El hombre que llevó el alma de Italia al corazón flamenco de Almería

Cada nota era una historia de encuentros tejida con la pasión del Mediterráneo en El Morato

Víctor Navarro
11:03 • 09 dic. 2024 / actualizado a las 11:14 • 09 dic. 2024

La magia de la noche se palpaba en el ambiente, como un presagio de que algo especial estaba por suceder. Los acordes flamencos, cargados de pasión, llenaban la Peña Flamenca El Morato, mientras la luna derramaba su luz plateada desde el cielo de Almería. En medio de esa atmósfera, un público llegado de diversas partes del mundo disfrutaba de una cena con espectáculo. Entre ellos, destacaba un hombre con mirada seria y concentrada: Francesco Mammola, un virtuoso de la mandolina y reputado músico italiano de talla internacional se camuflaba en ese momento entre el público como un aficionado más.



Atento a cada corte, cada armonía y cada nota, Mammola observaba el cuadro flamenco, que derrochaba bulerías por doquier. A pesar de la distancia que lo separaba del escenario, parecía dialogar con la música. De pronto, llegó la invitación: los músicos le hicieron un gesto, y sin dudarlo, tomó su inseparable mandolina y sentó junto a los flamencos. Fue entonces cuando la magia se desató en El Morato.



Las cuerdas de la mandolina y las guitarras flamencas comenzaron a conversar. Un diálogo inesperado y, sin embargo, profundamente armonioso. La mandolina, con su timbre cálido se entrelazaba con el compás flamenco como si ambas tradiciones hubieran nacido para encontrarse. España e Italia se abrazaron en el aire, y el público, fascinado, fue testigo de una fusión que trascendía fronteras.



El clímax llegó cuando Mammola y los músicos decidieron rendir homenaje a Paco de Lucía interpretando una de sus piezas más emblemáticas: Entre dos Aguas. La mandolina añadió un toque melódico y evocador a la composición, haciendo que cada rincón del local vibrara con intensidad. Los dedos de Mammola recorrían el mástil con  virtuosismo y la alegría invadió a los comensales del local. Cada nota era una historia de encuentros tejida con la pasión del Mediterráneo. Un abrazo entre Vivaldi y Paco de Lucía.



Y es que El Morato aquella noche fue un templo para el encuentro en toda regla.



El local estaba lleno de antiguos alumnos del programa Erasmus que estudiaron en Almería durante el curso 2007-2008 que se reunían por octava vez. Este encuentro internacional, que comenzó unas horas antes en Italia y culminó en Almería, fue una celebración llena de música, emociones y recuerdos que revivieron las aulas de la UAL y las calles de la ciudad andaluza. Una noche en la que fronteras y distancias quedaron atrás, dando paso a la magia de la amistad y la música.



El cierre lo puso el DJ almeriense Óscar Gil, conocido por sus sesiones de house melódico con aires noventeros. Sus beats y sintetizadores, lejos de romper el hechizo de la noche, añadieron un contrapunto refrescante. La transición de la intensidad emocional del flamenco y la mandolina al dinamismo electrónico fue como una ráfaga de aire mediterráneo tras un día caluroso.



Aquella noche, la Peña Flamenca El Morato se convirtió en un crisol donde tradición y modernidad, Italia y España, se fundieron en un lenguaje universal: una reafirmación de que, en el Mediterráneo, la música es un idioma que todos compartimos. Y en el centro de todo, Francesco Mammola demostró que un artista puede ser puente entre mundos, dejando una huella imborrable en los corazones de aquellos antiguos estudiantes Erasmus.


El mandolinista

Francesco Mammola, nacido en 1989 en Pescocostanzo, Italia, es un prodigio de la mandolina que ha conquistado el mundo de la música clásica desde su niñez. Su talento precoz lo llevó a destacarse en el Conservatorio "A. Casella" de L'Aquila, donde se graduó con honores. A lo largo de su carrera, ha ganado el prestigioso Premio Nacional de Artes “Claudio Abbado” y ha tocado en escenarios internacionales.


En noviembre de 2017, interpretó en Vilna la premier mundial de Tombik, un concierto para mandolina y cuarteto de cuerdas compuesto para él por el compositor turco Ilkaj Bora Oder. Entre sus discos más aclamados se encuentran Anema e Core (2022) y Vi presento il mandolino (2017), habiendo dejado su huella en lugares emblemáticos como el Museo del Vaticano y Expo 2015. Su virtuosismo le ha permitido tocar ante el presidente de Italia, Sergio Mattarella, y en escenarios de renombre internacional, llevando la mandolina a nuevas fronteras.


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