La minería ha acompañado a Almería desde tiempos remotos y ha dejado cicatrices de su actividad en buena parte de nuestra geografía. Una minería que siempre ha sido pasajera y sin dejar que la riqueza enraizara y crease una industria.
Desde épocas romanas, la explotación minera ha ido acompañada de cambios que muchas veces han sido dramáticos en la ecología de Almería. Un ejemplo lo tenemos en la desaparición casi completa de encinares autóctonos en sierras como Gádor, Alhamilla y Cabrera, quedándose reducido a meros islotes testimoniales. Pero si de una explotación minera especialpodemos hablar es sin duda la de Rodalquilar.
A finales del siglo XIX, buscando extraer plomo de las colinas que rodean a Rodalquilar encuentran un filón de oro que sería explotado en varias fases hasta su cierre en 1967. Rodalquilar, geológicamente hablando, está sobre una caldera volcánica descomunal que abarca prácticamente desde el Cortijo del Fraile hasta el mar en el Playazo y es el resultado de una acumulación de magma interna que, a modo grosso, infla el terreno como un bizcocho en el horno y, tras la salida de ese material magmático en forma de domos y explosiones, hace que el terreno se desvanezca y quede como un profundo hoyo.
El paso del tiempo genera una capa de sedimentos que transforma esa caldera en un valle geográfico que hace las funciones de salida de agua. Según el geólogo David Monge, “El Cerro del Cinto y el de las Lázaras son parte de los afloramientos de rocas piroclasticas (ignimbritas) de aquellas dos grandes erupciones volcánicas, y en ellas, los procesos de alteración hidrotermal son los mayores responsables de los yacimientos minerales que han hecho célebre a esta pequeña localidad almeriense”. Conocer el porqué de la aparición del metal precioso en este enclave significa conocer la geología de Cabo de Gata.
Para ello, en donde fueron antes las instalaciones de la compañía que explotó las minas de oro (la cota del cerro del Cinto, fundamentalmente), y más concretamente, el horno de fundición donde separar el oro, es ahora un didáctico museo llamado con el poético nombre de la Casa de los Volcanes donde se explica la geología que conforma Cabo de Gata y el resto de sistemas montañosos no solo de Almería sino de Andalucía. Llama la atención la impresionante maqueta donde nos cuenta cómo era el funcionamiento de la gigantesca instalación que hoy en ruinas muestra todavía su aparatosidad.
Unas instalaciones donde se molía el mineral y se le iba sometiendo a diferentes tratamientos químicos en gigantescas cubetas de hormigón para poder obtener al final un fino lodo que era horneadopara poder separar el oro. Las minas estaban situadas en lo que se conoce el cerro del Cinto, donde se encontraba su rico filón 340: una explotación a cielo abierto con socavones que han quedado como testigos de su actividad y que uno de los aparece en una espectacular escena de Indiana Jones y la ultima Cruzada, donde un avión atraviesa un túnel de roca.
Para acercarse, una pista de tierra parte de la Casa de los Volcanes y sube hacia las instalaciones de tratamiento para proseguir en un firme un tanto pedregoso que lleva a Los Albaricoques. Por el camino, veremos primero los restos de las minas de María Josefa, para proseguir por el poblado minero de los años veinte de San Diego. Antes, siempre a mano izquierda, un profundo barranco, el del Negro, nos muestraunas disyunciones columnares que se producen porque la lava, al enfriarse, se solidifica, pero disminuyendo su volumen, de modo que se cuartea en forma de prismas de distintos tipos,generalmente hexagonales, En este barranco se da cobijo a rapaces y a especies como la espectacular araña lobo.
La actividad hidrotermal ha originado que haya secciones en los estratos donde el mineral queda convertido en arcilla, asomando vetas espectaculares muy fáciles de apreciar en el poblado de San Diego, donde el camino pasa por una trinchera donde saca a la luz este tipo de disposición geológica. San Diego una de las tres instalaciones que poseía la empresa Minas de Rodalquilar S.A. para la explotación del oro , y en el vivían los trabajadores y se hallaban los almacenes, talleres, garajes y otras instalaciones auxiliares asociadas a la actividad minera de la zona. Un pequeño túnel nos asoma a los restos de este poblado que hoy es testigo de la actividadmineral de Rodalquilar a principios del pasado siglo XX.
Siguiendo la pista de tierra utilizada por los camiones d e mineral veremos la cota del Cinto, con sus brechas que nos indican la explotación a cielo abierto y donde una gran cantidad de socavones que servían para realizar catasagujerean la loma. Si seguimos, nos encontraremos con un cruce de caminos acompañados a cada lado de hileras de pitas.
A nuestra izquierda, nos llevaría al barranco Requena y a la derecha, hacia el legendario Cortijo del Fraile, escenario de la historia de la inmortal obre de Lorca Bodas de Sangre y que, milagrosamente, aguanta de pie en ruinas, a la espera de una restauración que se antoja ya inalcanzable.
Al lado, sí se encuentra restaurado el aljibe que daba agua al cortijo, cuyo terreno pertenece a manos privadas y que queda rodeado de cultivos ecológicos. A la vuelta podemos apreciar las vistas del valle desde lo alto de las instalaciones de mineral, con otro afloramiento de disyunciones columnares que nos indican la intensa actividad geológica que creó este valle.
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