Desde que en 1863 Abraham Lincoln declarase que el cuarto jueves de noviembre se celebraría siempre Acción de Gracias en Norteamérica, ningún estadounidense, esté donde esté, se ha perdido 'la fiesta del pavo'. Se trata de una fecha que recuerda la gran comida que compartieron los primeros peregrinos británicos con los nativos Wampanoag para celebrar que la cosecha, gracias a las enseñanzas de estos últimos, había sido buena.
Siguiendo la tradición, muchos americanos afincados en Almería han abierto las puertas de sus viviendas a familiares y amigos, a los que han introducido de lleno en una festividad que apela a todo el mundo: "Si echamos un vistazo atrás, todos tenemos en nuestras vidas algo, por pequeño que sea, por lo que estar agradecidos. La magia de Acción de Gracias es sentarse alrededor de una mesa llena de comida deliciosa y escuchar las cosas por las que están agradecidos los tuyos. A veces, incluso te mencionan a ti. Es muy bonito", afirma Charles, un americano de Luisiana que vive en la capital almeriense desde hace tres años.
Improvisar para celebrar
Aunque su intención es ser lo más fieles posibles a la tierra que los vio crecer, hay quienes se han encontrado con algunos anecdóticos problemas al vivir al otro lado del charco. Es el caso de Jacob, medio gaditano medio estadounidense, quien va a celebrar la esperada comida este fin de semana para poder contar con un día en el que ni sus allegados ni él tengan que trabajar.
"En Estados Unidos, como es una fiesta que todo el mundo celebra, ya tienen los ingredientes listos en los supermercados, las salsas vienen ya preparadas, hay packs... Aquí no los hay. Lo tenemos que hacer todo desde cero, a mano. Menos mal que mi mujer es muy buena cocinera y sabe encontrar lo que necesita", relata. La pareja recibe también la ayuda del padre de él, quien está destinado en la base yankee de Rota (Cádiz): "Las veces que ha venido a cenar con nosotros siempre trae ingredientes americanos de la base".
Aun así, hay veces en las que no se libran de la improvisación: "Los hornos estadounidenses son bastante más grandes que los europeos. Aquí no me cabe el pavo en el horno, por eso lo hacemos en la barbacoa, que tiene un hueco más amplio. Así podemos hacer un pavo relleno de 12 o 13 kilos", reconoce.
Por su parte, Charles reconoce no haber encontrado tantas trabas como Jacob. De hecho, no ha dudado en añadir al menú algún que otro ingrediente propio de Almería: "Voy a servir las tradicionales judías verdes mezcladas con garrofones. Nunca había oído hablar de ellos hasta que me mudé aquí y se han convertido en una de mis legumbres favoritas", admite.
Un menú de 50 estrellas
Acción de Gracias o Thanksgiving es la "fiesta estadounidense favorita" de Charles. Es por esto que, desde que está en Almería, invita a gente de todo el mundo en un acto de generosidad para dársela a conocer: "Este año han venido diez personas. Solo dos somos de Estados Unidos. El resto son españoles y británicos. Hay también un chico de Ecuador", enumera, para después revelar que todos los que van a sus fiestas quieren repetir al año siguiente: "Yo quiero pensar que es porque les gusta el acto de dar las gracias, pero creo que es por la comida", bromea.
Y es que su menú hace salivar a cualquiera. Él mismo se define como un 'spaniard cajun creole'. Sus recetas son el reflejo de unas raíces étnicamente mezcladas: "Mis padres eran de las Islas Canarias, pero se mudaron a Luisiana. Yo nací en la zona cajún del Estado. Los cajún son una etnia de origen francés que tienen sus propios platos", explica. Así, además del tradicional pavo, el puré de patatas y las típicas judías verdes, Charles también ha elaborado platos como el corn marque choux -maíz mezclado con diferentes verduras- o el llamado arroz sucio.
Jacob, aunque gaditano, se ciñe más a la comida tradicional: "Hay un alimento que nunca encuentro aquí que se llama candied yams. Es una especie de boniato caramelizado, porque a los americanos les gusta todo con un toque dulzón", revela. A pesar de la ausencia del susodicho plato, el estadounidense sigue el menú que ya elaboraba su madre en Cádiz: "Muchas veces organizaba Acción de Gracias e invitaba a los soldados de la base que no tenían a su familia con ellos", recuerda con cariño.
La escena que relata Jacob entronca sin duda con el espíritu de Acción de Gracias relatado por ambos. "Se trata de un momento para reflexionar sobre lo que tenemos y para dar gracias por ello", reafirma el medio gaditano. En ese sentido, Charles revela a LA VOZ aquello por lo que está agradecido él: "Doy gracias por vivir en España, en Almería, y por los médicos y doctores del hospital Torrecárdenas. Pero sobre todo, por mis amigos, que son familia ya", concluye.
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