La zona de la Hoya que se extiende entre los cerros de la Alcazaba y el de San Cristóbal está siendo escenario de un cambio significativo en su paisaje. Históricamente, sus laderas han estado pobladas por las tradicionales chumberas, que se extendían también a lo largo de de la falda de la Alcazaba, componiendo una estampa típica de la ciudad, mil veces recogida en las fotografías y en las tarjetas postales. Si uno recurre a una postal de las que tanto se comecializaron en la década de los sesenta y setenta, descubre como pegadas a los muros del monumento estaban las pencas de Almería, formando parte de un mismo horizonte y dándole color a un cerro que siempre se ha visto decorado por el verdor de estas plantas.
Incluso dentro del recinto amurallado, las chumberas habían sobrevivido durante siglos, tan integradas en la fortaleza como sus propios muros. Estaban tan arraigadas a la ciudad que han formado parte de nuestros juegos desde niños, de las pinturas de nuestros artistas y sobre todo, de nuestros postres en verano, ya que Almería ha sido siempre tierra de chumbos; todavía está viva en nuestra memoria la figura de los vendedores que se colocaban en las esquinas con su cargamento, aguardando a que fueran las mujeres con los platos para comprarlos recién pelados. “Vamos niña al chumbo fresco, pelado y sin espinas”, pregonaban aquellos mercaderes.
Pero las pencas milenarias están heridas de muerte y muchas de ellas han sucumbido ya de forma definitiva en la lucha que desde hace un par de años venían manteniendo con una cruel enemiga, la temida cochinilla del carmín. Se trata de una plaga silenciosa y devastadora que ha afectado a casi todas las chumberas de la provincia, dejando un rastro de desolación, de batalla perdida, que se refleja en una nueva estampa que desde hace meses forma parte también de nuestro paisaje: las pencas verdes de toda la vida son ahora un espectro, cubiertas de manchas blancas y abatidas sobre el suelo. “El mal que sufren no tiene solución en estos momomentos, como tampoco la tienen las palmeras del Parque con el problema del picudo”, explica la ingeniera María del Mar Verdejo. “Nuestras pencas están muriendo por un hongo como consencuencia del ataque de la cochinilla blanca y sería necesesario un depredador natural que se comiera a este insecto”, aclara la experta.
La plaga fue detectada en el verano de 2007 en Murcia y ante la falta de actuaciones por parte dela Administración, el avance empezó a ser rotundo hasta que en el último año ha dejado sin pencas a toda la provincia de Almería, modificando sustancialmente nuestro paisaje, al que tanto verdor aportaban las humildes chumberas.
El cactus
En el paraje de la Hoya, donde tanto abundaban las pencas, todavía es posible encontrarlas, aunque están mal heridas, con esa capa blanquecina que presagia su muerte, y sin haber dado un solo fruto a lo largo de todo el verano. Mientras las viejas chumberas sucumben, junto a ellas, como un milagro de la naturaleza, están surgiendo otras plantas, los llamados cactus invasores, que en unos meses se han extendido de forma vertiginosa, quedándose con los lugares donde antes florecían las pencas.
El cactus es una planta muy invasora, que se desarrolla feliz en zonas sin control, como ocurre en estos paisajes próximos a nuestra Alcazaba. Su aspecto, de un verde intenso, es más agresivo que el de las históricas pencas de Almería.
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