La chica asoma cierta timidez en su sonrisa y arma una sintaxis que vislumbra un intelecto inquieto. Mónica Bustos, Roquetas 1999, es una bióloga que cursa su doctorado en Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), específicamente en el área de epigenética vegetal.
Ella estudia cómo hacer más resistentes las plantas. Criada en una familia de agricultores sabe de primera mano los desafíos que enfrenta el campo. Como las pérdidas que ha sufrido su familia en la cosecha de california amarillo y la cubierta del invernadero. “Hay que seguir adelante, aunque han peritado las ayudas no llegarán hasta el año que viene. Mi familia tiene que correr con los gastos”.
La primera vez que salió del pueblo fue con el viaje de estudios de secundaria. Hoy habla inglés y y entiende japonés, su trabajo le ha permitido ensanchar horizontes y viajar al país nipón, Holanda o Suecia. Este último ha sido su destino más reciente, volvió hace unos días de una estancia de tres meses en Suecia y está deseando ir a visitar a sus abuelos. Sin el apoyo familiar no podría haberse costeado el nivel de vida en la península escandinava. Y ojo que también sabe lo que es trabajar debajo de un plástico. Después de unos días de descanso volverá a Valencia donde está su centro de trabajo para seguir tus vida en medio de la catástrofe.
¿En qué consiste tu investigación con virus en plantas?
Claro, utilizamos virus de plantas para infectar distintos genotipos de una planta específica, que es un modelo experimental, con el objetivo de identificar genes que influyen en la infección viral. Esto nos permite ver si esos genes son más resistentes o más sensibles al virus, y nos ayuda a pensar en cómo podríamos modificar la planta para hacerla más resistente a infecciones virales.
Entonces, ¿hablamos de modificar genéticamente la planta? ¿Sería transgénica?
No, en este caso no hacemos una modificación transgénica. La planta mantiene su genoma intacto.
¿Y qué aplicaciones podría tener la epigenética en la salud pública?
En mi caso, trabajo con plantas, así que no tengo mucha experiencia en salud pública. Sin embargo, nuestra investigación busca que los cultivos sean más resistentes, lo cual ayudaría a los agricultores a reducir pérdidas por virus en plantas de tomate, pimiento y otras que son comúnmente afectadas. Esto tiene un impacto económico importante en la agricultura.
Hablando del laboratorio, ¿cómo es el ambiente? ¿Es como lo que vemos en las películas, con batas blancas y demás?
Bueno, depende de la zona del laboratorio. En el fitotron, donde trabajamos con plantas, sí usamos batas y patucos para evitar que entren polen u otros elementos que puedan afectar a las plantas. Pero en el laboratorio normal solo usamos batas. Hay otros laboratorios, por ejemplo, en mi instituto, donde se trabaja con virus humanos y ahí hay más protocolos de seguridad.
¿Cómo llegaste a hacer un doctorado en el CSIC? Es un logro bastante difícil porque exigen una nota muy alta.
Sí, tuve suerte. Estaba buscando oportunidades y un amigo mío me dijo que conocía a un investigador que buscaba doctorandos. Lo contacté, pasé una entrevista y, tras gestionar todos los papeles, logré conseguir la plaza. En España además se exige tener un máster para acceder a un doctorado, pero la nota media que cuenta es la del expediente del grado entre 8,5-9.
¿Qué le recomendarías a los jóvenes interesados en la investigación?
Les recomendaría que lo piensen bien, porque la investigación es un campo duro y competitivo, especialmente en España, donde es complicado obtener becas y proyectos. También deben considerar que nunca se deja de estudiar en este campo, siempre se está aprendiendo.
¿Te deja tiempo para tener hobbies?
Sí, una ventaja es que puedo organizar mi propio horario, lo cual me permite tener una vida aparte del laboratorio. Es importante tener tiempo para aficiones y desconectar un poco. Soy una amante de la cultura japonesa, puedo entender el idioma y el año pasado viajé allí para un congreso de investigación.
¿Sientes que en tu campo existe una brecha de género?
Creo que todos tenemos la misma oportunidad, pero sí hay menos mujeres en cargos de investigadores principales. Es algo común en todos los campos, y supongo que la maternidad puede influir en que algunas mujeres decidan no aspirar a estos cargos por la dedicación que requiere.
Para terminar ¿cuál sería tu sueño en la investigación?
Mi sueño sería poder siempre dedicarme a lo que me gusta, pero la investigación es una carrera complicada. Una vez terminas el doctorado, pasas años haciendo posdoctorados hasta poder alcanzar una posición estable, como la de investigador principal.
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