Victorino Villadangos Castellanos, el promotor del centro de reciclaje de neumáticos de Seseña (Toledo), no solo ha hecho negocio con ese vertedero que lleva más de una semana ardiendo en uno de los mayores desastres medioambientales de los últimos tiempos en la Península. También lo ha hecho en los últimos tiempos en la provincia de Almería, en Aguadulce, con parte de los propietarios de la primera urbanización que se construyó en esta ciudad turística a Poniente de la capital.
Más de un centenar de propietarios de pisos y apartamentos de este histórico residencial le han tenido que pagar en los últimos años más de 120.000 euros por escriturarles partes de condominio de piscinas, pistas de tenis y garajes, sobre los que llevaban años pagando tributos, pero sin que los documentos privados de compraventa fuesen elevados a escritura.
De ese descuido legal se aprovechó Villadangos para exigirles pagos de 720 euros por familia, bajo amenaza de desalojo, por poner a su nombre las propiedades que aún rezaban a nombre de Urbanizadora de Aguadulce S.A.
Los Delfines
Aseguran alguno de estos vecinos afectados que se han sentido estafados “por este negociante que ahora está en busca y captura por el desastre del vertedero de ruedas”. Relata uno de estos dueños, que agrupa a propietarios de las inmuebles construidos sobre las parcelas12, 36 y 37 (edificio Los Delfines) que hace unos años llegó a exigir el desalojo de la piscina comunitaria porque el suelo le pertenecía según escritura público.
Asistió hasta hace un año a alguna de las juntas de comunidades de propietarios y en alguna de ellas fue desalojado, según versión de estos mismos propietarios, porque exigía cada vez más derechos sobre las propiedades en la urbanización.
Victorino Villadangos, nacido en Urdiales del Páramo (León) en 1936, ya octogenario, se inició desde joven en el negocio de los desechos y de los desguaces de vehículos.
Con el tiempo flirteó también con el sector de la construcción y a la provincia de Almería llegó hace más de veinte años intentando hacer fortuna con la empresa Urbanizadora de Aguadulce. Puso a la empresa el mismo nombre que la vieja urbanizadora presidida por Máximo Cuervo Radigales que promovió la primera urbanización en Aguadulce en los años 60, cuya denominación había sido abandonada.
Quizá quiso aprovecharse, aseguran desde el sector inmobiliario, de una promotora de prestigio, como administrador único, a través de la sociedad Disfilt. Y así fue rastreando en los registros todos los remates que pudieran quedar en esa urbanización iniciática, en cuanto a solares y otros espacios comunes.
En 2000 intentó promover 34 viviendas en una parcela del antiguo Iryda y ahora de la Comunidad de Regantes Sol y Arena, pero el Ayuntamiento no le concedió licencia y también en la calle Rosal y Ciprés. Batalló con la antigua Entidad de Conservación por derechos que no se le reconocieron.
Villadangos fue habitual en Aguadulce y se le recuerda como un dandy, de pelo cano, siempre elegantemente vestido con trajes de cachemir, con pitillera de oro, caminando por el entorno de la Avenida Carlos III. Ahora es uno de los hombres más buscados de España, tras considerarlo responsable de un desastre ecológico de graves consecuencias medioambientales.
El capricho del General Cuervo
En 1962 empezó a cuajar un proyecto para construir un gran residencial en Aguadulce, esa pequeña aldea que estaba llamada a ser la gran zona vacacional de los almerienses de la capital.
Sobre unos terrenos de Máximo Cuervo Radigales, que fue consejero de permanente del Consejo de Estado en el régimen de Franco, se empezó a idear esta gran edificación turística. Se creó la sociedad Urbanizadora de Aguadulce, que edificó toda esa zona por la actual Avenida de Carlos III hasta la primera línea de playa y construyó el Hotel Aguadulce, la primera gran turística de régimen privado en la provincia almeriense.
La empresa estaba presidida por el propio Cuervo y entraron en el accionario también, entre otros, el Banco Hispanomericano, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Almería, y el Banco Urquijo. En el diseño participó el arquitecto Areitio y Juan de Avalos, que participó también en la construcción escultórica del Valle de los Caídos. La urbanización empezó a comercializarse en 1967, con oficinas centrales en la calle Alberto Aguilera de Madrid. Era una construcción modélica para la época, con depuradora de agua, párking en superficie y calles espacios de 22 metros.
Se construyeron torres de 14 plantas y chalets y apartamentos en una miniciudad turística que obtuvo el tratamiento de Primer Centro de Interés Turístico Nacional de España por decreto del 8-10-1964. Se vendía como un sitio de ensueño, junto a la brisa del mediterráneo, con un jardín tropical y mucha agua.
Se ofrecían parcelas urbanizadas con 10 kilómetros de calles asfaltadas con construcción típica de pueblo andaluz a nueve kilómetros d e Almería y 17 del aeropuerto. Fue consejero secretario de Urbanizadora Almeriense el exministro Manuel Romay Beccaria por mandato de Máximo Radigales.
Con el tiempo, la Urbanización Aguadulce fue rodeándose de otras urbanizaciones como Villa Africa y se fue construyendo el Paseo Marítimo. La Entidad de Conservación fue disuelta hace más de una década y pasaron los espacios y servicios a ser gestionados por el Ayuntamiento de Roquetas.
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