El destino no acompañó a Messi, como cada vez que juega con su selección, y Argentina decepcionó en un debut en el que Leo falló un penalti, otro más, el cuarto de los últimos siete, en una suerte que definitivamente no es la suya. El equipo de Sampaoli no está para mucho más que para agonizar ante Islandia, cuyo empate en su estreno mundialista le sabe a gloria.
La Albiceleste fue la caja de sorpresas de siempre. Lo mismo Messi inventa una genialidad que su defensa regala las llaves del piso y del coche al primero que pasa. Su inmadurez como equipo es flagrante. Juega a lo que salga, y eso es impropio de una selección que, sólo por Messi, debería considerarse candidata. El tembleque defensivo fue patente en el primer acercamiento islandés, un remate fallido de Bjarnason que de repente se encontró un desierto en el área, allí donde se supone que los zagueros son mayoría.
No los había porque Sampaoli quiere que sus laterales atacaran más que defendieran. En este sentido la gaseosa la puso Salvio por la derecha. Abriendo la grieta de la zona de Messi y Meza, el Toto fue de lo más venenoso de los argentinos. Pero la luz en ataque de Argentina es cosa de Leo. Dos disparos suyos desde lejos fueron la primera amenaza para Islandia, hasta que Agüero le tomó el relevo y adelantó a Argentina. El gol fue muy del Kun: potencia de piernas, arrancada, Romario…
Sin embargo, esta Albiceleste que viste mal y se peina peor, esta que lo mismo muerde que es mordida, sufre de inestabilidad. Le falta la jerarquía de los grandes equipos, los que se ponen por delante y no hay quien les iguale. De ahí el fallo de Willy Caballero, casi a continuación, que dejó un rechace suelto para que Finnbogason empatara entrando por la alfombra roja del área. Lo de la portería argentina también merece apartado. Se lesionó Romero que era suplente en el United y su sustituto en el Mundial es Caballero, también reserva en el Chelsea. No hay posición más delicada para estar falto de ritmo que la portería. Con eso no se juega.
Con el empate, el ecosistema de Argentina volvió a llevarle a una exigencia por la posesión que le desnuda. Sampaoli retiró a Biglia para tener más toque con Banega, pero la circulación fue espesa y trompicada. No había fluidez y Messi seguía comprimido. Mascherano era una maleta extraviada en la cinta del aeropuerto. El problema era evidente y se enfatizó con el penalti fallado por Leo, tras forzar Meza que Magnuson le derribase dentro del área tras un balón largo. No lo aprovechó Messi, que de cuantas infinitas virtudes tiene el lanzamiento de penalti es sin duda la peor de ellas. No traten de explicarlo.
El error escoció a los argentinos y al propio Messi, que se rehízo y en los últimos instantes intentó sin descanso encontrar el gol les diera el triunfo. Lo tuvo el 10 desde el balcón del área. Lo acarició Pavón con centro desde la izquierda. Insistió Messi con otro remate fuera, esta vez con la derecha. No hubo manera. Islandia resistió al empuje y se llevó un punto que tuvo a Messi como protagonista. Halldorsson, el portero islandés, siempre podrá contar a sus nietos que le detuvo un penalti en un Mundial nada menos que a Messi.
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