El campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos y considerado el mayor del país, ha quedado destruido como consecuencia de varios incendios que han dejado sin refugio a las más de 12.000 personas que viven en este enclave --entre ellos unos 4.000 menores--, lo que ya ha llevado a la UE y a la ONU a ofrecer ayuda.
Las causas del fuego no están claras. Según informa la agencia alemana DPA, algunos residentes del campo han indicado que los habitantes de la isla griega han provocado los incendios, mientras que otras informaciones apuntan a que los migrantes y refugiados han provocado el fuego y, posteriormente, obstaculizado el trabajo de los Bomberos.
Por su parte, la agencia griega ANA-MPA ha señalado que el motivo del incendio ha sido el anuncio de que 35 personas residentes en Moria han dado positivo por COVID-19 y que, en consecuencia, debían aislarse junto a sus familias y contactos estrechos a las afueras del campo.
Según el citado medio, algunos de ellos se han negado a la perspectiva del aislamiento, mientras que otros han intentado abandonar el campo durante la madrugada para escapar del peligro que supondría que los positivos y sus contactos no dejaran Moria. Habrían sido los enfrentamientos entre ambos los causantes de los fuegos.
El campo de refugiados de Moria está superpoblado y las personas viven allí en condiciones de hacinamiento, algo que han denunciado las ONG de forma reiterada. Las autoridades griegas confirmaron el primer caso de contagio por COVID-19 en el campo hace una semana.
“Bomba de relojería”
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha lamentado en un comunicado los hechos y ha confirmado el envío de un equipo para examinar las necesidades más acuciantes. Las autoridades no tienen constancia de daños personales por los incendios.
La agencia de Naciones Unidas también ha apelado a la “contención” en la zona, después de que se hayan detectado “tensiones” entre los migrantes y los vecinos de una localidad cercana.
Asimismo, ha instado a quienes ya han dado positivo por COVID-19 a “restringir los movimientos” mientras se busca una solución para su aislamiento.
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha insistido este miércoles en Twitter en que el campo era “una bomba de relojería”. Uno de los responsables de la ONG en Lesbos, Marco Sandrone, ha afirmado que por la noche “todo estaba envuelto en llamas y “un éxodo de personas iba sin dirección en medio de un infierno”. “Niños asustados y padres en shock. Estamos trabajando ahora para abordar sus necesidades”, ha afirmado.
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