Ríos se desvincula de Jonathan Moya y solicita que un perito revise su móvil

Foto de Moya en Abrucena en diciembre de 2012x,
Foto de Moya en Abrucena en diciembre de 2012x,
Javier Pajarón
22:00 • 21 abr. 2014

Los imputados en el denominado Crimen de Abrucena buscan posiciones ante una instrucción judicial convertida en carrera de fondo. Jonathan Moya, presunto asesino de la pequeña onubense Míriam Cuerda, quiere aportar nuevos datos a la investigación sobre el secuestro de la pequeña en diciembre de 2012 y desea declarar por tercera vez ante el juez. Mientras, Raúl Ríos, presunto encubridor, se desvincula totalmente de las acciones de Moya y solicita una revisión del contenido de su teléfono móvil que, según su versión, demostraría su desconocimiento del secuestro.




Moya se encuentra actualmente en la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real). Su abogado, José Ramón Cantalejo, pidió a finales de febrero una nueva declaración ante el juez Jesús Hernández para aportar información adicional sobre el secuestro. Según fuentes cercanas al acusado, se trataría de los nombres de otros implicados supuestamente en el plan para la captura de la niña.





El juez, de momento, no ha estimado esta propuesta. Además, Moya cuenta en su contra con el informe de la Guardia Civil que ya desmintió la existencia de supuestos mafiosos vinculados al secuestro de la niña de la Palma del Condado.




Mensajes




Por otra parte, Raúl Ríos se desvincula de Moya, con el que mantenía amistad antes del Crimen de Abrucena, y asegura que no conocía sus intenciones. Para demostrarlo ha solicitado una prueba pericial de su teléfono móvil que rebatiría, según su versión, la trascripción de los mensajes de Whatsapp que aparecen en el sumario por obra de la Policía Judicial de la Guardia Civil.





Los mensajes aportados por los agentes comprometen al joven almeriense, pero el entorno de Ríos asegura que están manipulados. Por ello, solicitan al juez la realización de una prueba pericial  ajena a la Benemérita para detectar los datos contenidos en su memoria y contrastarlos con los aparecidos en los informes oficiales.
La defensa lleva casi un año demandando sin éxito este análisis del teléfono y entiende que las conversaciones están desordenadas para incriminar a Raúl Ríos como encubridor.





El joven se encuentra actualmente en prisión por un delito de violencia de género y fue puesto en libertad a la espera de juicio en la causa del Crimen de Abrucena. Su defensa asegura también que entregó voluntariamente su teléfono.
En la primera versión Jonathan Moya nombró a Ríos, amigo desde hacía años, lo que provocó su detención. En una segunda declaración lo desvinculó de los hechos, situación que confirmó desde la cárcel de Ciudad Real con una carta manuscrita remitida a su familia.




Al mismo tiempo


En los mensajes trascritos por la Guardia Civil y aportados a la instrucción del Juzgado número Dos de Almería  el presunto asesino informa a Raúl Ríos del momento del secuestro. Para la acusación particular estos textos son suficientes para certificar que conocía perfectamente las intenciones de Jonathan Moya.


Del lado contrario, el presunto encubridor insiste en que son mensajes manipulados interesadamente, que no conocía el plan de Moya y que  existe una contradicción entre los tiempos reseñados. Esto es, la secuencia de mensajes coincide con el momento del secuestro de Míriam Cuerda y abandono de Gema Cuerda en una carretera cercana a Gérgal. Según la versión de Ríos, no es posible mantener una conversión con tantos mensajes al mismo tiempo que se secuestra a una ni&ntild


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