Con Garra: 30 años de rock, cerveza y autenticidad en las cuatro calles

Rober convirtió un garito en su casa teniendo paciencia con los clientes y respetado el barrio

Rober en el Con Garra.
Rober en el Con Garra. La Voz
Melanie Lupiáñez
18:16 • 11 oct. 2024

En las 4 Calles, situado entre una escuela infantil y un colegio católico, un pequeño local con una calavera blanca y rosas rojas en su fachada, aunque casi pasa desapercibido, resiste después de tres décadas. El Con Garra no es un garito cualquier, allí todavía se bebe cerveza con sed de obrero, se tiran las pipas al suelo y se visita al dueño, Rober, como si fueras a su casa. Las paredes están llenas de fotos suyas coronando cumbres, como el Himalaya o los Andes. Un montañero que encontró su negocio perfecto sin jefe y escuchando buena música.



Rober, este año Con Garra cumple 30 años. ¿Cómo empezó todo?



No es que yo buscara ser hostelero, de hecho, no me gusta. Tenía 27 años y estaba harto de contratos basura, así que pensé: 'para trabajar para otro, lo intento por mí solo'. Y aquí estamos, 30 años después. Cuando cogí el bar en aquellos maravillosos 90 venían por el local la gente más oscura de las calles de Almería y a la segunda ronda me ofrecían pagarme en especias. Pero yo lo tenía muy claro, estaba aquí para trabajar y hacer dinero, por eso nunca bebo cuando trabajo.



¿Cómo fueron esos primeros años?



Fueron duros, muy duros. Al principio no libraba ni un día, trabajaba de lunes a domingo. Abríamos a las 15:30h y cerraba a las 04.00h. Terminé con varices de tanto estar de pie. Incluso vivía en la tercera planta, donde monté mi estudio. Fue agotador, sobre todo psicológicamente, porque no hacía nada más que trabajar. Hasta la segunda Navidad antes de que se fuera mi socio, que por primera vez ganamos 25.000 pesetas, que eso es nada, pero ya teníamos para invitar a una chiva a tomar una cerveza si salíamos. Ahora abrimos los jueves, viernes y sábados. Pero mi pareja me ha quitado las noches, dice que a cenar a casa.



¿Cómo has lidiado con las crisis, como la económica de 2008 o la del COVID?



Lo de 2008 lo superé porque tres años antes conseguí terminar de pagar el bar. Si la crisis me hubiera pillado con esa hipoteca de 1.500€, no sé qué habría hecho. Durante la pandemia, fue parecido. Estábamos cerrados como todos, pero no tenía que pagar alquiler y aguantamos. Muchos bares no tuvieron esa suerte. Mis compañeros del Duende o el Porrón, por ejemplo, tuvieron que traspasar."




Además del bar, también tienes una bodega en Fondón, Pura Vida, ¿Cómo surgió eso?

Primero fue comprar un cortijo para disfrutar de la montaña, hacía poco que conocía a María, mi pareja, y ella no sabía que existían las montañas. El cortijo tenía unas viñas y cuando sacamos la cosecha, unas trescientas y poco botellas, un experto nos dijo que era un vino natural muy bueno. María, tenía el proyecto de una bodega, y durante la pandemia, empezamos a organizar eventos para que la gente pudiera disfrutar de atardeceres allí. Y fue un éxito. La gente lo agradecía muchísimo. Para nosotros, ni el bar ni la bodega son trabajos en el sentido estricto. Al final, la filosofía es que vienes a verme a mí, a mi casa. Eso me permite estar a gusto, con mi música, mis cervezas y sin la presión de un jefe.



En cuanto a las cervezas, sabemos que tienes una gran selección. ¿Alguna recomendación especial?

Ahora mismo tenemos más de 40 tipos de cervezas diferentes, entre importadas, artesanales y de grifo. Cada semana traigo una nueva. Esta semana recomiendo la cerveza artesanal Nevada de Fondón, que la han elaborado especialmente para el aniversario del bar.


Y tras estos 30 años, ¿cómo ves el futuro de Con Garra? ¿Hay relevo generacional?

Creo que tanto el bar como la bodega terminarán cuando nosotros nos jubilemos. Nuestras hijas están estudiando, aunque la mayor viene a echar una mano los fines de semana. A ellas la vida las llevará por donde tengan que ir, pero siempre tendrán estos negocios como respaldo.


Pero Rober aquí se fumaba…

Aquí arriba, en la planta de arriba, se fumaba de todo. Llegué a montar una asociación para que la gente no estuviera fumando en la calle entre el colegio de monjas y la guardería. A los clientes les cobraba tres euros por hacerse socios de por vida. Pero lo gracioso es que yo nunca he fumado, ni me gusta el tabaco. Así que cerraba la puerta y me quedaba abajo con las cervezas.



También es uno de los pocos locales del centro donde se permiten perros.

Y hasta lobos, había tardes que se formaba una de perros aquí, pero no se hacían nada, ellos eran amigos como sus dueños.


El Con Garra sigue firme a sus principios, a su atmósfera garajera y al baño arriba a la izquierda. Rober dice orgulloso que en tres décadas nunca ha tenido una queja o denuncia de los vecinos, y que su kalimotxo hecho con vino Pura Vida es el mejor de Almería.


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