El sevillano Juan Valdivia Gerada, que se acaba de ir con 76 años, hizo carrera en Almería hasta convertirse en el primer funerario moderno de la provincia, una provincia extraña para él pero a la que muy pronto hizo suya. Cuando Valdivia se hizo con las riendas de Funespaña, se empeñó, en contra de sus socios madrileños, en que la sede de la sociedad cotizada en Bolsa tenía que estar en Almería, en la calle Suflí. Y aquí, en el Hotel Almería o en el antiguo Vinci, se celebraban, por el capricho de Juan, las juntas de accionistas de lo que era entonces la primera empresa funeraria del país, aunque los consejeros y ejecutivos, gente práctica poco acostumbrada a estas florituras sentimentales, tuvieran que coger un avión a Almería -con lo que suponía y sigue suponiendo eso- para celebrar esas asambleas generales en Almería. Después la familia Valdivia vendió la compañía a Mapfre y Almería dejó de estar representada como única empresa cotizada en el Ibex-35 por la insistencia de Juan.
Juan Valdivia nació en el municipio sevillano de Morón de la Frontera en 1948 y llegó muy joven a la antigua pensión Sevilla de Almería en 1967 con una cartera de seguros de decesos dispuesto a abrirse paso en la ciudad de La Alcazaba como agente comercial. Tenía 19 años, era perito eléctrico, hijo de un director del Banco Español, y eligió Almería como podía haber elegido Albacete, aunque de aquí ya no se movió nunca más.
Llegó así, sin un duro, pero con muchas ideas para hacer crecer las pólizas de La Previsora Bilbaína, pero se dio cuenta de que un seguro de muerto sin una funeraria detrás era como un matrimonio sin amor. Creó así La Previsora Almeriense, su iniciática empresa de pompas fúnebres, y de ese mimbre inicial, Juan ha ido tejiendo el cesto de Tanatorios y Funerarias del Sur, la mayor empresa funeraria de la provincia, y liderando la creación de Funespaña, el mayor grupo funerario del país con más de 500 empresas, que vendió a la aseguradora Mapfre. Desde el principio de los tiempos, si uno analiza el negocio funerario almeriense, ha sido un sector caníbal –como tantos otros, por otra parte- en el que los grandes han ido engullendo a los pequeños o fusionando intereses, en una actividad que es el paradigma de la seguridad garantizada en cuanto a clientela.
A Juan Valdivia, que ha despedido a tantos difuntos, que ha hecho de su tanatorio la penúltima morada de tantos almerienses, le ha llegado también su día. Descanse en paz Juan, Juan Valdivia, el primer funerario moderno de Almería.
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