4.000 toneladas de chatarra almeriense rumbo a China

Una montaña herrumbrosa de restos metálicos se erige estos días en el Muelle de Poniente

La montaña de chatarra para reciclaje se amontona estos día en el Puerto de Almería con vistas a su valorización en el  Sureste asiático.
La montaña de chatarra para reciclaje se amontona estos día en el Puerto de Almería con vistas a su valorización en el Sureste asiático.
Manuel León
01:00 • 05 jul. 2016

Miles de toneladas de chatarra han erigido  una  herrumbrosa montaña en el Muelle de Poniente, que destaca como un chinchón en la cabeza de la dársena y desde la que brilla al fondo el acero corten de la Alcazaba.




El Puerto está viendo en los últimos dos años como crece el negocio del reciclaje en origen y cada vez es mayor el volumen de  material desahuciado que sale vía marítima por Almería rumbo a algún país europeo para acabar casi siempre en la gran fábrica del mundo que es China.




Es decir que la nevera desvencijada o el teléfono móvil  obsoleto o el DVD rayado es muy probable que acabe formando parte de una gran masa metálica en Asia previa travesía oceánica.




El propietaria de esa cotizada montaña de robín que emerge estos días en el Puerto es la empresa Logiscrap, que dedica a ir recibiendo todo este material de desecho a través de distintos canales de distribución.




Una vez hecho el acopio, contrata los servicios de un agente consignatario, en este caso J. Ronco, para que gestione el flete y seleccione a un armador. Ahí está la clave de este negocio, aseguran fuentes de este sector emergente y arriesgado: en esperar el mejor momento, como el portero que aguanta todo lo que puede antes de tirarse en el penalti.
Un mal cálculo de las fluctuaciones de precio de los metales puede dar al traste con el margen de beneficio del envío. También influye la tarifa que acuerde con el armador de turno, a través de los brokers o corredores comerciales, a lo que hay que añadir las labores de estiba.




Portugal e Italia
Las últimas cargas de chatarra almeriense han ido a parar a la ciudad de Barreiros, en Portugal, y también a acerías italianas. En estos días se ha ido conformando un nuevo promontorio formado por restos de electrodomésticos, aparatos de aire acondicionado, latas de refrescos, celulares o carrocería de automóviles. Casi 4.000 toneladas de material para reciclaje esperan de nuevo turno, a que la ocasión lo merezca, para inundar la bodega del barco de la naviera. “Todo depende del precio en el mercado de los metales, a veces, es mejor esperar para abaratar el flete, sobre todo si se pueden obtener unos dólares adicionales si hay repunte del  hierro, del cobre o del plomo”, explica un profesional de esta actividad.




Logiscrap, la propietaria de todos estos restos desguazados, es una empresa de reciente creación, con sede en el Polígono de San Rafael en Huércal de Almería, que realiza también ejecuciones de proyectos de desguaces y demoliciones en todos los sectores, tanto industriales como también navales y la compra venta de materiales férricos y no férricos.




El material recogido es analizado por personal de clasificación por metales, aleaciones, formas  y grados. Sus principales clientes son las refinerías y fundiciones nacionales e internacionales.


Para la mayoría de los almerienses, el reciclaje comienza en la cocina de la casa y termina en los contenedores de la calles. Pero es solo el primer paso de una carrera de fondo con pingües beneficios para muchos intermediarios hasta terminar en la chatarrería del planeta que es Sureste asiático. La industrial global del reciclaje sigue siendo tan desconocida como rentable: 500.000 millones de dólares, el PIB, por ejemplo de un país como Noruega.



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