Son casi treinta las notificaciones que por maltrato infantil se registran al año en el área de Urgencias pediátricas del hospital Torrecárdenas. “En el momento en el que hay una sospecha de maltrato, por pequeña que sea, se da cuenta de la misma en un documento que después habrá que ratificar”, explica el responsable de la Unidad de Pediatría del complejo hospitalario, Antonio Bonillo.
Con el objetivo de proteger al menor, se activan todas las alarmas para evitar que vuelva a sufrir. Existe, de hecho, un protocolo estandarizado en el que se implican pediatras, enfermeros, médicos de Urgencias, trabajadores sociales y el Servicio de Protección al Menor de la Junta de Andalucía en Almería. De este modo, una vez cursado el documento de la sospecha de maltrato se alerta a los trabajadores sociales del centro hospitalario que serán los que, junto a los profesionales sanitarios, ratificarán o archivarán la sospecha inicial. El 75% de las sospechas son confirmadas finalmente como casos de maltrato, reconoce Bonillo.
Varios tipos de maltrato Junto a las pruebas físicas que puede presentar el menor maltratado, se considera maltrato la falta grave de higiene, y el descuido del menor en lo que a educación y alimentación se refiere. También atiende este protocolo el abandono. Precisamente, el protocolo que barajan los sanitarios de Torrecárdenas incluye también una referencia al abandono de menores en el mismo hospital en el momento de su nacimiento.
En estos casos, al igual que en los de sospecha de maltrato, el área de Trabajo Social interviene de forma inmediata. El hospital, por su parte, deja ingresado al pequeño siempre y cuando el maltrato es grave y también si el menor es abandonado. Será después el Servicio de Protección del Menor el que actúe, insiste el responsable de Pediatría del hospital almeriense.
Reciclaje profesional Para intentar que ningún caso de maltrato en la infancia pase desapercibido, los sanitarios que entran en contacto con los pequeños se reciclan de forma continua a través de cursos y talleres. Los protocolos, a su vez, se revisan en sesión clínica de forma cíclica y los casos específicos de maltrato se estudian por los profesionales más vinculados al área de Pediatría. De hecho, una de las comunicaciones que los médicos del área han presentado en el último Congreso de Pediatría Social organizado en El Toyo estaba específicamente relacionada con el maltrato a la infancia.
Si bien el seguimiento de los menores es más habitual en Atención Primaria, a través del Plan de Atención Integral a la Infancia y a la Adolescencia, que incluye hasta once visitas entre los 4 y los 16 años, los pediatras de Urgencias son los sanitarios que más claramente pueden sospechar un caso de maltrato. De ahí, la importancia de la formación y el reciclaje.
Que los problemas sociosanitarios de los niños y adolescentes son hoy diferentes a los de hace unas décadas es sólo una de las causas por las que la Junta ha organizado su “plan estrella” de atención integral al menor. Un plan que además de actuar, propone un importante calendario de prevención. De hecho, la secretaria general de Calidad, Innovación y Salud Pública, Pepa Ruiz, insiste en que el Plan de atención determina en cada visita qué hay que identificar, cuáles son los riesgos posibles, el mecanismo de intervención y ofrece incluso una guía para padres.
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