No todos los días pueden contarse historias como la de Edwin Tholley, un estudiante de 26 años que llegó de Sierra Leona en 2007 de la mano de una ONG y que continúa estudiando en Almería gracias a la solidaridad de los profesores del centro en el que cursa el grado superior de técnico de laboratorio, el IES Albaida.
Desde su llegada
Fue ‘Todos son Inocentes’ quien trajo a este joven a Almería en 2007 y entonces tenía una beca para estudiar. Aunque lo matricularon en Enfermería en la Universidad, fue un auténtico fracaso porque no hablaba una sola palabra en español, así que desde la ONG se pusieron en contacto con el IES Albaida para ver si podía estudiar allí el grado medio de auxiliar de clínica, algo más asequible. Cuando finalizó, en 2010, regresó a su país para intentar encontrar trabajo como auxiliar de enfermería, allí; pero en su país no reconocían el título y ello le obligaba a hacer un grado superior. Entonces habló con su madre -su padre se murió en 2004- y esta logró reunir dinero para que él volviera a estudiar a Almería.
Se fue y volvió
“Cuando volví la cosa fue difícil, pero he tenido la suerte que los profesores, sobre todo María del Mar, en 2011 con las cosas muy complicadas comenzó a mover la ayuda”, explica el joven, que cuenta también que su madre tiene diagnosticado cáncer y que entre su hermana y él tienen que conseguir sacar adelante a la familia y echar una mano en lo que puedan, algo que él no puede hacer porque no tiene trabajo y el dinero que le aportan los profesores con su solidaridad lo destina íntegramente a pagar el alquiler de un piso que comparte con otros estudiantes.
Quiere trabajar
“Comer, como en Cáritas habitualmente. Estos últimos años, como no tengo permiso de trabajo porque para lograrlo necesito un contrato, pues vivo de la ayuda que ellos me dan. Ojalá pueda conseguir un trabajo cuando acabe, aquí o en mi país, para poder ayudar a mi familia, porque este año mis hermanas no han podido ir allí al colegio para cuidar de mi madre”, relata.Edwin tiene un visado de estudiante y ya habla un español perfecto. Quiere que su caso se conozca y, a ver si hay suerte, y logra un contrato que le permita trabajar cuando acabe, dentro de unos meses.
Mira al futuro
Llegó aquí porque era un niño soldado, sin embargo no quiere “mirar atrás, fue muy duro 10 años de guerra; yo quiero mirar hacia adelante”, dice tajante.
El año pasado logró una ayuda de estudios de 420 euros que le duró hasta septiembre y en octubre volví a hablar con los profesores para que me echaran una mano.
“Es difícil, yo lo sé; pero hay que intentarlo. Soy en el fondo un afortunado, si no fuera por mis profesores no podría estudiar. Yo ha habido momentos en que he querido dejarlo todo y estoy aquí por ellos”, cuenta.
Quiso dejar sus estudios
La solidaridad y la ayuda de los profesores y profesoras del IES Albaida con este joven comenzó cuando, después de haber regresado de Sierra Leona para cursar estudios de grado superior y luchar mucho por ello, un buen día le dijo al jefe de estudios que iba a dejarlo porque le era imposible estudiar. El porqué fue lo que motivó toda una acción solidaria por parte del claustro de profesores: Edwin estaba viviendo en una cueva y en ella no había luz, por lo que cumplir con su deber era muy complicado y no tenía un solo euro para permitirse un alq
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