La emigración no es turismo, hay una gran diferencia. Por lo general, la gente se prepara para emigrar: cualquier mudanza al extranjero requiere una planificación previa.
La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022 a las cinco de la mañana fue una sorpresa completa para mí, como para millones de otros ucranianos: en mi mente, los rusos eran un pueblo hermano.
He viajado por muchos países. Como periodista y esotérica, he estudiado mucho la historia y la cultura de diferentes países, rituales mágicos y tradiciones antiguas. He practicado el tarot, la limpieza energética, los rituales y la astrología desde los catorce años, y he realizado recepciones y consultas privadas durante más de diez años. Y para mí, España siempre fue como un país lleno de misticismo, historia y tradiciones mágicas.
Cuando comenzó la guerra estaba en España, visitando a mis amigos (nos conocimos cuando vinieron a mi consulta de quiromancia en España) y ya iba a regresar a casa, en Járkov. El 27 de febrero tenía un billete para viajar de Málaga a Kiev. El 24 de febrero, por la tarde, las aerolíneas cancelaron el servicio aéreo con Ucrania. Muchos ucranianos, como yo, no pudieron regresar a casa. Ryanair nunca me devolvió los 200 euros de mi billete.
Crecí en Járkov, mi ciudad natal, con 1,5 millones de habitantes. Quería mudarme a una ciudad más grande, con más tradición. Ahora, vivo en un pequeño pueblo de 23.000 habitantes, estoy deprimida, me falta ciudad: cuando eres una persona absolutamente urbana y estás acostumbrada a esas escalas es algo extremadamente difícil. Quiero coger el metro y el tranvía, algo que no he hecho desde hace más de un año.
El trabajo
En Almería se demanda mucho un trabajo duro, físico, en invernaderos y almacenes. Es bastante complicado para una chica joven y débil, muy urbana, también por temas de salud: es una opción que no me podía plantear.
Por la guerra muchos empresarios ucranianos se han arruinado. Mis clientes de Ucrania, por desgracia, no pueden pagarme por mis textos. Y las relaciones de trabajo con los clientes rusos están rotas.
El centro de empleo está desconcertado por mi currículum. La educación periodística, astrológica y numerológica, la capacitación en osteopatía, psicología y terapia craneosacral..., no hay mucha demanda aquí. Cuántas veces he escuchado: "Сhica, сon ese currículum tienes que ir a Madrid o Barcelona, no podemos ayudarte aquí".
Para volver al trabajo con las consultas personales esotéricas con los clientes tengo que aprender intensamente el español y mejorar el vocabulario.
El trabajo no es sólo una oportunidad para ser responsable en tu vida, ganar dinero y distraerte de pensamientos ansiosos. Cada mañana, al despertarme, reviso los mensajes y las noticias: Járkov, donde está mi familia, es bombardeada cada día. Así que cada noche, cuando voy a la cama, no sé qué podrá estar esperándome por la mañana.
Y, por supuesto, como persona adulta que soy, con aspiraciones, no me apetece estar tanto tiempo sin encontrar trabajo. Es algo que afecta mucho la autoestima.
El horror de la guerra
Tengo un amigo fotógrafo, lleva 30 años haciendo fotos y hemos trabajado juntos en periodismo durante doce años. Me habla del horror, de estar dos semanas en un refugio antiaéreo casi sin comida ni agua, de la evacuación a pie a través de toda Járkov a la estación de tren durante el toque de queda...
Desafortunadamente, las experiencias vividas le afectan. Después de lo que vio durante la ocupación de Járkov, no tiene interés por vivir, ha perdido el sentido de la existencia. No puede olvidar las columnas de niños con maletas en la frontera Ucrania-Polonia. Dice que no ha visto nada tan espantoso en su vida, que algo se rompió en él: ha perdido el interés por su trabajo.
Solo recientemente pudo confesarme que casi fue le alcanzaron los disparos de un tanque cerca de su casa. Y vive en una ciudad, no en un suburbio. Los tanques rusos circulaban tranquilamente por Járkov como los coches normales.
Mi amigo no sabe qué pasó con su piso: está en una zona de Járkov que es constantemente bombardeada. En verano las bombas cayeron cerca de su casa, su edificio no tenía ventanas. Él no quiere saber en qué estado está su piso, es una reacción psicológica defensiva.
Quienes han experimentado personalmente el bombardeo y la ocupación prefieren no hablar de esta experiencia, guardan un terrible silencio, es una experiencia demasiado dura. Los ojos de mi amigo y de mi madre durante la videollamada están medio congelados. Las personas incluso después de un año tienen síndrome postraumático, necesitan ayuda psicológica y rehabilitación.
Y ahora, un año después de la guerra, cada vez más conocidos de Ucrania me dicen que han perdido interés en la vida. La falta de perspectivas, la falta de incluso una esperanza de encontrar un trabajo y volver a la vida habitual te llevan a la depresión. La vida parece gris y aburrida. El entorno de los invernaderos complementa la imagen. Empecé a ser perseguida por pensamientos y miedos suicidas.
Echo de menos pasear por calles y avenidas amplias e ir echando un vistazo a las tiendas. Solía caminar tranquilamente mínimo cinco kilómetros al día. Ahora me duelen las piernas, los músculos no realizan el ejercicio habitual. Esto afecta a la salud.
Recordaré el viaje a un pequeño pueblo para ver el ballet 'El lago de los cisnes' no solo por la impresionante actuación con la música de Tchaikovsky: tuve que viajar en ambos sentidos durante casi 400 kilómetros para ver este espectáculo. En Járkov, el teatro de ópera y ballet estaba a 20 minutos a pie desde mi casa. La depresión relacionada con la guerra es larga.
Impacto psicológico
Entiendo bien a mi amigo. La guerra tuvo en mí un impacto psicológico: trabajar con cartas de tarot se volvió difícil. Durante meses, no pude tomar el mazo en mis manos. Muchos de mis amigos de los círculos esotéricos me cuentan algo similar. Hay que regenerarse energéticamente. La situación también se ve agravada por la falta de personas con ideas e intereses afines.
La Navidad y el día de San Valentín me empujaron a volver a hacer velas mágicas. Hacer velas es un ritual mágico y individual. Cada una de mis velas está viva, se carga individualmente en la salud, la suerte, el amor. Para hacerlas, uso un tipo especial y raro de cera.
En oficinas de la administración y en Cáritas hay carteles con las palabras "Paz para Ucrania". Tal apoyo moral e informativo después de un año de guerra es muy importante. Es muy bonito que la gente en España sea muy receptiva y abierta. Siempre escuchan atentamente las historias personales y expresan empatía, practican mucho lo que en psicología se llama "escucha activa".
Ya sea que esté en el banco o en el centro de empleo, la gente que ve que tengo en mi tarjeta de residencia la palabra "Ucrania" siempre me pregunta cortésmente: "¿Cómo va la guerra, cómo está la familia en Ucrania?".
He escuchado muchas historias de otros refugiados ucranianos en España, cómo completos desconocidos los han alojado en sus apartamentos, les han productos sin pedir nada, algunos ni siquiera cobraban el alquiler. El deseo de ayudar o apoyar moralmente es muy conmovedor.
La gente entiende que somos extranjeros en España y no dominamos, desafortunadamente, el idioma lo suficientemente bien. Tratan de explicarte una palabra española que aún no conoces o abren el traductor para querer decirte algo.
Tradiciones
En mi opinión, uno de los puntos fundamentales en la socialización es el estudio de la historia, la cultura, las tradiciones, el idioma. Permite comprender, reconocer y aceptar la mentalidad de un lugar. Y las costumbres y hábitos locales adquieren una filosofía. Hay una motivación para aprender un idioma con sus matices lingüísticos.
Siempre empiezo a conocer una ciudad o un país a través de un museo de historia para entender lo que respiran sus habitantes. La inmersión en la historia te permite sumergirte gradualmente y de manera muy armoniosa en la capa sociocultural y adoptar hábitos.
Para mí fue increíblemente interesante asistir a las procesiones de Semana Santa. Solo el Viernes Santo en Málaga vi ocho procesiones, desde la media tarde a la noche, cuando las imágenes regresaban a los templos.
También fue una experiencia increíble ver una corrida de toros, algo que siempre había soñado. Mis amigos y yo fuimos a la plaza con sombreros de paja, con cojines para los asientos y una tortilla de patatas que tradicionalmente se come durante el festejo.
Vi mi primera corrida en Berja, con El Fandi y El Cordobés en agosto de 2022: eso me animó a volver a practicar de forma activa la fotografía. Para sorpresa de mis amigos españoles, regresé a las corridas de toros. En el último año he tenido la suerte de ver tres: en Berja, en Vélez Málaga y en Adra. He aprendido que hay toda una especialización: el fotógrafo taurino.
Ahora en mi tiempo libre estudio biografías de toreros famosos y la historia de España. Me sorprendió enormemente el hecho de que fue desde el puerto de Adra, un pequeño pueblo agrícola donde he encontrado mi refugio temporal, que el legendario Boabdil, el último emir de Granada, zarpó hacia Marruecos.
La colaboración con el periódico LA VOZ DE ALMERÍA me ha permitido entablar interesantes conversaciones con toreros y sobre el mundo taurino. He asistido a las clases de la escuela taurina para hacer un reportaje sobre los toreros del futuro. Al verlos, entiendo que son verdaderos luchadores, miran sin miedo al futuro y continúan las antiguas tradiciones histórico-culturales de España.
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