Nadie ha creído más en Almería y en Roquetas como destino turístico en los últimos 60 años que José María Rossell y no lo digo por ser amigos desde que éramos muy jóvenes.
Les hablo de José María como persona. Sus grandes obras ya se las cuentan las crónicas.
Fue de hechos y pocas palabras, incansable proyectando y construyendo porque cuando vino a Almería estaba todo por hacer.
Era un observador inteligente, sabía ver horizontes donde los demás no llegan. Parecía hermético, pero no lo era. Amaba viajar porque viajando se aprende, decía,
Recuerdo los muchos viajes divertidos que hacíamos por fin de año, su ilusión por descubrir y tomar notas que luego aplicaba.
Tenía Rossell una sensibilidad especial para captar y conservar el medio ambiente y el paisaje. Lo primero que pensaba cuando iniciaba un proyecto, fuera un hotel o su casa, era en los jardines, en las palmeras, en el resto de las plantas, no les digo ya en Mini Hollywood donde sin agua plantó más de 4.000 árboles, hoy todo un Oasis donde solo había desierto.
Eso es visión y capacidad de acción para crear paisaje. Búsquenme a alguien que sea capaz de crear hasta una cascada de agua en una rambla y convertirla en rio, sin tener agua, llevándola en camiones y reciclando cada gota para riego en un desierto. Ese era José María Rossell.
José María dándole ideas al alcalde de cómo conseguir una visión más amable del recorrido por todo el municipio de Roquetas con vegetación y palmeras. Teníamos que dar una imagen mejor ante los visitantes y nosotros mismos, sin tantos plásticos alrededor desde que entras por Aguadulce. Sus actuaciones en jardines y hoteles fueron inspiración para reconvertir nuestro paisaje. Y eso es sensibilidad.
Creía en su equipo y en las personas que lo forman, sin dejar de ser exigente. La formación de todo el personal fue siempre una constante, promocionando a miles de empleados. Los incentivos y premios por objetivos a su personal eran prioritarios y las fiestas de cada año ilusionantes.
Recuerdo cuando nos reuníamos días enteros en su casa en el alto Ampurdán en Girona a proyectar la gran expansión de la marca Hoteles Playa. Horas y horas de discusión ilusionados y siempre tomando notas con su letra peculiar. Sabia escuchar como nadie y hacer realidad esos proyectos.
José María no tuvo fronteras, soñó y proyectó allende los mares en el Caribe. No me olvido de los muchos fines de año juntos en Cancún, pero siempre pensando en como hacer mejor Almería y Roquetas.
No he conocido a una persona tan soñadora y realista a la vez como José María. El hizo sus sueños realidad.
Hoy se nos ha ido. Él no quería ni flores ni coronas ni tanatorio en su despedida.
Brindaré por él con el mejor cava, mirando a las estrellas.
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