En el capítulo anterior comentábamos esos momentos cruciales previos a subirse a la furgoneta para comenzar el viaje. Tanto sube y baja escaleras hace que las cosas se pongan algo tensas entre la familia y, conforme nos acercamos a la playa, la situación se descontrola por momentos...
Son las 9:15 de la mañana, la familia lleva dos horas en pie y las dificultades para salir de casa hacen que los nervios recorran sus cuerpos. La Isabel y la Antonia venga a meter cosas en la furgoneta (que parece eso el bolsillo mágico de Doraemon) y los niños y el perro escaleras pa’ arriba y escaleras pa’ abajo... En estas situaciones es cuando escuchamos las típicas frases de madre 100% almeriense: ¡ni pa’ ir a la playa paro de trabajar chiquilla! ¡Ni en la playa! ¡Puesss... qué vacaciones tengo yooo! ¡Que baje Dios y lo vea!
Comienza el viaje de nuestra familia, manotazo por aquí, manotazo por allá... ¡¿Pos cuánto quedaaa?! ¡Para donde pilles, que me hago pipi! La yaya Concha dormía y roncando como si no hubiera un mañana y la yaya Puri cosiendo un jersey para un sobrino de la amiga de su hija, prima hermana de su padre, que a final de diciembre tendrá un hijo...
Nada más meterse en Retamar, comienzan a observar a lo lejos esa caravana de coches dirección al Cabo. ¡Válgameee el Señor!, exclama el Paco. Y entonces se escucha una voz tímida por ahí de la Isabel que dice:
¿Y por qué no nos quedamos en Retamar que parece que vamos a estar más a gustito? ¡Es que con esta cola tenemos pantalones de llegar a las 9 de la noche a Cabo de Gata!
- ¡Qué estássss hablandoo! -dice el Jonathan-, tira pa'l Cabo que he quedado con la Desi que vamos a inspeccionar las calas de por allí.
Y la Yaya, para poner el pan barato, exclama... “¡Nos teníamos que haber quedado en el Zapillo, leche! ¡Con mis amigas de la residencia allí en el Tío Pepe!"
Tras dos horas de viaje de El Quemadero al Cabo de Gata, nuestra familia llega a su destino, comienza la odisea de buscar aparcamiento...
¡Menos mal que todavía no han puesto aquí a un zagalico que cobre por aparcar, porque ya es lo que faltaba! ¡Ostis, qué angustia tengo! Que estos del Ayuntamiento, con tal de sacar dinero...
12 de la mañana, nuestra familia empieza a bajar cosas de la furgoneta. El Jonathan con 6 palos y tres metros de cinta, acordonando su parcela de playa, la Sheila con un altavoz de metro y medio con la música a to’ lo que da, Thais corriendo de un lado pa’ otro y poniendo empercudíos con la arena a tos los que pilla por medio... La gente empieza a mirar malamente a la familia... La Isabel, ante la situación, chillando que la tienen amargaícaaa perdíaaa: ¡me estáis quitando los mejores momentos de mi vida!
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