Un colegio en el que conviven estudiantes de 21 nacionalidades

El Virgen del Rosario, en pleno corazón de Roquetas, tiene clases con un 90% de extranjeros

Estudiantes del Virgen del Rosario en una excursión.
Estudiantes del Virgen del Rosario en una excursión.
Miguel Martín
10:15 • 23 feb. 2015

El CEIP Virgen del Rosario, en pleno centro de Roquetas de Mar, a espaldas del Ayuntamiento, se ha convertido en un ejemplo de convivencia e integración gracias a la labor del entregado equipo docente dirigido por José Manuel Andrés Ortega.




En el centro cursan sus estudios 251 niños de 21 nacionalidades: Armenia, Burquina Faso, Portugal, Gana, Bulgaria, Gambia, Lituania, Rumanía, Mauritania, Nigeria, Siria, Francia, Guinea Bisau, Colombia, Rusia, España, Marruecos, Argelia, Mali, Guinea y Senegal.




La marroquí y la rumana son las nacionalidades más abundantes en el CEIP Virgen del Rosario, explica el director, que en los nueve años que lleva  a la cabeza del colegio ha vivido en primera persona los grandes cambios sufridos por este centro.




“Este centro era de tres líneas y todo el alumnado era de nacionalidad española. Esto comenzó a cambiar, cuando abrieron dos colegios nuevos, los CEIP La Romanilla y CEIP Las Salinas. Entonces aquí se quedó una línea, y permanecieron los alumnos que viven en el centro o en las 200 Viviendas, casi todos de nacionalidad extranjera”, explica José Manuel.




 




Sin saber español “No hablo de inmigrantes porque muchísimos niños son de la siguiente generación y ya han nacido aquí.  Lo más característico de este centro es la gran movilidad de los alumnos, que van y vienen, así como que muchos niños no hablan nada de español”, añade.




Apoyo de los veteranos
La población escolar varía por ello bastante y no existe una estabilidad similar a la de centros ubicados en otros puntos de la provincia, ya que en plena época de crisis muchos padres optan por emigrar a países como Alemania aunque “mi experiencia me dice que de cada diez que se van, vuelven nueve”. 




Todo esto supone un sobresfuerzo evidente para el profesorado. Por ello, el CEIP es un centro de compensatoria y cuenta con una ayuda económica especial y un refuerzo con un profesor más que el resto de colegios,para ayudar a los  alumnos con necesidades sociales. “Con la crisis hay un 90% de padres en paro, familias sin ingresos, y ves situaciones económicas muy complicadas, por lo que ayudamos a los alumnos con aspectos como darles en el colegio el desayuno, etc.”, dice José Manuel.


El plan de compensatoria permite trabajar grupos flexibles de forma que quinto y sexto se unen y se crean tres grupos en función del nivel  en lengua castellana y los conocimientos de los niños. 


Además el centro cuenta con un aula ATAL, con un profesor que enseña castellano dos días por semana, apoyado por los alumnos más veteranos, que acogen a los nuevos en una especie de comité de bienvenida.


El gran problema es atender a todos los niños en clases con hasta 27 estudiantes, “muy por encima de la ratio”, con muy diferentes niveles de castellano. “Tenemos muchos apoyos, recursos pedagógicos, pero es muy complicado cuando te llega un niño sin saber nada de castellano. Hay de todo, tanta variedad que es muy complicado”, reconoce José Manuel.


El principal apoyo en estos casos son los alumnos que ya llevan un tiempo en el centro, aunque el Virgen del Rosario tiene también un Plan de  Apoyo Lingüístico a Inmigrantes (PALI), con tres profesores contratados gracias a una subvención de la Junta de Andalucía, que ayudan a aprender el idioma a estos pequeños.


El CEIP cuenta además con dos grupos de acompañamiento escolar, una especie de clase particular. “También tenemos apoyo de cultura materna, con una chica rumana y un chico árabe, gracias a convenios  firmados con las Embajadas de Marruecos y Rumanía para que no olviden su propia cultura”, dice José Manuel.


Gran convivencia
El director ha destacado además que  “nunca tenido problemas de convivencia, más allá de la la típica pelea de niños como cualquier otro niño pero no porque sean rumanos o gitanos, sino porque son niños, y se trata de la típica peleilla que luego se arregla. Nunca hemos tenido ningún problema porque uno sea de una religión o de otra. Ellos no tienen ningún tipo de racismo”.



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