe un cuadro de malestar continuo, donde la pequeña vivía en un estado de irritación permanente. Aitana pasaba noches en vela, sin mostrar reacción a estímulos que podrían ofrecerle consuelo y sin cesar de llorar. La situación era desgarradora para la familia, que veía a su hija sumida en un ciclo de desesperanza.


Sin embargo, la llegada de Ananá trajo consigo una transformación notable. Este perro de asistencia no solo se convirtió en un compañero leal, sino en un puente emocional que facilitó un cambio profundo en la vida de Aitana. La conexión entre la niña y su perro fue casi inmediata y poderosa. Ananá comenzó a jugar un papel crucial en el bienestar de Aitana, ayudándola a gestionar sus emociones y a interactuar de manera más positiva con su entorno.


Ahora, la niña no solo ríe con más frecuencia, sino que también muestra una capacidad renovada para expresarse emocionalmente a través de su relación con el can. La presencia del perro ha permitido a Aitana reaccionar a estímulos que antes no conseguían captar su atención, marcando un cambio significativo en su calidad de vida.


La niña ha encontrado en el animal formas de disfrutar de la vida gracias al amor y apoyo incondicional de su fiel compañero. En un mundo donde las dificultades de las personas con discapacidades a menudo son invisibles para quienes no las viven, la historia de Aitana y Ananá resalta la importancia de la ayuda adecuada y el profundo impacto que puede tener un perro de asistencia en la vida de aquellos que lo necesitan.


En sistemas de transporte y en el colegio

Ananá, el perro de asistencia de Aitana, también ha enfrentado dificultades para acceder a los sistemas de transporte, especialmente cuando viaja solo con el padre de la niña. Aunque Ananá está certificado como perro de asistencia social y su presencia es crucial para la vida de Aitana, se ha visto en la necesidad de justificar su acceso en diversas ocasiones. Cuando el perro no está acompañado por la niña, sino únicamente por su padre, algunos operadores de transporte cuestionan su presencia. David señala que, cuando el perro no se encuentra realizando su trabajo con la niña está en fase de formación. La legislación reconoce el derecho de los perros de asistencia a acompañar a sus usuarios en cualquier circunstancia relacionada con su función, resaltando que la formación continua del animal también forma parte de su tarea esencial.


David, el padre de Aitana, expresa su preocupación por la “negativa” a permitir el acceso al perro de asistencia de su hija, al centro educativo donde está escolarizada, el CEIP Madre de la Luz. “Al principio, la directora me dijo que el animal no podía entrar debido a alergias,’ señala David. Sin embargo, aclara que Ananá no entra en las aulas, sino que espera en el exterior a la salida de la niña. David explica que, tras acudir a Educación, desde el centro le informaron que la “restricción no recae sobre al perro, sino a los padres”. No  obstante, David sostiene que todos los padres acceden al centro educativo, mientras él “espera en el exterior”.


En un escrito elevado a la Delegación el padre sostiene que “en el caso de Ananá, aún siendo esto cierto, se le debe de realizar una discriminación positiva hacia el perro, tal y como contempla la normativa”. En este sentido, tanto David, Aitana y Ananá esperan una respuesta y actuación por parte de la delegación de Educación. Algo que de acuerdo con David, aún no ha sucedido.


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