El periodista de la Cadena Ser, especialista en migraciones, el canario Nicolás Castellano, ha hablado sobre la situación de la inmigración en Almería y España en el XVI Ciclo de Cine y Derechos Humanos organizado por Amnistía Internacional en el Museo de Almería,
¿Cuáles cree que son las razones para que la inmigración se haya convertido en las encuestas en la primera preocupación de los españoles?
Es fruto de varias cosas. La sobreexplotación mediática y política. Hay una exageración del discurso político por las cifras record de llegada de inmigrantes a las costas canarias, haciendo que se sobredimensione la llegada de esas casi 40 mil personas en lo que va de año y, especialmente, de los niños, que son unos cuatro mil en el 2024. Se sobredimensiona, porque si comparamos la realidad de los números, hubiera sido la primera preocupación de los españoles en el año 2022, cuando llegaron 200 mil ucranianos en apenas dos meses. Que es mucho más de lo que ha llegado a España en los últimos diez años en patera. En aquella ocasión, el discurso político no exageró la cantidad de personas que llegaban, ni sobredimensionó las consecuencias de esa llegada de personas ucranianas a España. Por primera vez se activó la directiva europea de acogida, e inmediatamente se les acogió, se les dio permisos de residencia y de trabajo. Los medios de comunicación, en ningún momento hablaron de ellos como avalancha, llegada masiva, ni de la necesidad de repelerles en la frontera, como se habla por parte de muchos medios de comunicación y de portavoces públicos cuando llegan esas personas por la frontera sur, por Ceuta, Melilla, Almería, Andalucía y Canarias. Creo que tenemos que hacer autocrítica, por un lado están haciendo su agosto los creadores de odio y los que usan a los inmigrantes en el discurso público y, por otro lado, los que respetan los derechos humanos y la movilidad humana que con sus silencios están permitiendo que sea así. Si vemos los comportamientos del gobierno actual en la frontera sur, han sido iguales de duros que los gobiernos de derechas. De hecho, cuando se pregunta en una encuesta, en qué medida te afecta este problema directamente, la inmigración pasa a un lugar muy sucedáneo. Ponemos por delante la vivienda, el precio de los alimentos, los salarios, etc.
¿La llegada de personas de terceros países que se establecen en Almería, Andalucía, España y Europa, tienen un condicionante económico y de búsqueda de mejores condiciones de vida?
Debemos analizar porque nuestras leyes impiden que la gente venga con su visado de forma legal. Se ven obligados a emplear importantes medios económicos para pagar un hueco en una patera, o pagar mediadores, también llamados traficantes, para que les lleven por el desierto hasta Libia o Argelia, para cruzar el Mar Mediterráneo hasta Europa. Por eso, simplificar la razón en la pobreza o en la miseria, no ayuda a entender el fenómeno. Hay muchas razones: se han multiplicado los conflictos en los últimos cinco años, no solo en Siria o el Congo. El desplazamiento forzoso de colombianos. No olvidemos que este país sigue siendo uno de los países del que más gente viene a España pidiendo asilo. Sigue siendo una cuestión de desigualdad. Se ha acrecentado tanto lo que ganamos y generamos económicamente en el norte de Europa frente al sur que, la gente que tiene necesidad de mejorar y favorecer a su familia, ven en el ejemplo del norte su posibilidad de mejora. Nuestras políticas económicas sí que generan desigualdad, sí que siguen generando una diferencia enorme entre unos y otros.
¿España y, especialmente Almería, necesitan a la inmigración para el mantenimiento de su sistema productivo?
No podemos pensar que esto es una masa laboral, porque la movilidad humana siempre ha tenido muchas causas y muchos perfiles. Paternalismo porque mantenemos una posición de superioridad, y utilitarismo para pensar que solo nos sirven para mantener nuestro sistema de pensiones, o para que cuiden a nuestro mayores, o para que recojan nuestra fruta en Almería. Y el fango es el último elemento en el que bebe la ultraderecha, los creadores de odios, los partidos de ultraderecha que utilizan exagerar, mentir, toda esa materia podrida que está convirtiendo el debate migratorio en un mensaje simplista y que atonta a la sociedad.
Almería también está considerada una ruta de llegada de inmigrantes a Europa. Personas que ponen en juego sus vida para alcanzar las costas almerienses. ¿Hay que estar muy necesitado para emprender esta ruta?
La gente que está en Almería trabajando ha llegado principalmente por Canarias, por otros puntos de España, porque sabe que en Almería hay una oportunidad de trabajo. En Almería hay muchos empresarios, profesionales serios, que han capacitado a muchas de estas personas para trabajar, pero también, hay otros empresarios que explotan a estas personas como esclavos. Personas que trabajan por bajos salarios y son explotados en situación irregular sin alta en la Seguridad Social. Si eso no existiera, estoy seguro que los empresarios y los políticos se pondrían las pilas para que todo el mundo tuviera su permiso de trabajo. Es un sistema perverso, en el que algunos se siguen aprovechando de la desesperación de otros. Así que Almería, ahora mismo, sigue siendo una gran ruta de destino más que una gran ruta de llegada. De destino porque, habiendo entrado por otras partes de España, acuden al campo de Almería porque saben que, de manera regular o irregular, van a conseguir trabajo.
¿Son correctas las posturas de control de inmigrantes que está desarrollando España y Europa?
Se ha implementado una opinión simplista sobre la necesidad de controlar la inmigración. Un tópico es que tiene que venir de manera ordenada. Se habla de la lucha contra la inmigración. En definitiva se ha impuesto un lenguaje de superioridad sobre los grupos. Las migraciones son parte de la historia humana. Jorge Drexler dice en una de sus canciones: estamos vivos porque estamos en movimiento. Si los europeos, que fueron hasta mediados del siglo pasado los grandes emigrantes del planeta, hubieran padecido una política de control migratorio como la que intentan poner los europeos ahora, Europa seguiría siendo una región pobre por las consecuencias de las guerras mundiales. El sistema actual de control extremo de la movilidad humana no tiene precedentes. Hasta hace 30 años, que es cuando empiezan a levantarse a la vez las vallas de Ceuta y Melilla, y el muro de Estados Unidos, las políticas migratorias no tenían un lenguaje tan inhumano, donde se habla de la expulsión de los que no están en situación regular. Las leyes migratorios o de rechazo solo lo hacen con los pobres, no con los inmigrantes ricos que se establecen entre nosotros. Costó mucho tiempo dotar a la sociedad de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; las propias leyes de movilidad; la ley de extranjería y de asilo. Hoy se están poniendo en duda con las políticas Meloni, de Von der Leyen, de la Comisión Europea, que están sacando la patita del odio, del rechazo. Cuando se dice que están abiertos a abrir centros para alejar a los inmigrantes o refugiados de la Unión Europea, como está ocurriendo con Italia y Albania, o con los menores. Somos más los que pensamos que la movilidad humana, las migraciones, forman parte de nuestro ADN, que hay que respetarlo y que hay que volver a un discurso y a una perspectiva sobre esto mucha más natural.
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