Un verano desigual: la playa de la capital no ha sido para todos

Las adaptaciones de la zona de El Palmeral no cumplen con las necesidades de todos

María del Rosario Romero, madre de Marina, mostrando un cartel reivindicativo.
María del Rosario Romero, madre de Marina, mostrando un cartel reivindicativo. La Voz
Karolina Lewandowska
09:28 • 20 sept. 2024

El verano está más que terminado, los niños están en el cole y los mayores han vuelto a la rutina. El mes de septiembre se convierte en un mes de transformación y solo quedan de la época estival los recuerdos de lo vivido en los último meses de calor, sol, playa, amigos y familia. Pero no todos pueden decir que han vivido el verano igual que los demás, porque a muchos almerienses se les ha hecho cuesta arriba



Marina Trujillo es una joven de 30 años con una discapacidad que la hace dependiente, y que un año más no ha podido disfrutar de las playas de su ciudad, Almería. “Pese a que haya una zona de playa adaptada para personas con discapacidad en la capital, no a todos nos sirve, entonces deja de ser inclusiva”, dice María del Rosario Romero, la madre de Marina. 



Su hija se ha hecho mayor, y ya no pesa lo mismo, por lo que llevarla hasta el agua es una tarea casi imposible. “Las pasarelas no llegan hasta el agua y las ruedas de la silla se quedan clavadas en la la arena que hay entre la pasarela y la orilla, y no son pocos metros de arena”, cuenta apenada la madre. De mismo modo, son muchas las familias las que sufren por la falta de una adaptación real, y son muchas las ruedas las que se quedan clavadas en la arena.



Profundidad



Asimismo, María Rosario Romero se queja también de la poca profundidad que hay en esta zona de El Palmeral: “Parece una charca. Está bien para las personas mayores que quieran estar en remojo, pero a mi me dificulta bañarme con mi hija en el mar”. Y es que la poca porfundidad que hay impide que Marina pueda flotar, y de este modo, su madre la pueda manejar de una forma más liviana. Además, el agua es el único lugar donde Marina se puede mover con cierta autonomía, y no solo ella, sino todas las personas que se encuentren en una situación similar. 



La madre de la joven confiesa sentirse muy decepcionada. “Llevo años quejándome, y ni el Ayuntamiento ni ni ninguna Asociación me hacen caso”, lamenta. Todo esto le ha obligado a desplazarse con su hija hasta Aguadulce cada vez que quiere ir a la playa pese a que la de la capital esté justo en frente de su casa. Es justo en el municipio vecino donde descubrió la solución a sus problemas: una malla metálica que facilita el paso de la pasarela hasta la orilla. 





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