Ha sido delegado territorial de Salud y también responsable del programa andaluz de promoción de la educación sexual pero, sobre todo es sexólogo. Preside hoy las VI Jornadas de Investigación en Sexología de la UAL.
Almería acoge este fin de semana unas jornadas internacionales sobre investigación en sexología con más de 160 inscritos, ¿de qué se habla en un encuentro de estas características?
Se presentan más de cien trabajos de investigación sobre salud sexual. Además, hay paneles de debate que son algo parecido a una entrevista a varias bandas con especialistas. Se van lanzando preguntas y se avanza en el desarrollo de distintas ideas. Lo fundamental es que Almería se está convirtiendo en referente internacional de investigación en sexología.
¿Por qué lo dice?
El máster en sexología de la Universidad de Almería genera al año más de treinta trabajos de investigación en este campo y, sin hacerse publicidad alguna, los alumnos que, procedentes de otros países solicitan plaza, son cada año más numerosos. Es algo que no se valora suficientemente y que, sin embargo, sitúa a Almería en el mapa de la sexología internacional como un referente en investigación.
¿De qué tipo de investigación hablamos?
Entre los más de 300 trabajos enviados (se han seleccionado un tercio para las jornadas) hay investigaciones sobre la salud sexual en la menopausia, el deseo sexual después de un parto, sobre las conclusiones de talleres de sexualidad y su efecto en jóvenes y adolescentes, cómo se vive la sexualidad con una enfermedad crónica o qué pasa con el desarrollo de la sexualidad entre personas con discapacidad, entre otros. Todos son trabajos científicos presentados por médicos de Atención Primaria, enfermeros, ginecólogos o matronas que valoran la salud sexual en la edad avanzada, en la adolescencia, en el postparto, durante el embarazo... Son la mayoría investigaciones relacionadas con la población, lo que se vive en el día a día en las consultas, en los colegios, en la calle. Es lo que se llama sexología comunitaria, la enfocada a la sociedad.
Una sociedad que en apenas unas décadas ha pasado de no hablar de sexo a verlo y vivirlo a través de las redes sociales e Internet, ¿cómo ha sido este cambio?
Hemos desarrollado en la Consejería andaluza de Salud una escuela de formación de padres y madres en educación sexual, de modo que se han formado formadores de otros padres y madres. El objetivo, educar en salud. No podemos quedarnos todavía en el “Educación sexual, sí. Educación sexual, no”. Es sí, pero bien. Hemos hecho de la educación sexual algo meramente preventivista, pero es mucho más.
¿Qué más?
Hay que educar en sexualidad para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, sí. Pero no es solo eso. La sexualidad implica madurez, saber elegir por qué si o por qué no, lejos de una idea peligrosa del sexo. Los adolescentes han de conocer más sobre educación sexual. La sociedad tiende a genitalizar la sexualidad y es mucho más, implica madurez emocional. Los jóvenes se van a acercar al sexo, sólo tienen que saber cómo vivir su sexualidad. Hoy la sexología es todavía una gran desconocida.
¿Por qué lo dice?
Se dice sexo y ya empiezan las sonrisitas, la ironía. Todavía hoy dices que eres sexólogo y lo primero que te preguntan es por las clases prácticas. El hecho sexual es mucho más amplio y la sexología una ciencia seria que, es una pena, no se toma en serio. Hay un ninguneo flagrante hacia un hecho que determina aspectos fundamentales de la persona.
Habla de ninguneo. ¿Se sienten ciencia menor?
Hay ninguneo académico, mediático y también administrativo. Y eso que a la gente le gusta que le hablen, con seriedad, de cosas que le pueden solucionar la vida.
¿Hay una edad para el sexo?
La sexualidad está fundamentalmente en la piel y ésta la conservamos intacta prácticamente toda la vida, así que no hay edad límite. Y en los jóvenes es la adrenalina la que les empuja. No es cosa de edad, sí de madurez.
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