Un almeriense en la zona cero del Ébola: “La situación se ha vuelto insostenible”

El voluntario almeriense Miguel Serrano supera el periodo de vigilancia preventiva activado por la Consejería de Salud de la Junta.

Miguel Serrano con uno de los pequeños
Miguel Serrano con uno de los pequeños
Jesús Elvira
23:55 • 02 sept. 2014

25 días han pasado ya desde que Miguel Serrano desembarcara en el aeropuerto de Almería; 25 días desde que el último voluntario abandonara la Península de Lungi, en el distrito de Port Loko, ante la aterradora amenaza del Ébola.




En un largo viaje en el que se vio obligado a salir prácticamente con lo puesto, Miguel partió de Sierra Leona hacia Madrid, previa escala en el aeropuerto de Senegal, y desde allí hasta el cobijo de la Sierra de María, junto a los suyos. “Corrí el peligro de no poder volver”, asegura rememorando los últimos días antes de partir.




La historia de Miguel podría ser la de cualquier otro voluntario que hubiese tenido que huir ante el temido brote, sin embargo su testimonio ha servido para que la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía pusiera en marcha el Protocolo de Seguimiento para supervisar el estado de salud de todos aquellos provenientes de los países afectados.




“Cuando llegué a Madrid nadie me preguntó de dónde venía”, confiesa y añade “me sorprendió mucho, pues mi pasaporte era nuevo y el único lugar registrado en él era Sierra Leona (…) La falta por parte del Ministerio -el de Fomento, encargado de la gestión de los aeropuertos- fue extremadamente grave”.




Desde que lo pusiera en conocimiento de las autoridades sanitarias andaluzas, el Servicio de Salud Responde tiene establecido un servicio de tele-asistencia gracias al cual durante los 21 días siguientes a su llegada los usuarios, como Serrano, dan parte cada mañana sobre su estado de salud y sus posibles modificaciones. En el remoto caso de que alguno llegara a padecer la enfermedad, tras avisar a Salud Pública y el SAS, Salud responde trasladaría a los pacientes hasta los centros hospitalarios especializados en tratar este tipo de enfermedades.




 Afortunadamente ya podemos decir que Miguel Serrano descansa tranquilo tras haber superado con éxito este periodo de tiempo en el que podría haber incubado el virus, aunque tan sólo se trata de una verdad a medias. Miguel no descansa, y mucho menos se olvida de sus pequeños ya que recibe por escrito un informe acerca de la situación al menos una vez en semana, y tiene contacto telefónico directo con la Plataforma de Cooperación almeriense cada tres días. Advierte de que “la situación se ha vuelto insostenible. Hay una gran preocupación entre la gente porque hay órdenes expresas de no moverse”, y además señala que “la policía ha cerrado y bloqueado el único hospital de la zona -que además se encuentra en unas condiciones lamentables-, y la población está haciendo acopio de alimentos”. 




Nos preocupan sus últimas noticias, que hablan sobre un nuevo brote de Ébola surgido a unos 4 kilómetros de su centro de operaciones. Su experiencia en el campo se hace palpable: “Las cifras de enfermos que llegan son falsas, ya que la gente esconde a los enfermos y a los cadáveres para evitar el rechazo. Además la sintomática de la enfermedad es muy parecida a la de la malaria, lo que hace muy difícil su detección precoz”. 




Él fue el último de los voluntarios en huir de la zona, y asegura que “si no llego a coger el avión de la compañía Gambia Bird hubiese tenido que permanecer allí sin posibilidad de salir”


Una de las mayores preocupaciones de los trabajadores que allí operan es el de la “oscuridad informativa” al que están sometidos por parte del gobierno sierraleonés. “No sabemos los resultados que se están obteniendo sobre las pruebas de los últimos fármacos”, como el ZMapp, “y tampoco nos aportan datos fiables sobre el número de niños que han fallecido”. Calculan que las fuentes oficiales del gobierno podrían estar ocultando en torno a un 30% de fallecidos. 


Sierra Leona en la actualidad sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, y los voluntarios de las asociaciones locales denuncian el olvido al que las agencias internacionales someten al país por el poco provecho que se puede sacar de este. 


Asociaciones como Todos son inocentes trabajan de forma voluntaria ofreciendo servicios completamente gratuitos -”a diferencia de otras asociaciones y organismos que son incluso capaces de cobrar dinero a la población”-. Son pioneros en el país en dar educación a las niñas, alguna incluso espera llegar a convertirse en alto cargo, y dan un servicio médico a una media de 150 pacientes al día.



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