Siempre dijo que hablar no era lo suyo, pero Curro Romero cuajó una intervención inolvidable en la noche del viernes, después de recoger el IV premio Taurino Ciudad de Roquetas. Hablando tan despacio y con las manos tan bajas en sentido figurado como cuando dibujaba aquellas verónicas que son historia del toreo.
A pocos toteros le sobran tantos motivos como al faraón de Camas para ser distante y altanero. Sin embargo, Curro admitió con su le ve sonrisa todos los saludos, todas las invitaciones a comentar tardes o a firmar recuerdos. Así, el muy especial de Diego Morata, médico de la Plaza que evocó con el torero aquella grave cogida de 1981.
Maestro sin discípulos conocidos, Curro comentaba antes de recibir este homenaje que él no sabe si su toreo ha dejado huella en los toreros actuales, porque “yo no me veía. Yo me sentía”. Entre saludos y recuerdos se armaba de sinceridad y reconocía que lo mejor de todo era hacer las cosas como las sentía y que eso llegara a los tendidos. Y después, recibir el cariño de la afición, como le tocó también experimentar en esta noche.
A Curro le dijeron muchas cosas a lo largo de la velada, que reunió a un centenar largo de personas en el hotel Playadulce. Inlcuso, le cantó con primor flamenco Sonia Miranda.
A Curro le habló también su predecesor en el premio Luis María Ansón en una grabación videográfica cargada de guiños personales y luego, el parlamentario popular Javier Arenas, subió al estrado para ofrecer, entre otras cosas, un perfil humano del torero.
Gabriel Amat, como alcalde de Roquetas recordó que auqnue nunca ha toreado en Roquetas, su nombre está ya ligado a esta plaza porque la avenida se llama Curro Romero.
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