Felipe VI quiere ser un referente de la "ejemplaridad" que, "con toda razón" demandan los ciudadanos. El recién proclamado Rey de España en las Cortes Generales ha manifestado su intención de ganarse "el respeto y confianza" de los ciudadanos y para ello ha asegurado que velará por "preservar el prestigio de la institución", con una "conducta íntegra, honesta y transparente".
En su primer discurso como Rey, Felipe VI ha garantizado que la Corona se hará "acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones" y ha recalcado que empieza el reinado de un "Rey constitucional", al que accede de acuerdo con la Constitución refrendada por los españoles y que es la norma suprema "hace ya más de 35 años".
Antes de pronunciar esta palabras, el monarca ha precisado que debe atenerse a la funciones que constitucionalmente le han sido encomendadas y ser "símbolo de la unidad y permanencia del Estado", asumir "su más alta representación" y arbitrar y moderar el funcionamiento de las instituciones.
Ha expresado también su respeto al principio de separación de poderes y su deber de colaborar con el Gobierno y "respetar en todo momento la independencia del Poder Judicial". Puesta de relieve su legitimidad constitucional, el Rey ha manifestado su convicción personal de que la Monarquía parlamentaria "puede y debe seguir prestando un servicio fundamental a España".
Monarquía "abierta y comprometida"
En esta línea, ha proclamado la "independencia de la Corona", su "neutralidad política" y su "vocación integradora" ante las diferentes opciones ideológicas, que le permiten contribuir a "la estabilidad de nuestro sistema político y a facilitar "el equilibrio con los demás órganos constitucionales y territoriales".
Reconocidas sus obligaciones constitucionales, el Rey ha señalado ser consciente "desde siempre" de que la monarquía parlamentaria debe estar abierta y comprometida con la sociedad a la que sirve".
Por ello, habló de "cercanía con los ciudadanos" para saber ganarse su "aprecio, respeto y confianza". Todo ello, velando por la "dignidad de la institución", preservando "su prestigio" y observando una conducta "íntegra, honesta y transparente". El monarca ha admitido que solo de esta manera, la monarquía se hará acreedora de la "autoridad moral necesaria" para ejercer sus funciones.
"Hoy más que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública", ha enfatizado para añadir acto seguido que el Rey, "a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente , si no también un servidor de esa justa y legítima exigencia".
Primar los intereses generales
Poniéndose al frente de los españoles de su generación, Felipe VI ha enarbolado la bandera de la regeneración animado a los parlamentarios a "revitalizar las instituciones", a reafirmar en sus acciones la "primacía de los intereses generales" y a fortalecer nuestra "cultura democrática".
El nuevo Rey desea una España en la que los ciudadanos recuperen y mantengan su confianza en las instituciones, de manera que sean ellos y sus "preocupaciones" el eje de la acción política, puesto que "son ellos quienes con su esfuerzo y trabajo y sacrificio engrandecen nuestro Estado y dan sentido a las instituciones que lo integran".
En esta misma línea, ha expresado su deseo de convivir en una sociedad basada en el "civismo y la tolerancia, en la honestidad y en el rigor".
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