Ha pasado una década y parece que fue ayer cuando los almerienses, jóvenes y mayores, consiguieron dejar de protestar y de resolver el mundo solo con palabras, para unirse y actuar en lo que fue el evento más importante que ha vivido la ciudad, los Juegos Mediterráneos.
Era el día de San Juan cuando lo que hasta entonces había sido un sueño se convertía en una realidad bajo los sones de Mediterráneo con la voz de Joan Manuel Serrat y la atenta mirada de países de todo el arco mediterráneo.
Pero más allá de crónicas melancólicas sobre lo que supusieron esos diez días de eventos deportivos en la provincia, sí que cabe destacar que su realización fue un punto de inflexión en los almerienses. Durante todos los preparativos las dudas sobre la organización del evento, los plazos de las obras que en muchos casos se consumieron hasta la cuenta atrás, y sobre todo, el saber si la ciudadanía estaría a la altura tanto en lo que a voluntarios se refiere como en presencia de público en las actividades, se despejaron y con éxito.
Participación La celebración de estos juegos lograron movilizar a 3.250 personas que, sin recibir nada a cambio, decidieron apoyar el evento para que todo saliera impecable. La implicación fue total y en multitud de ocasiones se les ha puesto como ejemplo de lo que los almerienses son capaces de hacer cuando se lo proponen.
El problema vino después, todos esos voluntarios que tenían iniciativa, ganas y que estaban motivados tras el éxito, no se les supo reorientar y se diluyeron.
Y aquellos que no fueron voluntarios sí que cumplieron con su misión, la de ser público que animara en las 27 disciplinas que competían, de la natación al judo. A pesar del miedo a ver pabellones vacíos, la gente se implicó y demostró que cuando hay eventos de calidad los almerienses también responden.
Pero sin duda si algo ha quedado hasta el día de hoy son las instalaciones deportivas en la ciudad. Desde las dos grandes infraestructuras que siguen siendo el referente, el estadio y el pabellón de la Vega de Acá, pero también el recinto del barrio de Los Ángeles o el Moisés Ruiz, y ya junto a la Villa Mediterránea el construido en El Toyo. A lo que se suman las piscinas de Las Almadrabillas.
Con el tirón de estas nuevas instalaciones, y tratando de evitar agravios comparativos, llegaron a la ciudad el pabellón de Pescadería, la ciudad deportiva de Los Ángeles, el arreglo y ampliación del Rafael Florido, y todo porque si algo caló de los Juegos Mediterráneos en los almerienses es la apuesta por hacer deporte. Desde 2005 hasta ahora se han multiplicado los ‘runners’, los ciclistas, los que tienen grupos para jugar al fútbol, al pádel o baloncesto una vez por semana.
Así podría resumirse que lo más positivo de estos diez años desde que Almería viviera el evento deportivo más importante del Mediterráneo, es el cambio de mentalidad de los almerienses que se quitaron el complejo de ciudad pequeña e inmovilista, la demostración de que sabe organizar grandes eventos, y sobre todo, la cultura deportiva que ha quedado instaurada en la sociedad.
Pero bien es cierto que no todo ha sido bueno. De hecho, son muchas las promesas que se hicieron para la provincia de cara al año 2005 y que aún siguen pendientes de cumplimiento, en su mayoría por parte de la Junta de Andalucía o del Gobierno central. Sin duda las más flagrantes, las comunicaciones.
Pendiente Corría el año 1998 cuando el entonces ministro de Fomento, Arias Salgado, prometía que Almería tendría el Euromed en el año 2005. Los trenes Euromed eran la alta velocidad de la época y llegarían a Almería coincidiendo con los Juegos Mediterráneos, y a eso se comprometió también el vicepresidente del Gobierno de entonces, Rodrigo Rato.
Mucho ha llovido después y poco duró la ilusión ya que con la llegada de Francisco Álvarez Cascos, ya se pasó a esperar el AVE y la promesa era en el año 2007, si bien, aún seguimos esperando que algún día las obras retomen el vuelo para aterrizar en Almería.
Así que, primera promesa incumplida. La excusa de recibir en la provincia a más de 3.200 deportistas y mil periodistas que iban a pasar la odisea de las comunicaciones para llegar hasta aquí no fue suficiente para acelerar la obra.
Tampoco llegó la conexión por autovía con Málaga, de hecho, aún seguimos también esperando que se terminen trabajos en la provincia de Granada en este año para que sea una realidad.
Ya con la Junta de Andalucía quedó pendiente la rehabilitación del patrimonio que supone la Plaza Vieja. Prometió Manuel Chaves, expresidente de la Junta, que luciría su mejor cara para los juegos, y finalmente no lució ninguna ya que por unas importantes lluvias el 28 de febrero de ese año tuvieron que trasladar las dependencias. Aún hoy queda pendiente la segunda fase de la rehabilitación del edificio.
Tampoco se ha conseguido que El Toyo se convierta en el referente del turismo residencial que se esperaba. Este espacio en el que se levantó la villa deportiva y que aún tiene parcelas pendientes de vender, y promotores que ni siquiera han llevado máquinas para las obras, poco a poco levanta el vuelo pero sigue funcionando a medio gas.
Y es que la crisis económica no ha ayudado en absoluto. No se desarrollaron los proyectos de ocio y deporte previstos, y todo ha costado el doble en ponerse en marcha.
¿Harán falta otros juegos para cumplir las promesas?
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