Tres puertas blindadas desde el umbral de la calle hasta el acceso a la vivienda protegían a la pareja en el inmueble, convertido, a la vez, en un búnker y en un mercado de la droga. La pareja, identificada como José Antonio S. A. y Andrea S. M. de 33 y 31 años, controlaba desde el salón todo el perímetro gracias a una sistema de seguridad con cámaras camufladas de videovigilancia, capaces de enfocar la única entrada a la casa y el trasiego en la calle de Pescadería.
El completo sistema de seguridad obligó a un esfuerzo extraordinario cuando en noviembre de 2013 la UDYCO de la Comisaría de Almería irrumpió en la propiedad para desmantelar el punto de venta de drogas, especializado en la distribución de cocaína y heroína. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Almería, en una sentencia ratificada ahora por el Tribunal Supremo, condena a la pareja a tres años y medio de prisión por un delito contra la salud pública y revela las enormes precauciones de los traficantes para prevenir robos de droga y para retrasar la entrada de los agentes.
A golpe de mazo
Los portones, las cámaras de seguridad y los llamados ‘aguaores’, toxicómanos encargados de alertar de la llegada de la Policía Nacional, constituían una auténtica red de protección frente a los registros. Sin embargo, la UDYCO irrumpió en el inmueble con gran agilidad y consiguió recuperar un alijo de cocaína y heroína repartido en dosis para su venta.
La droga estaba clasificada y envuelta en pequeños paquetes individuales. Los traficantes compraban las dosis y las consumían en fumaderos cercanos, vigilados ya por los agentes de paisano.
Cuando la Policía Nacional entró en la propiedad, los traficantes comenzaron a tirar la droga a través de un sumidero. En unos pocos segundos las papelinas se habrían destrozadas, desaparecido en el desagüe, y la intervención judicial habría quedado reducida a la aprehensión de unos pocos gramos de cocaína. Sin embargo, los agentes consiguieron recuperar buena parte del alijo en las tuberías.
Según la sentencia judicial, “durante el curso del registro la acusada arrojó una bolsa de plástico en el sumidero, envoltorio que pudo ser recuperado tras romper la Policía el sistema de desagüe y haberse detenido en el recodo de la tubería”. La bolsa contenía 135 papelinas de cocaína, demasiado gruesa para pasar por el tubo del desagüe.
Los agentes tuvieron, eso sí, que romper a golpe de mazo parte de la instalación de fontanería para recuperar la “prueba del delito”. Luego añadió al botín de la operación otras 20 papelinas y varias rocas de cocaína y restos de heroína en una vivienda de Pescadería.
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