Nada hay comparable a una noche de Feria. Solo cruzar la imponente portada del Recinto Ferial - que este año imita la entrada del Mercado Central de Almería-, el calor y el color de las luces invitan a reír, a cantar, a bailar... en definitiva, a disfrutar de lo que la noche ofrece.
En el Recinto Ferial no se ven caras tristes. No se ven ahora ni se han visto nunca. A lo largo de la historia, han sido varios los emplazamientos del que es el corazón de la Feria de Almería, que ha sabido adaptarse a las necesidades de una ciudad en continuo crecimiento y evolución.
Sin embargo, cada nuevo espacio, ha sabido mantener vivo el recuerdo del anterior, algo en lo que los almerienses de varias generaciones tienen mucho que ver.
Los abuelos cuentan a sus nietos, con quienes ahora pasean por el recinto de la Vega de Acá, cómo disfrutaban de los días de Feria cuando esta se celebaba en el Puerto o en el Parque Nicolás Salmerón o, incluso, en el Paseo de Almería.
Distintos espacios, sí, pero un mismo espíritu el que se ha mantenido, siempre, en la semana grande de Almería y que, durante muchos años más, seguirá llenando casetas, calles y plazas en el imponente Recinto Ferial.
Como no puede ser de otra manera, el paso del tiempo ha cambiado sustancialmente la Feria de Almería y es probable que los niños de ahora cuenten a sus nietos las mismas historias que escuchan de sus abuelos cuando en el futuro recuerden sus noches de Feria. Una tradición que se mantendrá siempre que Almería quiera y que los almerienses apuesten por su Feria y por mantener vivo el espíritu y la tradición del ferial, cenando en sus casetas, paseando en las atracciones, jugando en tómbolas y despidiéndose con la luz del día.
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