La dureza del Aquagym: pensionistas hacen cola toda la noche por una plaza

Algunos de ellos acamparon con sillas desde la 22:00 horas

A las 05:00 de la mañana ya empezaban a dibujarse las colas a la puerta del Patronato.
A las 05:00 de la mañana ya empezaban a dibujarse las colas a la puerta del Patronato. Víctor Navarro
Víctor Navarro
09:48 • 24 sept. 2024

Son apenas las 4:30 de la mañana, y frente al Patronato Municipal de Deportes de Almería (PMD) un centenar de personas, en su mayoría pensionistas, desafía el helor de la madrugada esperando en una cola por una oportunidad. Lo que parece una escena propia de un concierto o la apertura de una tienda durante el Black Friday, en realidad, es una carrera por asegurarse una plaza en los codiciados cursos de actividad acuática del Programa de Actividad Física de Mayores.



Las plazas son limitadas. Solo 110 para tres piscinas, dos días de actividad acuática por semana, y una hora por sesión. María Galdeano, una mujer ya habituada a esta lucha, no es de las madrugadoras, se puede decir que es de las noctámbulas, ya que, desde las 22:00 del día de ayer, se encuentra frente a las puertas del pabellón próximo al estadio de Los Juegos del Mediterráneo. Su silla plegable y manta, así como el sistema numérico improvisado por los propios vecinos, son las armas con las que enfrenta la madrugada. "Llevamos años haciendo esto, desde antes que cerraran la piscina de Jairán", cuenta María con una mezcla de resignación y humor.



No es la primera vez que estas colas forman parte del proceso, pero el malestar general aumenta cada año. Algunos se preguntan por qué tienen que dormir en la calle para asegurar una cita. "Nos organizamos para evitar que nadie se cuele", explica Galdeano después de que uno de los almerienses llegue y pregunte quién es el último para pedir 'la vez'. "Al último que llega le damos un número, así tenemos controlado el orden de llegada para cuando abran las oficinas del PDM a las 07:00 de la mañana". Este sistema, establecido por los propios pensionistas, evita que lleguen personas a última hora y tomen las citas oficiales para otros, salvaguardando la justicia en la fila. Y es que estos entusiastas de la actividad acuática, la piscina y el deporte adaptado, no están esperando por una inscripción que les garantice su admisión en el curso, no. Están esperando por la cita que les habilite ir a inscribirse dos horas más tarde de la apertura de las oficinas.



A pesar del esfuerzo común, las tensiones están a flor de piel. El compañerismo es palpable, pero también lo es la rivalidad. Los precios populares de los cursos para la tercera edad, "tan solo 20 euros por seis meses" según señalan, hacen de estas plazas un verdadero tesoro. Los grupos se forman por afinidad y experiencia; los veteranos, como María, ya saben a qué atenerse. Las novatas, como Claudia García, confiesan que necesitan apoyo. "He tenido que pedir a mi hijo que me acompañara. No me atrevía a venir sola a estas horas", comenta Claudia, preocupada por la inseguridad que pueda ofrecer la noche.



La madrugada de este año ha sido más benévola. Algunas de las veteranas, cubiertas con toquillas y mantas, recuerdan que pasaron momentos de frío durante al año del año anterior, cuando esperar al raso se volvió una verdadera prueba de resistencia. A pesar de las condiciones, el humor y las bromas entre los asistentes alivian la espera "como si estuvieramos en el cine". Pero el tema recurrente es siempre el mismo: ¿No hay una mejor manera de gestionar estas inscripciones?



Aunque todos se resignan a este proceso, muchos sugieren que podría haber alternativas. La posibilidad de ofrecer a los inscritos en años anteriores una preferencia frente a nuevos candidatos. "Es increíble que en pleno siglo XXI tengamos que pasar la noche aquí", comenta uno de los presentes. Otros prefieren otras opciones como la posibilidad de aumentar el número de plazas.



Sea como fuere, mientras los primeros rayos del sol iluminan el estadio, las puertas del Patronato Municipal de Deportes se abren finalmente. Los números comienzan a ser llamados y los primeros en la fila, con un gesto de alivio, reciben su cita para formalizar la inscripción en las próximas horas. Un trámite burocrático que se ha convertido en una noche de resistencia y estrategia comunitaria.




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