A los marrajeros de Carboneras les ha mirado un ciego: tras agotar en tres días la cuota asignada de 200 toneladas de atún rojo, ahora, en el inicio de la temporada del pez espada, vuelven a perder la ilusión por calar las jarcias ante la competencia desleal de los barcos que faenan con redes de deriva ilegales.
Una veintena de barcos han vuelto al puerto carbonero ante el bajo precio del kilo de aguja, en torno a seis o siete euros, cuando en los inicicio de campaña lo natural es que no baje de 9 euros el kilo desembarcado en fresco en la subasta online.
Desde la Cofradía de Pescadores de Carboneras apuntan a que pesqueros marroquíes y tunecinos están faenando con redes prohibidas de enmalle, inundando el mercado europeo con capturas en unos días tan solo de hasta 300.000 toneladas. “Así nos lo han relatado nuestros propios compradores españoles e italianos, que nos aseguran que les están ofreciendo aguja aviada (cortada y troceada, sin raspas ni cabeza) a cuatro euros el kilo”, explica Simón Pérez, secretario de esta entidad almeriense.
Añade Pérez, que “así no se costea salir a pescar con los palangres y hay muchos padres de familia que se quedan de nuevo parados”.
Cuotas para la aguja
Otra de las medidas que está enervando al tradicional sector palangrero carbonero es la intención de la UE, a través del organismo ICCAT, de imponer también un sistema de cuotas durante 15 años para la pesca de pez espada en el Mediterráneo, similar a la ya existente en la pesquería de atún rojo. La Asociación de Productores de Pesca de Carboneras, ha remitido un escrito esta semana a la Secretaría General de Pesca del Ministerio en la que solicita que “no se permita seguir pescando con redes de deriva y se mire para otro lado”. Añaden que “no se deben establecer cuotas puesto que actualmente, en el mejor de los casos, solo se trabajan nueve meses del año”. Los armadores tampoco entienden que se limiten las capturas a los barcos mayores de 24 metros de eslora y no a los menores de 20 metros que utilizan el mismo tipo de jarcia. El nuevo Plan de Gestión, además, obliga a tener un ojo clínico para calcular la pesca desembarcada sin sobrepasar cuota.
Entienda el caso
Acorralados, como Stalone al volver de Vietnam. Así se sienten los pescadores de Carboneras cada vez que Bruselas barrunta alguna propuesta del ICCAT (Comisión Internacional del Atún Rojo). Los pelágicos bullen en el Mediterráneo, son depredadores, pero a pesar de ello, su pesca sigue limitada. Ahora, Bruselas anuncia también un sistema de cuota para la aguja, la otra especie de que la viven 2oo familias bajo el báculo de San Antonio. Mientras tanto, barcos marroquíes y tunecinos pescan a su libre albedrío y con redes ilegales. ¡Qué solos se quedan los marrajeros de Carboneras! escribiría Bécquer en su Poemario del alma.
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