Ayer domingo desayunamos con el dato de la menor cifra de fallecimientos desde que se impuso el estado de alarma. Es una paliativa noticia en medio del trágico ecosistema irrespirable que nos rodea. Ojalá continúe el descenso en los días venideros. Si así fuera, y todos los dioses habidos y por haber lo quieran, sería un indicio de que, sino totalmente, el virus estaría siendo doblegado en nuestro país. De ser así, volveríamos a la normalidad, según los expertos, en la que habríamos de negociar con un agente virulento hasta exterminarlo mediante vacuna, y cambio de hábitos en algunas de nuestras rutinas. Me encuentro entre aquellos que le dan vueltas a que “la normalidad no puede ser considerada como algo nuevo, porque algo que es nuevo no ha alcanzado todavía el estatus de normalidad, aún le queda por atravesar el largo y tortuoso camino de la rutina”. Ahora, hoy, es nuevo confinarse, usar mascarilla, distancias…, y me resisto a creer que esto será para siempre. Hoy tengo en bucle a ‘Maná’, ‘Hombres G’, ‘El último de la fila’, ‘Café Tacvba’, y unos cuantos más.
El pasado viernes, en el telediario de las nueve de la noche que dirige y presenta Vicente Vallés, me sorprendió gratamente la pequeña entrevista que le hizo a Juan Luis Arsuaga, paleontólogo y codirector del yacimiento de Atapuerca amén de otras tareas, caso del Museo de la Evolución Humana con sede en Burgos. (Hay que visitarlo, quizá eso ayudaría a entendernos mejor). Vallés le preguntó a Arsuaga “¿van a cambiar muchas cosas después de esta crisis sanitaria, muchas más de las que podamos imaginar ahora?” Juan Luis Arsuaga, que conoce muy bien cómo ha sido el desarrollo de la humanidad, respondió que no, que “yo no soy de los que piensan que va a haber cambios históricos sin precedentes, creo que en líneas generales continuaremos como hasta ahora adoptando las debidas precauciones. Esta nueva variable en juego que empezará a formar parte de nuestras vidas”. Arsuaga es firme convencido de que reincorporaremos abrazos, apretones de mano…, a nuestros hábitos sociales. Que los dioses le oigan, como yo ahora a ‘Vetusta Morla’.
Claro, las miras de un científico en el laberinto de la evolución son, salvando las distancias, como los economistas cuando hablan de economía ‘macro’. Hay que poner los pies en el barro, de modo que pedí a casi toda mi peña de amigos que me dijeran una sola cosa que, a su juicio, pueda cambiar tras la pandemia. Ha habido respuestas de todo tipo, qué buena gente sois amigos. Por poner, uno apunta a que habrá aumento en las colas del Inem y de Cáritas. Otro cree que caminamos hacia el individualismo. Alguno me dice que poco puede cambiar, acaso tomar una caña en un bar. Hay quien es partidario del cambio de Gobierno. Alguien me declara que me iría a una isla que no apareciera en los mapas. Me hago cómplice con todas las respuestas, aunque yo, sin dudarlo, me quedo en casa.
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